La Cultura Vial que viene
"Necesidad", es una palabra que bien podría ser utilizada, si quisiéramos encontrar el origen motivacional de la transportación como concepto de cambiar de un lugar a otro a un objeto o a un ser humano.
Y ya sea tratándose de humanos, de animales o de bienes, la transportación desde los orígenes de la humanidad, ha tenido una gran importancia para la vida cotidiana del hombre.
Actualmente, desde tener una necesidad no urgente para mover algo de lugar y hacerlo cuando se pueda; hasta estar obligado mediante un contrato a realizar un cambio de lugar de alguien o algo, bajo una cronología rigurosa, la transportación está asociada, queramos o no, con todo género de dinámica inherente a todas las sociedades.
Y es así, como las sociedades de todo el mundo, en función de su actual nivel de eficiencia y eficacia en sus medios de transportación, ofrecen la posibilidad de ver con transparencia, sus niveles de educación y cultura.
Es decir, las sociedades que se autoabastecen de transportación digna y la cuidan, son sociedades de vanguardia. Las que no, pues reflejan sus deficiencias en cuanto a índices de educación y cultura.
Consecuentemente y ya ubicándonos en Reynosa, Tamaulipas, México, analicemos de manera constructiva, sin pretender molestar o incomodar a alguien en específico, el auto suministro de transportación que tenemos para nuestro diario vivir y obtengamos una conclusión fría, que nos muestre el reflejo innegable de nuestro status educativo y cultural.
En ésta invitación amable a que abramos nuestra visión hasta convertirla en una introspección social, encontraremos que el concepto "transportación" además de servirnos para reflejar nuestro nivel educativo y cultural como sociedad, también nos muestra la calidad de gobiernos que hemos tenido y que tenemos, toda vez que en la organización social que la constitución nos brinda generosamente, corresponde a las autoridades fungir como elementos ejecutivos de una sociedad que le depositó la confianza para crear, administrar leyes y reglamentos, para resolver con eficacia diversas necesidades sociales entre las que podríamos decir, destaca preponderantemente, el rubro que nos ocupa, la transportación.
Sin importar qué se transporte, cada cambio de lugar ya sea de personas o de bienes, debe estar provisto de leyes y reglamentos que lo regulen, que lo vigilen, que lo premien o en su caso, que lo sancionen.
¿Alguna vez en alguna clase de civismo se ha dicho esto? No.
Entonces significa que no fuimos educados atinadamente para estar a la altura de vivir en una de las regiones más importantes del acuerdo de comercio internacional que nos convirtió de la noche a la mañana, desde 1994, en receptáculo geográfico de cientos de miles de nuevos habitantes que hoy, tanto ellos como su descendencia de dos generaciones, son la parte activa de la movilidad vehicular en ésta zona fronteriza mexicana, con la potencia más poderosa del mundo.
Primero, hagamos memoria de nuestros últimos tres días vividos como conductores aquí en Reynosa y encontremos dos ángulos de observación: 1.- desde el volante y 2.- desde la comodidad de nuestro sillón hogareño viendo las noticias.
Porque sentados al volante, sentimos; y sentados en la sala de la casa, solo vemos.
· Acaso no es frustrante ir manejando y ver: choques, atropellamientos, volcaduras fatales, accidentes vehiculares, cerrones, tráileres con excesos de carga en calles hechas para circulación de tráfico ligero, falta de señalamientos oportunos, falta de cortesía para transeúntes de la tercera edad, ausencia de paradas dignas para el transporte colectivo, soberbia e irresponsabilidad de choferes de transporte urbano que se rebasan para "ganar" pasaje en la siguiente parada, falta de puentes peatonales, negación a usar los puentes peatonales, indiferencia a las señales de proximidad a escuelas, prepotencia desde las cabinas del transporte de carga, obreros de ambos sexos indefensos caminando muy aprisa entre un laberinto de cuatro filas de vehículos para llegar a la banqueta de su maquiladora faltando 5 minutos para las 7 de la mañana, conductores que no se orillan cuando una ambulancia o un carro de bomberos está atrás de ellos con la sirena abierta, hombres y mujeres que no avanzan cuando se prende la luz verde porque están terminando un mensaje de WhatsApp, gente que rebasa suicidamente por la derecha, conductores que no se forman en la fila de dar vuelta y al llegar a la esquina se meten a la mala... verdad que sí es para ponernos a meditar?
