Columnas - El Mensaje en la Botella

Pregúntaselo a él

  • Por: EL CONTADOR TÁRREGA
  • 21 MAYO 2023
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Pregúntaselo a él

Me encantaba ver ese anuncio. Se veía un niño como de mi edad en ese entonces (5 ó 6 años), que va escalando una muy empinada montaña rocosa. Sin casco, sin cuerda de protección, completamente solo. Su rostro refleja el enorme esfuerzo que está haciendo, pero la firme determinación de llegar hasta la cima sin miedo a caer al inmenso vacío. Ya casi en la cúspide, extiende su mano con dificultad… y toma una lata de chocolate Quik que está ahí. En ese momento toda la escena cambia y se ve que el niño estaba en la cocina de su casa, subiendo los cajones de la alacena para alcanzar el chocolatoso producto guardado en la parte alta de la misma. Todo lo demás había sido producto de su imaginación.

Por supuesto, yo también hice lo mismo. Abrí los tres cajones y empecé a escalar mi montaña, pero como estaba algo pesadito, lo único que logré fue romper uno de los cajones con el consecuente reguero de tenedores y el regaño de mi madre. (¿Cómo explicarle que estaba en medio de una arriesgada aventura?).

Me parece que ese anuncio nos mostraba mucho de lo que los niños en realidad hacen, y que podría servirnos a los adultos para vivir vidas más plenas.

Un niño pone el corazón en lo que hace. El subir a la alacena por el chocolate le daba la oportunidad de convertir ese acto tan simple en una gran aventura. Así que, en lugar de tomar cada día como un simple día más en el que voy a un trabajo rutinario, ¿por qué no tomarlo como una aventura en la que voy a escalar obstáculos en la lucha por lograr lo que quiero de la vida?.

Un niño practica, sin haberlo estudiado, ese concepto tan de moda que es el “mindfulness”, disfrutar el aquí y el ahora. Él disfruta el momento que vive, no importa lo que esté haciendo, sin esa molesta carga de culpas pasadas o ese fatigoso fardo de preocupaciones futuras. El mayor maestro de todos decía que cada día trae su propio afán, así que vivamos cada día disfrutándolo al máximo, y dejemos que las cosas se presenten en el orden y el momento que en los cielos se ha dispuesto bajo un plan divinamente diseñado y teniendo fe en que, en su momento, recibiremos los recursos necesarios para poder resolver cualquier situación que se presente.

Un niño encuentra diversión en lo que sea. ¿Por qué no hacerlo nosotros? ¿Por qué no divertirnos trabajando? Si no somos capaces de hacerlo, es que algo anda mal y es señal de que algo tenemos que cambiar.

Un niño entiende que este mundo es un lugar maravilloso, y lo disfruta ahí donde está, sin perder jamás su capacidad de asombro. Marcel Proust dijo: “El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos”. Veamos cada día el mundo con nuevos ojos, pues la capacidad de asombro es como un músculo. Entre más se entrena, más capaces seremos de maravillarnos.

Un niño aprende que, si cae, es solo para volver a levantarse. Que, así como cayó infinidad de veces, con el doble de entusiasmo se volvió a levantar y a montar la bicicleta hasta que aprendió a manejarla. ¿Por qué no levantarnos con el doble de entusiasmo después de un fracaso? ¿Por qué no, como los toros de lidia, embestimos a la vida con más fuerza cuando ésta nos lastima?.

Un niño da rienda suelta a su creatividad. Una alacena es una montaña. Un charco es un océano. Un cuarto desordenado es un castillo lleno de peligros y posibles aventuras. ¿Por qué no usar la creatividad para dar forma a lo que queremos que ocurra con nuestra vida? ¿Por qué no descubrir nuevas maneras de convivir, nuevas soluciones a problemas viejos, nuevas formas de transitar por caminos que parecían cerrados?.

Hay tanto que podemos aprender de los niños. Basta con observarlos, con ver esas inmensas ganas de vivir que los desbordan, con sentir esa energía que parece no tener fin.

Así que, si sientes que esta vida no es lo que esperabas, si te sientes perdido y sin saber qué hacer, busca a ese niño que alguna vez fuiste, ese niño al que no le importaba ni su posición económica, ni su físico ni su coeficiente intelectual. Busca a ese niño aventurero, entusiasta, creativo, invencible. Búscalo, porque seguramente aún vive dentro de ti. Si deseas saber qué tienes que hacer para sentirte mejor, busca a ese niño, y pregúntaselo a él.

jesus_tarrega@yahoo.com.mx

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