El espectáculo más grande de las redes

En la ruptura entre Donald Trump y Elon Musk coinciden "las tres D" que el periodista y maestro de reporteros Miguel Ángel Bastenier identificaba en toda buena historia. Drama, al menos en el tono en las formas de un divorcio político retransmitido en directo; dinero, pues la contienda enfrenta al hombre más rico del mundo con el gobernante más poderoso de Occidente; y diversión, ya que medio mundo ha seguido la pelea como lo que es: probablemente el mayor espectáculo nunca visto en redes sociales. Los dos desplegaron sus réplicas y contrarréplicas en sus propias plataformas y alentaron a su vez una guerra de posiciones entre sus acólitos. Steve Bannon, exasesor de Trump e ideólogo del movimiento MAGA (Make America Great Again), encabezó una avanzadilla que se volcó en los ataques personales a Musk.
El dueño de Tesla, X y Space X, que hasta el 30 de mayo fue consejero del presidente republicano en materia de recortes, abandonó el cargo entre críticas a la ley fiscal en trámites en el Capitolio. Pero las objeciones derivaron pronto en un vórtice de mensajes cada vez más áspero, hasta llegar a las acusaciones y amenazas sin filtro. Bannon, que ya había mostrado sus diferencias con el magnate de origen sudafricano, estalló desde su podcast: "Los tecno bros llegaron tarde [...]. Creen que el dinero equivale a [tener] poder. Musk prometió un billón en recortes de gastos. Esa promesa fue un fraude".
La tensión escaló la tarde del pasado jueves. Musk vinculó sin presentar pruebas a Trump con la red del pederasta Jeffrey Epstein y el mandatario le advirtió de que pondría fin a los contratos gubernamentales con sus empresas, lo que, dijo, sería "la forma más fácil de ahorrar dinero" en el presupuesto público. El periodista Derek Thompson señaló cómo Bannon no tardó en apropiarse de una pregunta aparentemente jocosa sobre la hipotética deportación por revancha de Musk, quien adquirió la nacionalidad estadounidense en 2002. "Creo firmemente que Musk es un inmigrante ilegal y debería ser deportado del país de inmediato", afirmó sin matices el asesor.
Al igual que la guerra cultural emprendida por Bannon, edificada sobre cimientos de bulos, las interpretaciones fantásticas de la disputa corrieron como la pólvora. Una de ellas es la tesis de la distracción, del enfrentamiento pactado para tapar algo supuestamente inminente. El analista de la cadena CNN Brian Stelter cita un artículo de The Atlantic con un titular brillante, La Super Bowl de los pleitos de internet, que nos habla más bien de la retransmisión de una guerra real. "La disputa entre Trump y Musk no es tanto una distracción como una prueba de una tendencia social hacia la abstracción, incluso la ofuscación. Una pelea en una jaula es más fácil de ver que una discusión sobre quién merece beneficios y recursos".
Otra conspiración que sobresalió en la carrera de disparates fue la difundida por el perfil ultra The Patriot Voice. Esta teoría, que coincide en parte con las arremetidas de Bannon, responsabiliza de la pelea al lobby de Silicon Valley. El fin oculto, según este despropósito, consiste en crear un clima para un impeachment y beneficiar al vicepresidente, J. D. Vance, identificado como supuesto aliado de los magnates tecnológicos. El propio Musk había dado alas a la tesis del juicio político haciéndose eco de un mensaje de un influencer que lo pedía (después lo borró), pero la hipótesis del complot orquestado antes de las elecciones presidenciales es más digna de un guion manido de una serie de política ficción.
Lo que Musk ha mantenido en su perfil, y que corrobora su enfado con Trump, es una encuesta publicada el mismo jueves. "¿Es hora de crear un nuevo partido político en Estados Unidos que realmente represente al 80% del centro?". El sondeo no tiene valor demoscópico, pero tuvo más de 5,6 millones de votos. El 80,4% de sus seguidores dijo que sí.