La historia del narco está por (re)escribirse

Con la entrega a Estados Unidos de 29 capos mexicanos, se produjo un giro que transformará medio siglo de lucha contra las drogas
La historia del narco mexicano vivió este jueves un giro que reescribirá medio siglo de la lucha en contra de las drogas.
Con la entrega a Estados Unidos de 29 narcotraficantes, en una movida política que supondrá, primero que nada, un aluvión de discusiones sobre la legalidad de esa expatriación, la presidenta Claudia Sheinbaum ha tomado su primera gran decisión sexenal.
Sheinbaum optó por aliarse con Washington y entregar un montón de bad hombres, ofrenda con la que se pretende evitar los aranceles; es un paso que obliga a preguntar al Gobierno de México, y a preguntarse en voz alta, a cambio de qué y con qué probables consecuencias.
Desde el jueves, el crimen organizado que campea a lo largo y ancho del país sabe que la presidenta que aún no cumple ni un semestre en el cargo tiene la mano tan firme como para cancelarles un futuro en una prisión mexicana y el llevadero limbo de juicios que se eternizan.
Extradiciones múltiples, o como vía para amedrentar a insumisos criminales, no son nuevas. Entrega fast track a los sheriffes estadounidenses, en cambio, constituye todo un cambio de las reglas del juego si no se descarta la pena capital para los expulsados.
Sheinbaum ha abierto una caja de Pandora. Las consecuencias de tratar de apaciguar a Donald Trump dándole criminales sin mediar proceso de extradición que conjure la posibilidad de una inyección letal, se verán en los días por venir. Ya nada será igual. Ojalá sea para bien.
Como todo sismo, en este se resentirán las oscilaciones de distinta forma dependiendo el suelo en que se esté parado. Para los criminales, el Gobierno de la República es un nuevo enemigo. No que antes fuera su amigo, pero la obvia connivencia es cosa del pasado.
Una delincuencia que se asumía como más lista que los Gobiernos de México, y más astuta que los pinches gringos, se resistirá a aceptar el nuevo "orden" mundial impulsado por Trump y aceptado por Sheinbaum.
Sabíamos que la llegada del republicano a la Casa Blanca supondría cambios. Algunos de los pronósticos más descabellados se están quedando pálidos: ¿para qué lanzar ataques con drones en suelo mexicano si Omar García Harfuch me los entrega sin papeleo?
Los narcos se sentirán traicionados. Daban por cierta una mala interpretación del patriotismo. Nunca entendieron que el "no me vengan conque la ley es la ley" les terminaría alcanzando también a ellos, y en la peor de sus versiones: se quedaron sin defensa alguna.
Las toneladas de dinero sucio con el que compraban policías, fiscales y hasta jueces acaba de entrar en un escenario donde esos billetes podrían volverse papel mojado, bilimbiques sin valor ante los deseos de venganza de Washington y la debilidad mexicana.
El sentimiento de traición de los cárteles, que apelaban al supuesto patriotismo del Gobierno para sentirse a salvo de la nostalgia estadounidense por llevar a forajidos a la horca, podría causar en México una escalada de violencia de impredecibles consecuencias.
Quién descarta que querrán resistir con metralla y bomba la decisión del Gobierno de Sheinbaum. Y que querrán cobrar a sus amigos en la política el incumplimiento del pacto: el dinero que entregaron para que no se les molestara será reclamado con intereses y metralletas.
Claudia Sheinbaum reescribe la historia del narco mexicano. Ni Felipe Calderón se atrevió a tanto, y así nos fue. La decisión de la presidenta, que implica valor y temeridad, será aplaudida por muchos: se vuelve indiscutible la decisión que ha demostrado para atacar a criminales.
Sin embargo, la Presidencia de la República abrió un delicado espacio de "todo vale". A Sheinbaum no la detuvieron ni juicios ni amparos: entregó a gente que no tenía ni dos semanas de aprehendida, y a santones de la leyenda negra del narco que litigaban su extradición.
Las capas tectónicas de los bajos fondos comenzarán a crujir. Si ser detenidos no es opción, pues acaba de inaugurarse por todo lo alto el riesgo de resultar expatriados con lujo de publicidad y sin garantía de vida, a qué estarán dispuestos los delincuentes con tal de no caer.
Urge que la presidenta Sheinbaum explique a fondo la entrega de 29 narcotraficantes realizada el jueves. No solo se tiene que saber a cambio de qué fue tal despacho de connacionales, sino los escenarios de represalias que analizaron, y cómo han de conjurarlos.
La versión de que jueces estaban por liberar a varios de esos capos es, además de poco creativa en la coyuntura de su embate contra el Poder Judicial, insuficiente dada la envergadura de la decisión tomada, aunque esta se quiera atribuir a su gabinete de seguridad.
Las y los mexicanos tienen que ser alertados por su Gobierno de las implicaciones de este cambio de estatus. Qué mejor noticia sería el que a partir de ahora el Gobierno sea más fuerte e imponga su supremacía a criminales que son, en varias regiones, el gobierno de facto. Es, desde luego, prematuro decretar tal fortalecimiento.
Los grupos criminales difícilmente experimentarán una desbandada ante esta muestra de fuerza del Gobierno. No solo porque también en los mercados ilegales prima la ley de la oferta y la demanda, sino porque faltarían muchos golpes para desmantelar las redes criminales.
Y faltaría algo que se antoja muy complicado para Morena. La sierra eléctrica de Sheinbaum tendría que cortar cabezas a la hidra de la narcopolítica. Sin eso, lo del jueves quedará reducido a complacencia con Trump, no a decisión definitiva para acabar el poderío criminal.