El papa eligió la sencillez, como el calzado que compraba en una zapatería de barrio en Buenos Aires
Con su olor a incienso traído desde Roma, la zapatería Muglia es una parada obligada para quienes desean seguir los pasos del papa Francisco en su natal Buenos Aires
BUENOS AIRES — Con su olor a incienso traído desde Roma, la zapatería Muglia es una parada obligada para quienes desean seguir los pasos del papa Francisco en su natal Buenos Aires, cuando aún era el padre Jorge y calzaba unos sencillos zapatos con cordones, un estilo que siguió usando cuando fue pontífice.
Antes de que Jorge Mario Bergoglio emprendiera el camino que lo llevaría al Vaticano en 2013 se compraba los zapatos en ese comercio de su barrio, Flores, donde se erige la Basílica de San José.
En ese templo escuchó a los 17 años el llamado de Dios y más tarde impartió misas.
"Yo era chiquito, pero mi padre contaba que venía el padre Jorge de la Iglesia San José... Estimo que mi padre, que era humilde también, debe habérselos regalado", relató el jueves a The Associated Press Juan José Muglia, de 52 años, mientras mostraba un par de mocasines de cuero que se venden por más de 150 dólares.
La zapatería fue fundada por el abuelo de Muglia en 1945, cuando por la esquina aún pasaba el tranvía y la calle era empedrada.
La zapatería tiene una mezcla de estilos. Conserva su estructura original, con guardas de mosaicos españoles y estantes de madera donde se apilan centenares de cajas, además de una silla de peluquería antigua, viejas máquinas de coser y una motocicleta inglesa de 1936. Y entre los Rolling Stones y Elvis Presley, que sonríen desde posters, asoman estampas de santos y una estatuilla de la Virgen.
"En ese tiempo no había tanta variedad, la moda eran los mocasines y estos que él usaba eran los escolares con cordones. Es un zapato tipo de colegio, super resistente. El padre Jorge era una persona muy humilde", evocó Muglia.
Ya como Francisco mantuvo ese estilo sencillo. Mientras lideró a la Iglesia Católica usó zapatos ortopédicos en lugar de los mocasines rojos que habían caracterizado a su predecesor, Benedicto XVI; vivió en el hotel del Vaticano en lugar del Palacio Apostólico y fue un ejemplo de austeridad al usar automóviles compactos en lugar de sedanes de lujo.
Cuando en 2014 se hizo cargo de la zapatería familiar Muglia tuvo la intención de hacerle llegar un par de zapatos a Roma, pero no pudo cumplir su sueño. "Me dijeron que no porque ya usaba otro tipo de zapatos, que tenía los pies muy hinchados y no podía con éstos", se lamentó.
A los curas que acuden al negocio Muglia suele regalarles los clásicos zapatos de cordones como los que usaba Francisco.
Desde la muerte del pontífice ha percibido un mayor interés del público por conocer el lugar donde adquiría sus zapatos. El local, de hecho, forma parte de un circuito turístico que incluye los lugares más emblemáticos de la vida del papa en la capital argentina.
Francisco "fue un fenómeno, difícil que haya otro así", dijo Muglia para quien, como muchos de sus vecinos de Flores, sigue siendo el padre Jorge.
En la esquina de la zapatería, Antonio Plastina posee un puesto de periódicos que tuvo a Bergoglio como cliente fiel por décadas hasta que partió a Roma. Incluso siendo arzobispo de Buenos Aires recibía los periódicos en la Catedral Metropolitana pero seguía yendo todos los domingos a comprar su diario a Flores.
"Era un tipo muy humano, muy cálido, se debía mucho a la gente", afirmó Plastina, de 69 años.
A cuatro cuadras está la casa sencilla en la que vivieron Bergoglio, el mayor de cinco hermanos, y sus padres. Una placa colocada por la Legislatura de Buenos Aires recuerda que fue el hogar del papa argentino.
Desde el lunes los vecinos dejan flores en honor a Francisco en la reja de hierro de la ventana que da a la calle y que los nuevos dueños mantienen cerrada.
"Tengo poca visión, poca audición, pero mucha memoria", dijo Alicia Gigante, de 91 años, quien vive cerca y se detuvo frente a la casa mientras se sostenía en su hija. "Recuerdo su amabilidad, su sonrisa y esa frase que decía cuando saludaba, que te acariciaba y te bendecía. Siempre decía 'recen por mí'", dijo la mujer.
