Orquesta o Gobierno, es igual
Me refiero a dirigir.
Se necesita tener buen oído para notar cualquier desafinación en los instrumentos y corregir de inmediato el error.
Se necesita saber leer la partitura que se tiene enfrente, para respetar los tiempos, la intensidad, el volumen y el ritmo que el autor dejó marcados.
Se necesita pasión, para que nada detenga la función.
Por eso, no cualquiera está capacitado para llevar la batuta ya sea de una orquesta o de un país, o de un Estado o de un Municipio.
Porque dirigir una orquesta y gobernar con plenitud, es exactamente, lo mismo... se ocupa experiencia en el oficio.
Así como una obra clásica no puede ser modificada irreverentemente para convertirla en reguetón, tampoco la pauta constitucional de un país democrático puede ser ultrajada para convertir la libertad en mordaza, la inspiración en resignación, la gratuidad en pago forzoso o los sueños de progreso en desvelos de frustración.
¿Pero quién juzga?
En ambos casos el público.
Y aquí es donde el público entra en juego, ya sea para aplaudir o para rechiflar al director de la orquesta o al gobernante.
Esto último, no varía. Siempre hay una opinión crítica del público, que pasa por encima de quienes pagados o no, opinan maravillas de los malos directores de una obra o de los malos gobernantes.
El juicio calificador popular, es una constante que ya sea a gritos o en murmullos secretos, fluye, permea y se expande hasta cubrir todo el teatro o en el caso de que se esté juzgando a un gobierno, el territorio nacional.
Hablo de: La Respetable Opinión Pública Nacional.
Ésta, existe y es solamente una; no se puede cambiar.
Sin importar los miles de millones de pesos que el gobierno federal y los gobiernos estatales gasten todos los días para tratar de presentarles a todos los mexicanos una realidad que no existe, la mala dirección (léase mal gobierno), ya creó una corriente de pensamiento que, inevitablemente impactará en los próximos conteos de votos de las urnas en 2024. No van a votar por morena.
Equivocadamente, los asesores presidenciales calificaron a la mentalidad mexicana como "estática", "inmóvil", "quieta", "apacible", "sumisa", es decir, "idiota".
Consecuentemente, pronosticaron que el hecho de colocar al presidente de México todos los días en la pantalla, podría convertir el desorden, el caos, la ineficacia, la ineptitud, el abuso, la tranza, los asesinatos, las desapariciones y la corrupción cotidianos, en orden, eficacia, aptitud, equidad, honradez, culpas al pasado, nuevo padrón e integridad.
¡Ups! No fue así.
Las mentiras cotidianas dichas en las costosísimas conferencias de prensa mañaneras transmitidas en radio, televisión, blogs y redes sociales, tardaron cinco años en entrar en desventaja contra la realidad vivida por todos los mexicanos, debido a que la mala ejecución de la obra sexenal ya llegó a todos los hogares por distintas vías, y la rechifla nacional, consecuentemente, es un hecho.
Detener la rechifla mayoritaria será imposible. Lo saben los expertos, tanto como los habitantes de Texcaltitlán, Edomex; sin embargo, el alter ego le aconseja al presidente, no escuchar los diagnósticos que reprueban su actuación y, por el contrario, se ha echado a cuestas la desesperada misión de urgir a todos sus funcionarios y a todos sus gobernadores aliados, a aparecer en los medios de comunicación mostrando "avances" inexistentes y obviamente, a continuar "culpando a terceros" de los innumerables e inocultables fracasos administrativos.
Noten cómo han aparecido como por arte de magia en todos los medios de comunicación, novedosos programas, oportunas facilidades de pago, entregas sorpresivas, informes no pedidos, integración urgente de comités, declaraciones optimistas y discursos promisorios, de funcionarios que se la pasaron 5 años en la milonga.
Por eso se oye mal la sinfonía sexenal; porque estuvo mal dirigida y si a eso le agregamos que los músicos no solamente no sabían tocar los instrumentos, sino que los desconocían, pues peor.
¿Y mientras tanto, qué pasó?
¡Pues que, ante la incompetencia palaciega, ante la ignorancia administrativa, ante el desconocimiento del terreno legislativo que pisaban, ante la desorientación masiva en las oficinas de gobierno, los vivales que no tienen escrúpulos para convertir las oportunidades en beneficio financiero propio, construyeron hábilmente, cadenas productivas de corrupción en todo género de actividades gubernamentales, teniendo en calidad de empleados, adivinen a quien... sí! A lo más putrefacto de los funcionarios federales, estatales, diputados federales y locales, senadores, gobernadores, presidentes municipales, síndicos y regidores afiliados a morena.
No hubo freno.
Faltó que, quien tenía la batuta de la orquesta nacional en la mano, marcara un silencio total. Un alto.
Pero fue, al contrario, el de la batuta levantaba las dos manos en señal de gozo, asegurando de espaldas al público que la pieza estaba siendo bien ejecutada, mientras que, en realidad, el público de todo el país se tapaba los oídos para no escuchar las afonías, el destiempo y los desafines, o se ponía las manos en los ojos para no ver cómo los instrumentos estaban sucios, descompuestos y mal ejecutados.
¿Ahora... para 2024, cómo pedir aplauso?
Queda solamente para morena en el sexto año, un recurso: la estadística.
¡Sí! Serán las encuestas amañadas lo que nos van a recetar como medicamento nacional para intentar borrar la percepción de una realidad fincada irremisiblemente en las vivencias personales de desaseo y excesos gubernamentales que hemos visto durante cinco años de desmanes.
Estadísticas que intentarán "modificar" la partitura de la vida nacional, colocando pautas y notas que no son las correctas.
Alterarán blancas, redondas, corcheas, fusas, semifusas, silencios y negras, para así, tratar de limpiar la venenosa tinta indeleble con la que morena ha manchado irresponsablemente, nuestra constitución, nuestras leyes, nuestros fideicomisos, nuestras instituciones, nuestros presupuestos, nuestras calles, nuestras avenidas, nuestras carreteras, nuestras brechas ejidales, nuestros distritos de riego y nuestra dignidad ciudadana.
Por eso digo que a morena ya le llegó el tiempo de la rechifla y que la Presidencia de la República quedará en manos de Xóchitl.
Y habiendo quedado con todo lo anterior, probado, que igual que una orquesta sinfónica, el gobierno debe tener un buen director, revisemos aquí en Reynosa, quien tiene la experiencia administrativa probada para arrebatarle la batuta a morena y dirigir con precisión, la partitura histórica de nuestro próximo gobierno municipal.