Estados Unidos revienta la cooperación con México

El intervencionismo con guante de auditoría complicará a Sheinbaum el panorama económico, pero es en lo político donde a la presidenta podría atragantársele el problema.
Los buenos oficios y la cabeza fría de la presidenta Claudia Sheinbaum han sido ninguneados por la administración de Donald Trump.
Declaraciones y hechos del gobierno de Estados Unidos de esta semana son flagrantes constataciones del desdén de Washington a la petición mexicana de establecer una relación paritaria, colaboración sin subordinación. El Tío Sam desestima a su vecino del sur.
Trump no ha honrado sus públicas palabras de encomio para con la presidenta Sheinbaum. La Casa Blanca actuó desde la estricta unilateralidad al lanzar esta semana un obús en forma de acusación a tres instituciones financieras mexicanas de estar ligadas a los carteles.
La casa de bolsa Vector, CIBanco e Intercam fueron señalados el miércoles por la oficina de la Red de Control de Delitos Financieros (FinCEN), del Tesoro de EE UU, de haber participado en esquemas de lavado de dinero, o transacciones con, grupos criminales.
La acusación puso de cabeza a todo el sistema bancario de México y al gobierno de Sheinbaum.
En el plano financiero, la secretaría de Hacienda se vio obligada a intervenir a las tres instituciones luego de percibir problemas en la capitalización de esas empresas, que por cierto negaron, cada cual por su lado, toda irregularidad o delito.
Aunque el volumen que representan esas instituciones, menos del 1% del sistema a decir de Hacienda, parece lejano a comprometer a toda la banca mexicana, compuesta de medio centenar de firmas, el riesgo está lejos de conjurarse.
Porque la acusación abrió la caja de Pandora y ¿quién puede apostar a que EE UU no continuará su embate contra la banca mexicana? De forma que junto con la duda de qué va a ser de los tres acusados, hay otra que busca explorar quién más está en la mira del FinCEN.
Y no hay manera de saber si Sheinbaum puede responderle a la banca mexicana y a la ciudadanía la duda sobre qué más trama del departamento del Tesoro. La presidenta y Hacienda se quejan desde el miércoles de que no tuvieron acceso a las pruebas de lo acusado.
Ésa es la zona cero del golpe de Trump a México.
El gobierno de Sheinbaum luce descolocado porque Estados Unidos le regatea los indicios probatorios de tan fuerte acusación. Aunque ella tiene razón al reclamar el desdén, ello no remedia la incertidumbre, y, por el contrario, siembra dudas del calado real de su relación con Trump.
No porque sea añeja la desconfianza de Washington en las instituciones mexicanas de procuración de justicia, por las que nadie en ambos lados de la frontera mete la mano al fuego, será fácil para la presidenta hacer creíble el discurso de que Trump la respeta.
Y el propio EE UU estará atento a ver lo que hacen las autoridades mexicanas con las tres instituciones financieras señaladas. El que los estadounidenses sean díscolos con la evidencia no significa que se abstendrán de juzgar lo que haga o no haga México en el caso.
Si lo que Sheinbaum pretendía con EE UU era un acuerdo macro, una negociación donde comercio, migración y seguridad fueran concatenados, esta semana ya le dijeron, con hechos y palabras, que al menos en el tercero de esos temas no confían en su gobierno.
Por si quedara alguna duda, a horas de conocerse la acusación de FinCEN, la fiscal de Estados Unidos, Pamela Bondi, puso a México la etiqueta de "adversario" y prefirió evadir en público la pregunta sobre si Sheinbaum estaba cooperando a satisfacción en seguridad.
Un "uno-dos" que manda a la lona la oferta mexicana de diálogo en equidad de condiciones. Golpes que obligan a la nación a asumir que la administración Trump no refrena su ADN pendenciero y nos ve, palabras de Bondi, como a Irán, al que bombardearon hace días
Este intervencionismo con guante de auditoría complicará a Sheinbaum el panorama económico (la incertidumbre en las finanzas no necesitaban de más turbulencias), pero es en lo político donde a la presidenta podría atragantársele el problema.
La acusación de FinCEN tiene una dedicatoria. Estados Unidos usa sus nuevas leyes sobre el combate al fentanilo como una arma para desacreditar a México, su banca y sus instituciones. Porque aquí Washington abrió un frente de combate no solo contra los cárteles.
El Gobierno está en el banquillo, sospechoso por su incapacidad para detectar lo que el Tesoro acusa: que en la banca mexicana sirven a los cárteles. Sheinbaum hace bien al demandar evidencia, pero EE UU no concede a los acusados y a su gobierno la presunción de inocencia.
La cosa se le enreda a Claudia aún más porque en ese juicio van su gobierno y el de su predecesor, porque una de las entidades acusadas es de un compañero de la causa morenista, y sorpresas te da la vida, porque entre los implicados en la trama está Genaro García Luna.