AMLO alinea a su tríada económica
El Presidente tiene claro que para que su proyecto trascienda en 2024 necesita tres cosas, todas relativas a lo financiero
El presidente Andrés Manuel López Obrador tiene claro que para que su proyecto trascienda en 2024 necesita tres cosas, todas relativas a lo financiero más que a lo político: dinero para terminar sus proyectos de infraestructura, dinero para mantener sus programas sociales y dinero para administrar la debacle económica y social que ha dejado a su paso por el gobierno.
Para estos fines, el Presidente ya tiene a su tríada de funcionarios, quienes fueron elegidos cuidadosamente para cumplir estas responsabilidades. El primero de ellos es el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, quien llegó al puesto en agosto del año pasado con expectativas que muy rápido se fueron desvaneciendo. El secretario despacha desde su oficina de Palacio Nacional con apenas un puñado de colaboradores a los que les ha dejado claro que lo prioritario para el resto del gobierno son los recursos para financiar los programas sociales y los proyectos de infraestructura.
Ramírez de la O tenía la idea original de meterle mano a Pemex y CFE, pero lo paró en seco el otro triunvirato, el del sector energético: la secretaria Rocío Nahle y los dos directores de las empresas del Estado, Octavio Romero y Manuel Bartlett. Consciente de que nada podría hacer en el sector más importante para el desarrollo del país, se resignó a su labor de "hacer cuadrar" el Presupuesto y entregarle buenas cuentas a su jefe, es decir, que no falten recursos para las prioridades del Presidente.
Acotado tanto como ninguno de los dos secretarios anteriores (Carlos Urzúa y Arturo Herrera), Ramírez de la O ha optado por no salir a los medios de comunicación a dar una sola explicación sobre el estado de la economía nacional y las finanzas públicas, a pesar de la difícil situación por la guerra en Ucrania. Los precios de los energéticos se han ido al cielo junto con otras materias primas como los granos y los metales. Todo esto afecta directamente a México en dos puntos torales: la inflación y el tipo de cambio, pero nada hace salir del anonimato al secretario de Hacienda.
Lo más que ha hecho Ramírez de la O es otorgar una breve entrevista a un medio extranjero para hablar de la venta de CitiBanamex, y precisamente en la reciente reunión plenaria de este grupo financiero dijo que los excedentes por la venta de petróleo ayudarán a contrarrestar los subsidios a los combustibles para evitar un nuevo gasolinazo. Fuera de esto, el secretario prácticamente no se mete en nada más: deja al SAT por un lado, a la banca de desarrollo por otro, y todavía más lejos a lo relativo al mercado de valores.
La segunda figura más relevante en Hacienda es el subsecretario de Egresos, Juan Pablo de Botton, amigo personal de los hijos del Presidente, particularmente de Gonzalo López Beltrán. Quedó a cargo de esta subsecretaría tras la salida de Victoria Rodríguez, quien se fue a encabezar Banco de México y es una economista afín a la tríada de funcionarios. A Juan Pablo le toca dirigir toda la planeación en materia de programación y presupuestación del gasto público federal. Con él al frente de esta dependencia, el Presidente tiene asegurados los recursos para sus prioridades electorales.
Y cierra la pinza la jefa del SAT, Raquel Buenrostro, quien desde que tomó ese encargo ha operado con total independencia de Hacienda, reportando únicamente al Presidente. Hoy luce imposible el reto de recaudar los 3.9 billones de pesos estimados en la Ley de Ingresos 2022 con un crecimiento económico de la mitad de 4.1%. La tónica será la misma de los años anteriores: ir por los grandes contribuyentes.
@MarioMal
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