Las dos guerras de Calderón
“Chaparrito, pelón, de lentes”, así describía MANUEL ESPINO BARRIENTOS, dirigente nacional del PAN en 2006, a quien fuera su candidato a la Presidencia, FELIPE CALDERÓN HINOJOSA.
Jamás se llevaron bien, entre otras razones porque ESPINO era un soldado de VICENTE FOX y respiraba por sus fobias. Sobre todo cuando el delfín de VICENTE, su brazo derecho SANTIAGO CREEL, fue derrotado en la contiende interna por CALDERÓN.
A regañadientes, FOX hubo de apoyar a FELIPE por ser todavía mayores sus temores y malquerencias hacia el gallo de la izquierda LÓPEZ OBRADOR.
El propio ESPINO BARRIENTOS fue uno de los principales instigadores del desafuero montado contra ANDRÉS MANUEL en 2005, buscando impedir su candidatura.
El historial de ESPINO lo identifica con la extrema derecha; se le señalan nexos con el Yunque. Lo cual no impidió que años después, en 2018, fuera cooptado por AMLO para incorporarlo al equipo.
Como morenista converso, fue director nacional del CONALEP y en septiembre pasado se estrenó como diputado federal en la flamante LXIII Legislatura. Con la camiseta guinda, desde luego.
Hoy figura en las noticias por su propuesta de dialogar con las bandas del crimen organizado. Tema alarmante, viniendo de quien viene.
EL REINCIDENTE
También CALDERÓN ha vuelto a ser noticia por la terquedad de sus admiradores que reciclan en redes conferencias y entrevistas de meses y años anteriores. Entre ellas, una charla con EL FINANCIERO que data de abril pasado.
Misma que este domingo comentó el propio expresidente citándose a sí mismo en su espacio de #RedX (https://tinyurl.com/yofv9l7a) y puede verse en el portal de VIMEO (https://tinyurl.com/yqpjbkks).
Argumentos que ya hemos escuchado como el que “yo sí combatí a la delincuencia y al crimen organizado” o “la violencia se debe a la disputa territorial entre grupos y a la ausencia del Estado que deja a los ciudadanos a merced de los criminales.”
Nada nuevo en la narrativa autojustificatoria que maneja desde su retiro frente a libretas, cámaras y micrófonos de la más variada índole.
Hay también cierta vigencia noticiosa de este personaje ante el caso aún vivo (y con desenlace inminente) de GENARO GARCÍA LUNA, declarado culpable en febrero del 2023 por tres delitos: conspiración con el narco, pertenecer a una organización criminal y emitir declaraciones falsas al gobierno gringo.
CASO POR CONCLUIR
En su conferencia de este lunes, la presidenta SHEINBAUM contestó al mensaje de CALDERÓN al precisar que el susodicho “sale con un tuit diciendo que combatió al narco cuando dentro de dos días van a dictarle sentencia a su secretario de Seguridad por colusión con el narco. A ver, explíquenme eso, es cinismo la verdad” (https://tinyurl.com/ypbjqc4k).
Y bueno, salvo cambio de último momento, la Corte Federal de Brooklyn, a cargo del juez BRIAN COGAN, informará del castigo el próximo jueves 16.
La fiscalía de Estados Unidos está pidiendo una pena corporal que iría desde 20 años de prisión hasta cadena perpetua, más una multa de cinco millones de dólares (https://tinyurl.com/2x29ss3e).
Siendo un acusado muy mañoso y con abogados tan bien pagados, a nadie sorprendería que mediante algún artilugio jurídico quiera ganar más tiempo y postergar de nuevo la sentencia.
La del entrante jueves es la quinta fecha, luego de cuatro cancelaciones marcadas en el calendario los días 27 de junio de 2023, 3 de marzo de 2024, 6 de junio de 2024 y el reciente 9 de octubre de 2024.
La opinión pública espera una resolución definitiva del caso, después de la cual GARCÍA LUNA dejará de ser noticia para ingresar al túnel más oscuro de su historia. Por sí o por no, lo sabríamos esta semana.
PRECISIÓN NECESARIA
Se diría que CALDERÓN encaró dos guerras en paralelo durante su mandato. Perdió las dos, una de ellas por default. La más visible fue contra las cúpulas mafiosas.
Ante una opinión pública que lo catalogó de espurio, su ingrato afán de mostrar pantalones lo llevó a un choque frontal contra los capos más poderosos del país, con el entusiasmo de un cazador.
Por el litoral del Pacífico, cayeron ARTURO y CARLOS BELTRÁN, EDGAR VALDEZ, SERGIO VILLARREAL y NACHO CORONEL. En la costa atlántica EZEQUIEL CÁRDENAS y HERIBERTO LAZCANO. Por el cártel de Tijuana TEODORO GARCÍA y en Juárez JOSÉ ANTONIO MEDINA.
¿Resultados?, la DEA le palmeó la espalda al presidente y HILLARY CLINTON condecoró a la procuradora MARISELA MORALES. Aunque la criminalidad no disminuyó un milímetro.
Entre otras razones porque hubo una segunda guerra que el calderonismo jamás libró. El combate a los grupos locales, responsables directos en la mayor parte de los delitos graves: asesinato, secuestro, extorsión, robo con violencia.
Para este frente FELIPE solo tenía regaños. Peroratas nerviosas desde su más alta tribuna y una obsesión patológica por culpar a gobernadores y alcaldes.
Lo vimos en las masacres de San Fernando donde los efectivos de SEDENA se negaron a intervenir en defensa de la población, pretextando “órdenes superiores”, mientras el presidente pegaba de gritos contra las autoridades locales.
Importa tener en cuenta todo esto, hoy que se ha puesto de moda recordar la ineficaz estrategia del sexenio aquel. Cabría preguntar a cuál guerra de CALDERÓN se refieren, ¿la que perdió o la que nunca libró?
Son, en efecto, dos frentes distintos.
BUZÓN: lopezarriagamx@gmail.com
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