· ¿No nos mueve a piedad ver escenas de accidentes, robos, asaltos y muertes en calles, carreteras y brechas, provocadas por imprudencias de toda índole?
Bueno, pues yo lo he meditado y creo que sí se puede corregir esa espesa y asfixiante situación de anarquía vial en la que, gobierno y ciudadanos estamos comprometidos a enfrentar con el uso de la razón, la buena voluntad, pero, sobre todo, de la experiencia.
Hablar de la transportación en la región binacional más importante del comercio internacional entre México, Estados Unidos de América y Canadá, demanda que estemos dispuestos en Tamaulipas, a reconocer que nuestra condición geográfica no nos convirtió en automático en una sociedad apta para hacer uso de todo tipo de vías de comunicación con todas las marcas, tipos, modelos o clases de vehículos.
Para estar aptos como sociedad educada y culturizada en materia de transportación y movilidad, tenemos que cambiar y dejar de ser ineptos e irresponsables en todas las edades, actividades y funciones individuales o de grupo.
Desde la primera infancia tenemos que iniciar la educación vial y verla como lo que es: un reflejo absoluto de nuestra manera de convivir como sociedad.
Ya desde hoy, cada uno podemos obligarnos a realizar una campaña familiar, escolar, grupal, de club, de asociación, de ONG o de red social, que genere una nueva actitud ante el volante; una que esté apegada y respetuosa de las normas establecidas y aplicarlas bajo toda circunstancia, mirando que nuestros hijos y nietos aprendan con nuestro ejemplo, a aplicar criterios de excelencia educativa y cultural.
Y sobra decir que, de no contar con la aportación de esa calidad de actitud correctiva desde la infraestructura administrativa de los gobiernos de cualquier orden, nuestra sociedad estará condenada a padecer innecesariamente las insuficiencias, las incomodidades, los peligros y las inseguridades que actualmente presenta nuestro paupérrimo sistema de transportación vial.
Sin embargo, yo creo que sí se puede despertar la conciencia ciudadana y consolidar en una acción gubernamental sin precedente organizativo y transparente a los ojos de toda la sociedad, los enfoques más generosos y virtuosos de quienes utilizan, prestan, contratan, vigilan y circulan por las mismas vías que lo hacen los servicios públicos y privados de transportación.
Una sociedad fronteriza como la tamaulipeca de Reynosa, tan fuertemente ligada a los estándares más elevados de productividad y competitividad maquiladora, contra toda lógica de desempeño social permitido en el pasado, está obligada moralmente a resolver en el Siglo XXI, su propio auto abastecimiento de una buena calidad de transportación.
Y refiriéndome directamente a Reynosa, Tamaulipas, considero que la ilógica anarquía vial surgida como resultante de la velocidad del crecimiento poblacional iniciado en 1984, aparejada con la indiferencia trans-trianual de las autoridades locales hacia la transportación, tiene solución. Al menos, esa es mi percepción.
La experiencia en Reynosa, nos muestra que históricamente el tema de las rutas, puede convertir la paz en guerra. Así mismo, que la voluntad del Ejecutivo Estatal tradicionalmente se ha encontrado muy distante geográfica y políticamente de privilegiar con, aunque sea mediana atención, este tema que, por ser tradicionalmente manejado con inercia sexenal y trianual, se prefiere no tocar.
Y aquí es donde ya vamos a entrar en el punto crítico de éste modesto análisis.
Yo creo que, no porque el ancho de las calles y las avenidas de Reynosa, no sea uniforme y suficiente para la población actual, nuestra capacidad organizativa como sociedad, también deba ser estrecha e insuficiente. Sé bien y sé cómo, el servicio público y privado de transportación, puede llegar a ser de excelencia social, si, concesionarios, autoridades y ciudadanos, nos ponemos de acuerdo.
Ello exterminará el virus de la anarquía vial masiva que aparentemente no se puede controlar, pero que yo estoy seguro, que sí se puede.
Erradicar en Reynosa, el exceso de confianza en la alta velocidad y en las maniobras suicidas voluntarias e involuntarias de la transportación pública y privada, algún día, si nos ponemos de acuerdo, reflejará que nuestra sociedad sí tuvo el acierto de organizarse a principios de siglo XXI, para modificar su educación y se auto gestionó para sí misma, una inteligente y nueva cultura vial.
Presidente de la Fundación Colosio, A.C.,
Filial Reynosa, Tamaulipas.