Lo bueno y lo preocupante de la estrategia anticorrupción de Sheinbaum
De resultar ganadora, esperemos que el nuevo sistema sea implementado cabalmente
Esta semana, la candidata a la Presidencia, Claudia Sheinbaum, presentó la Estrategia Nacional Anticorrupción de la mano de Javier Corral, miembro de su consejo asesor. Se trata de una serie de propuestas transversales para combatir de manera integral el problema de la corrupción.
La propuesta distancia a la candidata de la postura mantenida durante este sexenio, en el que la figura del presidente se ha erigido como la representación del remedio a los problemas sociales. Sheinbaum parte de la premisa de que no basta con tener gobernantes honestos —sustituyendo así la posición de AMLO basada en los buenos deseos y la altura moral— para presentar una agenda más técnica y con políticas concretas.
Quizás la propuesta más sugestiva es la creación de la Agencia Federal Anticorrupción, que tendría como objeto la investigación, persecución y sanción de funcionarios públicos y contratistas, en casos de corrupción. En el mismo sentido, la conformación de fiscalías y tribunales especializados en la materia abonarían al fortalecimiento y consolidación de un aparato institucional con mayor capacidad para hacer frente a la corrupción.
Como parte de la mejora en los mecanismos de investigación y sanción de actos de corrupción, la estrategia contempla una serie de acciones complementarias. Primero, la transformación digital en las organizaciones gubernamentales reduciría las interacciones entre particulares y servidores públicos, disminuyendo los espacios para el soborno o la extorsión. Segundo, la capacitación, profesionalización, y coordinación entre autoridades facultadas para la función anticorrupción facilitaría la detección y el combate en contra de los casos que surjan. Al respecto, se prevé también un esquema nacional de denunciantes de corrupción que, además del anonimato y la protección que otorga la Secretaría de la Función Pública (SFP) actualmente, ofrezca incentivos, como las recompensas. Tercero, una reforma constitucional y legal que dé sustento a la política anticorrupción que se plantea. Si bien todas ellas son positivas y necesarias, es un error creer que un problema sistémico como la corrupción se va a solucionar nada más por crear leyes o políticas. Hace falta implementar las regulaciones existentes, cobrando por ejemplo los 2.5 mdp de multas sin saldar impuestas por la SFP a empresas por violar las leyes de las compras públicas en los últimos 20 años, además de sanciones visibles y emblemáticas.
Otra cuestión preocupante es que el modelo de implementación propuesto para la Agencia Federal Anticorrupción la vuelva dependiente del Ejecutivo Federal, ya que quedaría supeditada al control y los intereses de una rama del gobierno cuya estructura estaría encargada de fiscalizar. La efectividad del combate a la corrupción conlleva necesariamente la consolidación de instituciones independientes e imparciales, con suficiente capacidad técnica, económica e institucional para realizar sus funciones.
La estrategia anticorrupción de Sheinbaum llega en el momento perfecto, esperemos que, de resultar ganadora, el nuevo sistema anticorrupción sea implementado cabalmente y no se quede en lo meramente declarativo. Difiero con la idea de que la corrupción "no es un asunto cultural"; está tan arraigada en las y los mexicanos, que muchas veces pasa inadvertida y la mayoría de ellas permanece indemne. México es un país de leyes, ojalá el siguiente gobierno trabaje para que se convierta en un país donde impere la ley.
@EuniceRendon