Columnas -

Manipulación política del pasado

  • Por: CARMEN DOMINGO
  • 03 OCTUBRE 2024
  • COMPARTIR
Manipulación política del pasado

"Envié una carta al rey de España y otra al Papa para que se haga un relato de agravios y se pida perdón a los pueblos originarios por las violaciones a lo que ahora se conoce como derechos humanos". Esta es parte de la carta que López Obrador envió en 2019 y que ahora ha vuelto a la palestra. 

Sacar al "demonio español" es un mecanismo de distracción que las élites hispanoamericanas, como a la que pertenece López Obrador, tienen por costumbre activar cada cierto tiempo. Sin embargo, hasta los zapatistas lo acusaron entonces de usar a los pueblos originarios con demagogia e hipocresía.

En el "revisionismo histórico" en que andamos inmersos, el relato de que España debe disculparse de lo que sucedió durante la conquista lleva años fraguándose desde la izquierda líquida, la nuestra y la suya. Una leyenda negra que exige que España pida perdón a los pueblos originarios. Algunos políticos, en un alarde de desconocimiento histórico, hasta dicen que hay que pedírselo a México, olvidando que no existía cuando llegaron los españoles.

Esta demanda supone un despropósito y evidencia falta de cultura histórica.

Lo primero, la fama de villano de Cortés. Lejos de ser el "mata indios y roba tesoros" que nos han vendido en no pocas ocasiones, fue en realidad el inventor de México. Un estadista, los historiadores dicen que de talla indiscutible, que crea un Estado nuevo. 

De hecho, cuando llegó a Mesoamérica se encontró con un buen número de pueblos nativos, dominados por los aztecas, que se lanzaron en brazos del pacense para que los ayudara a librarse de estos últimos, que los tenían oprimidos y maltratados. 

Es inverosímil pensar que los 500 hombres que desembarcaron, que al llegar a Tenochtitlan apenas llegaban a 300, podían llevar adelante solos una conquista, sin la ayuda de los totonacas y los tlaxcaltecas. Así pues, en un giro que nos rompe el relato, la conquista no la hizo Hernán Cortés, sino que la hicieron unos indígenas sobre otros. No me pondré feminista, porque no toca ahora, pero en realidad la auténtica artífice fue una mujer: Marina.

La segunda, las colonias. Nunca hubo colonias españolas en América, España lo que tuvo fue un virreinato y provincias de ultramar. El Imperio era uno solo, el Impero Español. Luego llegó la independencia, en 1821, y entonces los mexicanos, tras la guerra con Estados Unidos, vendieron una parte de su país. El 55% del territorio (California, Nevada, Utah, Nuevo México, partes de Arizona, Colorado, Oklahoma, Kansas y Wyoming) pasó a Estados Unidos, a cambio de 15 millones de dólares, más bien lo regalaron. Y esa venta incluía a sus pueblos originarios, que acabaron por casi desaparecer en esa zona. De ellos, López Obrador ni se acuerda.

La tercera. Si hay una característica de la relación que se estableció entre unos y otros esa es la cultura del mestizaje característica de esa época entre los nativos y los españoles (a diferencia de franceses, ingleses, y por supuesto belgas).

Y la última. En Nueva España, en 1821, el 60% de la población hablaba alguna lengua indígena. A día de hoy, bastantes después de la independencia, el porcentaje de hablantes cae al 6,6%, como explica el periodista mexicano Juan Villoro. No hay que ser una analista avezado para darse cuenta de que fue el México independiente el que elimina la lengua indígena o a sus hablantes, no el virreinato español.

Si volvemos al hoy, solo recordar que ninguno de mis antepasados estuvo en América en esa época, pero, estoy segura de no equivocarme, les diría que Andrés Manuel López Obrador tiene nombre, apellidos y una tez que evidencian que sus orígenes no son nativos. Quizás él sí deba pedir perdón.

Vivimos una época en la que la manipulación política del pasado siempre busca encontrar enemigos externos para ocultar problemas internos. ¿De verdad una parte de la izquierda española piensa que va a conseguir algo en esta polémica? ¿Y si pensasen en buscar a los culpables de los feminicidios que suceden en México a diario, o detener a los que violan hoy los derechos humanos y asesinan estudiantes normalistas?

¿Qué pensaríamos en España si, con todos nuestros problemas sociales y económicos, nuestro Gobierno se dedicase a exigir disculpas al primer ministro italiano y a presidentes y emires árabes por las violaciones de derechos humanos de romanos y musulmanes a los hispanos de hace siglos? Lo dicho, un despropósito.


Continúa leyendo otros autores