Pandillas bye bye
Durante doce años, de 1980 a 1992 El Salvador vivió una guerra civil, que generó la inmigración masiva de salvadoreños a diferentes países del continente, aproximadamente 92 mil salvadoreños inmigraron a Estados Unidos; desafortunadamente la gran mayoría de ellos se estableceria en barrios peligrosos de Los Ángeles, donde nacerían las dos principales pandillas que azotaran con la seguridad: La Mara Salvatrucha fundada por salvadoreños, y la Mara 18 fundada por mexicanos.
Ambas pandillas crecieron a un ritmo incontrolable y al darse cuenta de que serían difícil de controlar, el gobierno estadounidense con justa razón, decidió deportar masivamente a los integrantes de estas pandillas. Los deportados decidieron formar grupos afines en los países a los que arribaron.
En el caso particular de El Salvador, el escenario era perfecto para su creación ya que el país se encontraba en una etapa de reconstrucción de la guerra civil, y lo que inicialmente empezó como un pequeño grupo criminal, en menos de una década se convirtió en unos de los grupos armados más poderosos de Latinoamérica.
Cuando Nayibe Bukele fue elegido presidente en 2019, su triunfo en gran medida dependió de su estrategia para dar prioridad a la reducción de la violencia, con ese objetivo se lanzó el Plan Control Territorial especificándose los siguientes objetivos:
Salir de la lista de países más violentos del mundo en el 2021, contar con los elementos para que la Guerra Contra Pandillas sea posible y garantizar que la paz a largo plazo.
En 2021, la tasa de homicidios alcanzó su nivel más bajo desde que terminó la guerra civil en 1992, con 18 homicidios por cada 100 mil habitantes, saliendo ese año, de la lista de los países más violentos del mundo; marcando al 2022 como el año más seguro en su historia.
¿Cuál fue el secreto de su éxito?
Durante una sesión extraordinaria, la Asamblea Legislativa de El Salvador aprobó un estado de excepción. Originalmente esta orden, tenía una duración de treinta días -aunque se ha prorrogado hasta la fecha, en ella se suspendieron derechos constitucionales, aumentó el tiempo de detención sin cargos de tres a quince días y permitió al gobierno vigilar las comunicaciones de los ciudadanos sin orden judicial.
Se aprobaron nuevas leyes que aumentan las sentencias de prisión para pandilleros y cualquier otra banda de crimen organizado, los líderes de pandillas recibirán de 40 a 45 años de prisión, los miembros de pandillas recibirán de 20 a 30 años de prisión. Se han reportado casos, en el que pandilleros que terminaron de cumplir su condena, se les ha recapturado por el delito de agrupaciones ilícitas, pues al seguir siendo miembros activos de pandillas, se les considera un riesgo para la población.
El gobierno desplegó fuerzas policiales y militares adicionales, allanaron casas y crearon puestos de control alrededor de los vecindarios con presencia conocida de pandillas. Los soldados revisaron a todos en busca de tarjetas de identificación y prueba de domicilio, registraron sus vehículos y mochilas, en las colonias de mayor incidencia de criminalidad se pusieron retenes militares, en el cual registran a cada persona que entra y sale de las comunidades, cualquier persona considerada sospechosa es obligada a desnudarse para los soldados en busca de tatuajes relacionados con pandillas.
Bukele aprobó medidas destinadas a sancionar a los medios y periodistas que reproduzcan mensajes de las "maras". Las reformas también incluyen la prohibición de grafitis alusivos a las pandillas y la incautación y uso posterior de bienes y armas para combatirlas.
Bukele además amenazó con dejar morir de hambre a los pandilleros que están en las cárceles si en la calle sus grupos comienzan a "vengarse" por el régimen de excepción.
Desde la declaración del régimen de excepción, miles de personas han sido arrestadas, lo que ha sobrecargado las prisiones de este país a nivel nacional; en respuesta a la sobrepoblación carcelaria, el Gobierno aprobó la construcción de nuevas cárceles que podrían albergar hasta 40,000 presos, lo que la convierte en una de las prisiones más grandes del mundo.
Hoy Vuele ha convertido a El Salvador en uno de los países más seguros de Latino América. Podemos estar de acuerdo o no con sus métodos, pero los resultados hablan por si solos, finalmente ¡a grandes males, grandes remedios!!