Japón una sociedad que tiende a desaparecer
La economía de Japón es la tercera mayor a nivel mundial, tras los Estados Unidos y China. La cooperación entre el gobierno y las industrias, la costumbre japonesa del trabajo duro y el dominio de la tecnología han llevado a Japón al éxito económico del que disfruta hoy en menos de medio siglo.
A pesar de su éxito económico enfrentan nuevos retos, bien se dice que no se puede tenerlo todo en la vida; se estima que Japón, con una población de 125 millones de habitantes, tuvo menos de 800.000 nacimientos el año pasado, cuando en la década de 1970, esa cifra superaba los dos millones.
Las tasas de natalidad están cayendo en muchos países, incluidas las naciones de Asia; en el mes de marzo, China reportó su primera caída de su población en 60 años.
Pero el problema es particularmente grave en Japón, ya que la esperanza de vida ha aumentado en las últimas décadas, lo que significa que hay un número creciente de personas mayores y una cantidad cada vez menor de trabajadores para costear las jubilaciones.
Japón ahora tiene la segunda proporción más alta del mundo de personas mayores de 65 años, alrededor del 28%, después del pequeño estado de Mónaco, según datos del Banco Mundial.
Fumio Kishida, primer ministro de Japón busca desesperadamente priorizar la atención en las políticas relacionadas con los niños y su educación; considera que eventualmente el gobierno debería duplicar su gasto en programas relacionados con la infancia. Espera que este mes se establezca una nueva agencia gubernamental para enfocarse en el tema.
Los gobiernos japoneses han intentado promover estrategias similares antes, pero no han tenido éxito. En 2020, investigadores proyectaron que la población de Japón caería de un máximo de 128 millones en el 2017 a menos de 53 millones para fines de este siglo, actualmente su población es de poco menos de 125 millones. Para 2050 podría perder una quinta parte de su población actual.
La caída de las tasas de natalidad está impulsada por una variedad de factores, incluido el aumento del costo de vida, más mujeres que acceden a la educación y el trabajo, así como un mayor acceso a los métodos anticonceptivos, lo que lleva a muchos padres a elegir tener menos hijos.
A pesar de esta crisis de población en este país se han implementado también leyes de inmigración estrictas. Pero algunos expertos ahora dicen que las reglas deberían ser más sencillas para ayudar a abordar el envejecimiento de la sociedad. Sin embargo, su hostilidad hacia la inmigración no ha flaqueado. Solo alrededor del 3% de la población de Japón nació en el extranjero, en comparación con el 15% en el Reino Unido. En Europa y América, los movimientos de derecha lo señalan como un brillante ejemplo de pureza racial.
Pero Japón no es tan étnicamente puro como podrían pensar esos admiradores. Están los "ainu" de Hokkaido, los "okinawenses" del sur, medio millón de coreanos étnicos y cerca de un millón de chinos. Luego están los niños japoneses con un padre extranjero, estos niños biculturales son conocidos como "hafu" o mitades, un término peyorativo en su sociedad.
La cultura popular los idolatra como "más bellos y talentosos". Pero una cosa es ser idolatrado y otra muy distinta ser aceptado.
Eso hace que Japón sea un ejemplo de qué le sucede a un país que rechaza la inmigración como solución a la caída de la fertilidad. Los salarios reales no han crecido en 30 años. Los ingresos en Corea del Sur y Taiwán han alcanzado e incluso superado a Japón.
Las costumbres y tradiciones que los hacen sentir tan orgullosos son las mismas que los están orillando a una futura crisis económica por no poder solventar las jubilaciones de sus personas mayores por falta de trabajadores jóvenes que aporten con sus impuestos.
Japón tienen un proverbio que dice "No retengas a quien se va, ni rechaces al que llega" proverbio que ellos mismos deberían aplicar.