Nuevas formas de señalar a los judíos
El antisemitismo ha estado vivo durante 2.000 años y es probable que continúe viviendo. Elie Wiesel, superviviente del Holocausto y Premio Nobel de la Paz dijo: "Pensé que la memoria del Holocausto podría avergonzar a los que se jactan de opiniones antisemitas. Me equivoqué. Todavía existe en diferentes países y parece que la gente ya no se avergüenza de ser antisemita".
Desde el 7 de octubre cuando se produjo la mayor matanza de judíos desde el Holocausto, cuando la solidaridad con los judíos por este acto execrable debería haber sido mayor, el mundo ve que los actos antisemitas se han multiplicado no solo con palabras, también con violencia. El judío vuelve a ser el chivo expiatorio. Lo era de la extrema derecha y ahora lo es también de la extrema izquierda en forma de antisionismo.
Cuando se le pregunta a un español judío porqué hacen a los palestinos lo mismo que los nazis hicieron en Auschwitz, eso es antisemitismo. Cuando se grita ¡asesinos! a los judíos de cualquier nacionalidad, eso es antisemitismo.
Cuando se pide a un estudiante judío en una universidad en España que se quite la estrella de David o se le escupe en la cara, eso es antisemitismo. Cuando se marcan viviendas de familias judías o inmuebles que pertenecen a judíos, eso es antisemitismo. Cuando se pinta Free Palestine en la puerta de una sinagoga en España, eso es antisemitismo.
Cuando se pide el boicot y se marca en un plano la localización de comercios judíos, eso es antisemitismo. Cuando desde altas instancias del Estado se justifica y promueven acciones contra el derecho de un país a defenderse del terrorismo, se colabora en el discurso de odio antisemita. Cuando algunos movimientos internacionales se ponen de perfil a la hora de condenar la matanza del 7 de octubre, eso es antisemitismo.
Cuando organizaciones feministas no condenan las violaciones contra mujeres israelíes atacadas atrozmente el día 7 de octubre, la lucha feminista se vuelve antisemita. Cuando algunos medios utilizan símbolos que identifican a los judíos con las acciones de Israel, contribuyen al discurso de odio antisemita.
Cuando las redes sociales permiten insultos contra los judíos, amparados en la libertad de expresión que no es otra cosa que libertad de agresión, eso es antisemitismo. Cuando se llama "lucha armada" a una matanza eso es antisemitismo. Cuando se ataca a los amigos de los judíos, eso es antisemitismo.
Y sí, cuando se grita "desde el rio hasta el mar Palestina vencerá", también es antisemitismo. Cuando se trata a Israel (país en el que el pueblo judío ejerce su derecho inalienable de autodeterminación) de forma distinta a cualquier otro país, es también antisemitismo. Cuando se exige a una persona judía un posicionamiento sobre el conflicto árabe-israelí como condición para participar en un evento eso es antisemitismo.
Cuando se despliega la bandera del antisionismo, que renueva muchos clichés antisemitas, hay antisemitismo, tal y como confirmaron el secretario general de la ONU, Antonio Guterres o el presidente de Francia, Emmanuel Macron. Cuando se culpa a los judíos de controlar las finanzas mundiales o los medios de comunicación es antisemitismo.
En caso de duda, consultar la declaración de antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA) cuya declaración de trabajo refrendó el Gobierno español en 23 de julio de 2020. El antisemitismo es un grave problema que está alcanzado cotas no vistas en los últimos 80 años.
La historia enseña que es el termómetro que indica que una sociedad está enferma, por eso combatirlo incumbe a todas las esferas. Desde el 7 de octubre se han destacado personas que han combatido con valentía y rigor el discurso de odio antisemita y ha habido órdenes políticas para proteger las sinagogas y los lugares de reunión de las comunidades judías. Pero no debemos normalizarlo.
En un país asentado en los valores de libertad y democracia, que una comunidad religiosa deba tener protección policial es una anomalía. Por eso es vital para la salud de nuestra democracia y de nuestra convivencia que asumamos la existencia del antisemitismo y nos comprometamos a combatirlo. El antisemitismo empieza por los judíos, pero nunca termina con ellos.