Columnas - De política y cosas peores

´El halcón maltés´

  • Por: CATÓN
  • 15 MARZO 2023
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´El halcón maltés´

Vestía una gabardina de tela ahulada color caqui, en cuyas solapas ocultaba el rostro y se cubría con un sombrero fedora como el de Humphrey Bogart en "El halcón maltés". Llamó con discretos golpes en clave -tres primero, uno después- a la puerta del departamento 12.  Le abrió una mujer con aspecto de sencilla ama de casa. El recién llegado se inclinó hacia ella y pronunció en voz baja y misteriosa las siguientes crípticas palabras: "Los cerezos han florecido ya en mi jardín". Le dijo la mujer con naturalidad: "El espía vive en el 14". Por regla general los Estados espían a los individuos, no sólo a quienes les son adversos, sino también a sus propios elementos, pues en política el que hoy es tu amigo, mañana, por la fuerza de las circunstancias, puede volverse tu enemigo, y viceversa. Desde luego la terminología cambia: el Estado llama al espionaje "inteligencia" y lo considera actividad legítima y necesaria. En cambio, para el ciudadano el espionaje es lisa y llanamente espionaje, peligrosa amenaza ilegal, reprobable. Desde luego hay servicios de inteligencia muy poco inteligentes cuyos archivos secretos se vuelven públicos con un simple clic de computadora, pero en los regímenes totalitarios, donde la tarea de espiarte le corresponde a tu vecino, el espionaje puede ser el preludio de la cárcel, o incluso del paredón de fusilamiento, como en la Cuba del Che Guevara y Castro.  En cualquier caso, el espionaje de que son objeto los ciudadanos atenta contra su seguridad, viola su privacía y pone en riesgo su libertad. El que se siente espiado se siente amenazado. Y es que un régimen temeroso se convierte en un régimen temible. Hasta ahora el régimen de la 4T es fuerte, conserva una gran base de apoyo y no tiene motivos de temor. No necesita entonces adoptar la conducta de los gobiernos que recelan de los ciudadanos disidentes y los someten a permanente vigilancia. Esperemos que las cosas continúen así, y que la única razón para temer al régimen morenista sean las ocurrencias de su jefe. En el Bar Ahúnda un tipo se encaró con otro que bebía en su mesa y le espetó: "Sé que tiene usted relaciones con Facilisa Livianola. Yo soy el marido ofendido". Se puso en pie el sujeto. Medía 2 metros de estatura, pesaba 150 kilos y tenía musculatura de Hércules. Lo vio el marido y acotó: "Bueno, no tan ofendido".  La señorita Himenia, célibe de bastantes calendarios, le dijo al atlético y guapo boy scout: "Supongo, joven escultista, que ya hiciste tu buena obra del día. ¿Me permites una sugerencia para tu buena obra de la noche?". En el camino a la granja una aplanadora pasó sobre una gallinita. Se enderezó ella, se sacudió las plumas y exclamó gratamente sorprendida: "¡Ésas son pisadas, no fregaderas!". Un tipo le contó a otro: "Trabajo como asistente de Pomponona la vedette. Por 100 pesos diarios la ayudo a vestirse y desvestirse". Opinó el otro: "100 pesos es muy poco". Declaró el primero: "No puedo darle más". En una reunión de señoras comentó una: "Perdí a mi esposo en el mar". "¡Qué pena! -se condolió una-. ¿Era marino?". Respondió la otra: "No. Íbamos en un crucero y se enredó con una rubia 20 años menor que él". (Nota. Muchos maridos deben su éxito a su primera esposa, y su segunda esposa a su éxito). El padre Arsilio estaba oficiando el matrimonio de una pareja de jóvenes sordomudos. Para indicarle al novio que debía ponerle el anillo a la novia figuró un círculo con los dedos índice y pulgar de la mano izquierda y pasó luego por el círculo el dedo índice de la mano derecha. El novio expresó algo en el lenguaje de los signos. Tradujo el padrino: "Dice que ya". (No le entendí). FIN

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