La nueva línea de ataque demócrata
Los demócratas estadounidenses han dado con un mensaje que puede hacerles arañar décimas porcentuales en las encuestas: Donald Trump y su candidato a la vicepresidencia, J. D. Vance, son raros. No solo ellos: también los políticos trumpistas que se exhiben con fusiles automáticos e incluso muchos de los asistentes a los mítines del expresidente. Eso es lo que dicen miles de tuits y publicaciones en Instagram y en TikTok. Y, aunque parezca también raro, está funcionando. Al menos de momento.
Todo es culpa de Tim Walz, gobernador demócrata de Minnesota y uno de los nombres que suena como posible candidato a la vicepresidencia. Lleva meses usando este adjetivo para referirse a Trump y a Vance, según explica The New York Times, pero el término se ha popularizado en los últimos días gracias a un fragmento de una entrevista que el gobernador compartió en su cuenta de X. "These guys are weird", estos tíos son raros, decía Walz: "Quieren llevarse libros. Quieren meterse en tu consulta médica. A eso se reduce todo. No lo suavicemos: estas ideas son raras".
La palabra es sencilla y el mensaje es claro. No hay retórica ni conceptos abstractos, solo cuatro letras que ayudan a formular algo que llevaban años pensando los votantes demócratas estadounidenses. La palabra ha calado lo suficiente como para que el equipo de campaña de Kamala Harris la use en sus cuentas de redes sociales, además de algunos nombres importantes del Partido Demócrata, como la congresista Alexandria Ocasio-Cortez, el senador Joe Manchin e incluso Josh Shapiro, gobernador de Pensilvania y otro de los nombres que suenan para la candidatura a la vicepresidencia.
Los que se lo están pasando mejor son los tuiteros de a pie, que han recobrado la esperanza en una derrota de Trump tras meses de encuestas negativas y dudas sobre el presidente, Joe Biden. Hay tuits que recuerdan la campaña de los republicanos contra los M&M´s porque una de las mascotas se puso zapatos con algo de tacón, fotos de colaboradores de Trump que parecen villanos de Batman y vídeos del ahora trumpista Elon Musk bailando raro.
En respuesta, tuiteros y políticos republicanos llevan días intentando desmentir que la derecha trumpista sea rara o que el adjetivo les moleste. Pero al hacerlo solo demuestran que la etiqueta ha tocado fibra sensible y, además, acaban por dar más difusión a un concepto que está quedando asociado, fundido casi, con los republicanos. En especial con J. D. Vance, que estos días también se ha tenido que enfrentar al rumor falso (y ya meme) de que en su autobiografía confesaba haber mantenido relaciones sexuales con un sofá. No "en" un sofá, sino "con" un sofá.
Es muy difícil defenderse de una acusación así. La de raro, digo. ¿Cómo demuestras que no eres raro? O es evidente o muy normal tampoco es que seas. Además de eso, el gobernador Walz ha sabido detectar que Trump puede ser muchas cosas más o menos peligrosas, pero todas tienen algo en común: son raras. Y es raro que el Partido Republicano, el partido tradicionalmente defensor del orden, de los trajes grises y de las banderas estadounidenses, se haya quedado en esto, en un grupo de gente obsesionada con si las mujeres tienen hijos, con cómo ríe Harris o con la fantasía de que Trump ganó las elecciones de 2020.
Esto tiene varios riesgos. Uno de ellos es la sobreactuación y sabemos que tanto a políticos como a tuiteros les encanta sobreactuar. Esta podría ser una de esas cosas que solo tienen gracia las primeras 17.000 veces. A partir de la 17.001, el raro ya eres tú. Pero el riesgo que más nos debería preocupar a nosotros, los españoles, es que nuestros políticos de izquierdas quieran importar la etiqueta. Entiendo la tentación, porque hay gente rara en todas partes (incluidos muchos grupos de Telegram), pero parecería impostado y no tengo claro que pueda funcionar. Pensemos por ejemplo en el líder de la oposición: de Alberto Núñez Feijóo se pueden decir muchas cosas (como de cualquiera de nosotros), pero raro, raro, no es. Cuando te enteras de que fue presidente de Correos entre 2000 y 2003, lo primero que piensas es "hombre, por supuesto". Y, la verdad, se agradece.