Columnas - Pensándolo bien

Nahle vs. Yunes, ¿cambio de señal o rivalidades jarochas?

  • Por: JORGE ZEPEDA PATTERSON
  • 20 FEBRERO 2025
  • COMPARTIR
Nahle vs. Yunes, ¿cambio de señal o rivalidades jarochas?

Independientemente de la razón de fondo tras la protesta de la gobernadora de Veracruz, las consecuencias serán saludables

El duro cuestionamiento de la gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, a la incorporación oficial de Miguel Ángel Yunes a Morena puede ser leído de distintas formas. A) Como una lucha de dos poderosos grupos políticos rivales por el control actual y futuro de aquel Estado; b) como una reacción personal de la gobernadora a una familia que no ahorró insultos y campañas sucias en contra de ella; c) como el signo saludable de que dentro de Morena comenzarán a aceptarse discusiones públicas entre distintos puntos de vista, algo que poco o nunca sucedía en el pasado; d) como el primer paso de parte del "bastón de mando", Claudia Sheinbaum, para que su movimiento ponga límites a la estrategia seguida, hasta ahora, de optar por la conveniencia política por encima de consideraciones éticas. 

Y no se descarta, desde luego, que sea una mezcla de varias o de todas las anteriores interpretaciones.

Que el senador Yunes es una figura que daña la imagen de Morena está fuera de duda. Pertenece a una familia originalmente de militancia priista de Veracruz, a la que la necesidad política llevó a migrar de un partido a otro, pero que hasta hace algunos meses se había caracterizado por su antilopezobradorismo. 

Todavía en septiembre del año pasado varios de sus miembros cargaban con procesos penales o averiguaciones por escándalos previos, mismos que casualmente desaparecieron, tras la determinación del senador panista de otorgar el voto decisivo que permitió a Morena la aprobación constitucional de la reforma judicial. 

Todo indicaba que la aparente negociación había quedado saldada con la solución de sus problemas judiciales, pero su reciente designación como presidente de la Comisión de Hacienda del Senado tomó por sorpresa a muchos y provocó indignación en las filas del movimiento. Una cosa era una negociación forzada para obtener un voto de desempate hace cinco meses y otra distinta encumbrar a un exrival con imagen de impresentable y convertirlo en dirigente y operador político de primer orden. 

Su acreditación como miembro de Morena dio el pretexto a la gobernadora Nahle para hacer un extrañamiento político.

Antes de regresar a Nahle e independientemente de sus motivaciones, habría que hacer una observación sobre los dos argumentos que podrían haber conducido a este polémico nombramiento. Ambos hablan pésimo de la conducción política de Morena en las Cámaras. Si entregarle tan poderosa comisión a Yunes forma parte de la negociación para mantenerlo alineado con Morena, tendríamos que concluir que los chamaqueó; porque por donde se vea se trata de un precio demasiado alto, considerando además que hoy la fuerza del partido gobernante es mayor, su potencial para conseguir un voto adicional es enorme ni corre la prisa que en aquel momento existía, horas antes de la decisión definitiva. Y tampoco es que se necesite la fuerza política de los Yunes para conquistar un Estado, pues en Veracruz ya gobierna Morena. 

Es decir, incluso desde la lógica del realismo político o de la noción de un "mal necesario" se trata de un premio absolutamente desproporcionado. Y la segunda hipótesis sería aún peor. Pactos de contubernio entre quienes toman las decisiones de Morena en las cámaras y un grupo político veracruzano caracterizado por sus malas prácticas.

Lo anterior llevaría a cuestionar la premisa que sostiene a Adán Augusto López y a Ricardo Monreal como coordinadores de las mayorías en la Cámara de senadores y en la de diputados, respectivamente. Se supone que los exrivales de Claudia Sheinbaum están allí porque son operadores políticos con la experiencia para asegurar los pactos, las alianzas y, en su momento, la aprobación de las leyes que requiere la 4T. Pero francamente su operación deja mucho que desear, considerando las amplias mayorías con las que cuenta el movimiento y el pésimo récord que ostentan en cinco meses. Groseros intentos de madruguete, desplantes e incongruencias, procedimientos ilegales que obligan a la reposición de procesos, escándalos, acuerdos políticos mal armados y demasiado costosos, como el de Yunes.

Lo cual nos regresa a la protesta de Nahle. Independientemente de la razón de fondo para su intervención, las consecuencias serán saludables. Incluso si se trata de una motivación meramente personal o de rivalidades veracruzanas, es útil comenzar a discutir los límites que tendría que establecer Morena entre la conveniencia política y la congruencia ética. Si bien en política es inevitable buscar un equilibrio entre los principios y la eficacia, como dijo López Obrador, hay muchos casos que llevarían a pensar que en estos años la 4T ha privilegiado la necesidad política y la lealtad partidista por encima de la capacidad y la honestidad. De otra manera no se entiende el reclutamiento de tránsfugas cuestionables, la alianza con los juniors del Verde, con los Cuauhtémoc Blanco o con los Pedro Haces, por mencionar algunos.

Pero es muchísimo más interesante si el posicionamiento de Rocío Nahle gozó de la venia de Palacio Nacional. Imposible saberlo y cualquier consideración en ese sentido sería una mera especulación. La gobernadora pudo haber lanzado su impugnación directamente de su ronco pecho, pero considerando las reglas del juego que existían y la estrecha cercanía que mantiene con la presidenta, no es descartable alguna forma de consulta previa. En tal caso, sería una hábil estrategia de la dirigente máxima del movimiento para hacer un llamado de atención a los excesos de estos coordinadores.

En todo caso, el registro como miembro del partido es lo de menos, aunque sea un acto simbólico importante; lo políticamente grave es su designación como operador político clave en la Cámara.

El desenlace de este affair podría ser cualquiera. Formalmente la papa caliente queda en manos de Luisa María Alcalde y de Andrés López Beltrán, dirigentes de Morena, que tendrán que darle cabida a la protesta de Nahle y correr con los procedimientos jurídicos de "honor y honestidad" contemplados por el partido. Dependerá de las pruebas que la gobernadora pueda presentar. Pero tendría que quedarnos claro que el pulso entre fuerzas internas no es con ellos sino con Adán Augusto López, convertido en padrino de Yunes, y Monreal. Dos lobos que juegan a ampliar su agenda personal con el pretexto de que es la única manera de conseguir los deseos presidenciales de una ley contra el nepotismo y la reelección. La congruencia con las convicciones tiene un costo, en un sentido u otro. A ver cuál se impone. En el fondo Yunes es lo de menos, aunque sea el pretexto para discutirlo.

@jorgezepedap


Continúa leyendo otros autores