Entonces, qué...
¿Con que nivel de entendimiento debemos analizar los fronterizos tamaulipecos la situación gubernamental que azota al país, al estado y a la municipalidad?
¿Nivel alto, mediano, bajo o nulo…?
Y aplicaría para todo el país esta pregunta.
Porque desde las sociedades ancestrales, los agrupamientos humanos han vivido en conflicto a raíz de la supremacía que afanosamente, algunos quieren poseer para dominar al resto.
También desde esas lejanías temporales y hasta la fecha, han existido mentes voraces que, sin mediar prudencia, límite, piedad o autocontrol, se posicionan como dueñas del escenario social e imponen su voluntad inclusive por medio de fuerza represiva aplicada en contra de sus gobernados, utilizando para ello a los ejércitos otrora formados para fines bélicos contra invasores extranjeros.
Atila, Carlomagno, Napoleón, en sus distintos matices conquistadores, son referentes de una inexplicable expansión de ambición en sus respectivas mentes.
Hoy, cambiando lo cambiable, México atraviesa, lo acepten o no los destructores de la nación, una situación de inestabilidad social, política, informativa y comunicacional, imposible de ocultarse.
De ahí que, pongamos en perspectiva la naturaleza de las mentalidades fronterizas bajo las cuales actualmente se está analizando la seguridad, la salud, la rendición de cuentas, los fraudes financieros gubernamentales, los descuidos hacia la niñez, la corrupción y los desfalcos multimillonarios.
Veamos primeramente, el alto perfil educativo. Desde ahí, la definición de nuestro México permite quizás que cada experto en los temas actualmente dañados por la izquierda en el poder, escriba un libro.
Sí, porque viendo a profundidad cada tema, sobran elementos históricos, fundamentos económicos, razones sociales, condiciones ambientales, motivaciones legales, orígenes costumbristas, propiciaciones culturales e innovadoras, que las personas con alto nivel de educación utilizan como herramientas intelectuales para exponer la situación real que se vive en la frontera.
En ese nivel de entendimiento, es donde pocos o nadie se explica el porqué de cada una de las cancelaciones, desapariciones, finiquitos, clausuras y cierres de instituciones nacionales hoy desaparecidas.
¡Esos mexicanos fronterizos con alto nivel de entendimiento, reconocen que la destrucción de la plataforma nacional de instituciones creadas por gobiernos anteriores, fue improcedente, porque sí funcionaban!
Ahora bien, en segundo lugar, desde el perfil de los fronterizos que cuentan con una educación mediana con alcance para realizar un análisis que les permita ver y definir lo que a su alrededor se vive, son miles y miles los que maldicen los daños clínicos, las desapariciones humanas, la desatención a la gravedad de la pandemia, la irracionalidad del manejo del cambio de horario y los asaltos en su trayecto al trabajo, entre otros malestares.
Este importante sector poblacional, genera todos los días y cada vez con mayor molestia, conclusiones grupales y familiares, que sumadas, se convierten en pesadas razones populares que abonan irreversiblemente en Reynosa, Tamaulipas, a una inconformidad contra los tres órdenes de gobierno.
Ahora bien, ya en otro tenor de nivel educativo, en el entorno de la desocupación resultante de la falta de atención gubernamental al impulso de la productividad; y sin contar con políticas públicas que actualmente incentiven el emprendimiento comercial, aunque sea a nivel informal, nos vamos a encontrar con segmentos populares cuya mayor preocupación es lo que va a comer hoy la familia.
Ese sector, con baja educación, está mayormente preocupado por la subsistencia familiar, que por el análisis de las perversas causas que llevaron al gobierno federal a desmantelar las instituciones de asistencia social.
Son mexicanos que ignorando que las becas y las pensiones son derechos consagrados en la Constitución, consideran las entregas bimestrales que reciben del banco del bienestar son una piadosa dádiva presidencial a la que están obligados a “corresponder” mediante su voto.
Finalmente, veamos el grupo ciudadano más tristemente dañado por la destrucción cotidiana de conciencias mexicanas.
A éste, lo encontramos en el sector poblacional más joven de todas las latitudes de México.
Su característica común es la más peligrosa: La indiferencia absoluta hacia el curso que ha tenido, que tiene y que vaya a tener la nación.
Me refiero a los jóvenes…
No tienen, ni programas sociales de inducción masiva a la plenitud creativa, ni mecanismos interinstitucionales que refuercen sus capacidades artísticas o instituciones culturales dedicadas a orientarlos al encuentro con un primer empleo.
Al gobierno en turno, le pasó de noche la extinción paulatina del civismo en las aulas y, en consecuencia, los jóvenes que hoy deambulan por la nación careciendo de la más mínima lección de lo que es la patria, el amor a México, y el sentido de pertenencia a su Estado, a su ciudad o a su pueblo.
Duele, pero es cierto; nuestros jóvenes son presas fáciles de los perversos adoctrinamientos subterráneos que mañosamente publicitados, favorecen la exaltación de personajes comunistas.
Ellos, nuestros jóvenes, viven embelesados en la pantalla de un celular adquirido y mantenido con el dinero de sus becas.
Y aunque asistan a una escuela, viven ausentes de la realidad, buscando en las redes sociales notoriedad suficiente para sobresalir en la podredumbre noticiosa que, sin escrúpulos, usa los casos criminales de los “chavos” para enriquecerse a través de la apología del crimen y la violencia.
Y pregunto:
Entonces qué, compatriotas fronterizos… ¿Con cuál de los anteriores niveles de entendimiento queremos decidir nuestro destino nacional, estatal y municipal en 2024?
Presidente de la Fundación Colosio, A.C.
en Reynosa, Tamaulipas.