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´Narcopandemia´ en Culiacán

  • Por: ANDREA DORANTES
  • 17 SEPTIEMBRE 2024
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´Narcopandemia´ en Culiacán

A finales de julio, Ismael El Mayo Zambada García, supuesto líder del Cártel de Sinaloa, fue secuestrado por hombres que se suponía eran sus socios para ser llevado a Estados Unidos, donde fue detenido, según lo que reveló una carta firmada por él, y que compartió su abogado Frank Pérez. Desde entonces, se auguró una lucha de poder entre grupos delincuenciales en el Estado de Sinaloa. Nada estaba seguro, pero quedaba la zozobra.

Aunque ya se habían presentado diversos hechos violentos que se relacionaban a esta disputa después de la detención del líder delincuencial, no fue sino hasta el lunes 9 de septiembre que llegó lo que muchos llamaron como un "culiacanazo fragmentado", (el término hace referencia a los episodios de caos, pánico y violencia que azotaron la ciudad tras los dos intentos de captura de Ovidio Guzmán López, uno de los hijos de El Chapo Guzmán, en 2019 y 2023) o bien, una "narcopandemia".

¿A qué se refieren con "culiacanazo fragmentado"? En el 2019 el fallido intento de captura de Ovidio Guzmán, quien actualmente también enfrenta a la justicia en Estados Unidos, provocó un escenario de balaceras, bloqueos con autos despojados y posteriormente quemados, y pánico entre la ciudadanía, ya que todos estos hechos se desataron un día jueves 17 de octubre a las 14.30 de la tarde. 

La gente corrió a resguardarse donde pudo, las escuelas y comercios cerraron, y las calles se vaciaron. Miles de personas ya no pudieron regresar a sus casas y quedaron varadas en las calles, por lo que en redes sociales gente con mucha empatía y dispuesta a ayudar publicaba la dirección y fachada de sus hogares para recibir a aquellos desamparados que estaban cerca y que no tenían en donde refugiarse.

Mientras tanto, grupos armados pasaban con sus camionetas por toda la ciudad, despojaban a la gente de sus coches, amenazaban, bajaban a las personas de los autobuses y disparaban con total impunidad. El escenario, digno de una película de Hollywood, se prolongó hasta que cayó la noche. El mensaje era claro: Ovidio Guzmán tenía que ser liberado por las autoridades, si no, a los delincuentes —que incluso son defendidos por algunos desinformados con expresiones como "no son malos" o "ellos nos cuidan más que el Gobierno"—, no les importaría seguir matando gente inocente.

En esa ocasión, 51 reos del Penal de Aguaruto aprovecharon el caos para hacer un motín y fugarse de la cárcel.

Una amiga que vivió este suceso en un supermercado junto a su madre, lugar donde se tuvo que quedar a dormir con cientos de desconocidos, me ha relatado que no pudo salir de ahí hasta el día siguiente. Cuando se desataron las balaceras, corrió junto a su madre y una decena más de personas a resguardarse hacia una oficina que encontraron en su camino. 

Entre los que corrieron a resguardarse a ese sitio, estaba una madre con dos niños no mayores a cinco años, y a pesar de haber vomitado del pánico que sentía, intentaba cantarles una canción para distraerlos del sonido de las balas.

Las autoridades se vieron rebasadas ante un fallido e ineficaz operativo ese 2019, por lo que tuvieron que dejar libre a Ovidio Guzmán. Fue el propio presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien reconoció que se tomó la decisión para evitar un baño de sangre. El primer Culiacanazo dejó muertos y heridos por toda la ciudad, y, sobre todo, un trauma colectivo en los culiacanenses que fueron testigos de las sangrientas balaceras a plena luz del día por las calles de su ciudad.

Y lo que tanto se temía: hubo tiempo, espacio y condiciones para que eso se repitiera. Llegó entonces el segundo Culiacanazo. La ciudad quedaba paralizada por la violencia una vez más. En esta ocasión fue el 5 de enero del 2023, cuando el Gobierno federal intentó otra vez detener a Ovidio Guzmán. Esta vez lo logró.

A diferencia de la primera vez, el operativo inició cerca de las 2.00 de la mañana, cuando la mayoría de las personas estaban dormidas en sus hogares. Al despertar, la ciudadanía en redes sociales se enteró de que varias avenidas de Culiacán estaban bloqueadas con autos quemados, mismos que antes les habían sido despojados a decenas de personas desafortunadas que salieron muy temprano de sus casas sin haberse enterado de lo que estaba pasando.

La ciudad volvió a quedar paralizada un día entero. Con el trauma de no poder salir a realizar las actividades cotidianas porque podrían convertirse en víctimas de alguna bala perdida, las personas volvieron a encerrarse.

Como decía al principio de este texto, casi dos años después, muy temprano el lunes 9 de septiembre se reportaron enfrentamientos entre civiles armados y militares, sobrevuelos de helicópteros de las Fuerzas Armadas, vehículos blindados abandonados y quema de algunas unidades en distintas zonas de la ciudad. Las clases en todos sus niveles fueron suspendidas, al igual que el servicio de transporte público. Las cortinas de los negocios de casi toda la ciudad también fueron cerradas. Los enfrentamientos continuaron hasta la noche.

Al día siguiente las clases se reanudaron, los comercios abrieron y las personas salieron a trabajar, con la confianza de que este tercer Culiacanazo iba a ser, como los anteriores, de un solo día. Más tarde, la población se dio cuenta de que esta vez era diferente, la violencia ha continuado todos los días desde entonces. Por esa razón se ha dicho que es un Culiacanzo fragmentado, de muchos momentos violentos.


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