Con la democracia, no
México está inmerso en un torbellino de gravísimos problemas, muchos de ellos con décadas de retraso en sus soluciones. Sin embargo, los diferentes disparadores de conflictos han surgido en el gobierno de López Obrador. Con funcionarios incapaces e inefica-
ces en resolver los incendios en áreas estratégicas. Para nadie es un secreto que las políticas públicas pasan por el ánimo presidencial. Sin hoja de ruta más que el hígado y su cosmovisión mezclada con el mal humor del momento, el anunciado choque con Estados Unidos toca a la puerta morena con el tema de la migración.
Patear el bote migratorio en una relación bilateral de quid pro quo no le ha dado los resultados esperados al gobierno de Joe Biden y la presión de la campaña presidencial republicana, cuyo eje fundamental está precisamente situado en la migración desordenada en ambas fronteras mexicanas, empieza a entrar al punto de ebullición.
Todo comenzó, y no debe olvidarse, con la irresponsable y demagoga promesa en el 2018 del entonces Presidente electo de abrir sin matices la frontera sur para todos aquellos que buscaban una mejor vida prometiéndoles visados temporales, protección y empleo. ¿El resultado?
Una migración desordenada que ha disparado a lo largo de cinco años una serie de problemas y amenazas para la seguridad nacional y no hay maroma ni distractor mañanero que pueda ocultar otro de los estrepitosos fracasos de este gobierno de cuarta.
La presión sobre los recursos, el crecimiento descontrolado de la población, el impacto en el mercado laboral, las amenazas creíbles en la seguridad fronteriza, los problemas de integración y cohesión social y los riesgos para la salud pública son algunos de los retos que heredará la próxima presidenta de México.
Y aún es incierto quién será el ganador de la elección presidencial en los Estados Unidos. Lo único cierto es que la cooperación entre los dos países es sine qua non para abordar eficazmente esta problemática que sin duda significa una amenaza a la seguridad nacional bilateral.
Hoy la ley SB4 —congelada por un tribunal por el momento— que penaliza a los migrantes en Texas permitiendo su deportación, vuelve al epicentro de la narrativa electoral de los republicanos elevando la tensión latente entre ambos gobiernos.
Y la relación bilateral transita por momentos complicados gracias a los abrazos de la cuatroté a las organizaciones criminales y a la embestida presidencial contra organismos autónomos.
El reconocimiento público hace unos días del embajador Ken Salazar a la SCJN como "..una de las instituciones más importantes para la democracia de México.." fija sin matices la postura del gobierno de Biden que también ve con preocupación las demenciales señales de López Obrador y su golpe blando construyendo el relato de fraude a casi dos meses de la elección.
El mensaje debería surtir efecto. Sobre todo cuando más imponderables surgirán a medida que se acerca el 2 de junio.
@GomezZalce