Reynosa está triste ¿Por qué?
Porque una vez más, su nombre anda en boca de todo México, manchado.
¿Y qué es lo que decimos de nosotros mismos?
Que somos una ciudad en la que abuelas, abuelos, madres y padres, durante muchos años han dejado sus vidas en sus trabajos y en sus hogares tratando de forjar buenos hijos e hijas que se superen.
Que somos un rincón en la esquina noreste de la República donde nuestros ancestros dejaron en la tierra de los ranchos, en las calles polvorientas, en las oficinas públicas y privadas, sus sueños de que un día sus hijos tuvieran más que ellos.
Pero no. Eso no es lo que se dice hoy de Reynosa.
¿Qué es lo que se dice hoy de Reynosa?
Hoy, en cada noticiero que vemos o escuchamos, en cada mensaje que nos llega por las redes sociales, se nos niega la posibilidad de darle honra a aquellos sueños de los abuelos.
Una vez más, como aquella mañana de febrero de 2009 en que se suscitó la primera balacera tristemente célebre frente a la escuela Carrillo Puerto, así también hoy toda la prensa escrita, de radio, televisión y redes sociales nos posiciona en ocho columnas, con una mala nota.
Mala nota que dondequiera que es vista, leída o mensajeada, nos colectiviza, nos hace a todos iguales, nos universaliza, nos destruye la imagen, y así, cualquier cosa buena que se haya hecho aquí, desde la fundación, desaparece.
Mala nota que, como poderoso borrador, quita, elimina y cancela toda huella de algo virtuoso, bueno, lindo, honroso que se haya hecho aquí.
Mala nota que cada vez que se comenta en los cafés, empequeñece los ecos históricos edificantes heredados de nuestros ancestros y nos mete en cuerpo y alma, en un horrendo túnel de sufrimiento y vergüenza colectiva ante la nación.
¿Y qué es lo que quisiéramos que se dijera de nosotros?
Pues que somos una ciudad enamorada de su ruda belleza, con encantos gastronómicos inigualables, con taquerías en cada tres esquinas, con ansias de vivir en paz, llena de universidades, llena de maquiladoras, que presta sus calles y avenidas para que haya comercio internacional, con más de 100 colonias llenas de hermosas familias deseosas de sacar adelante a sus hijos;
Que somos una sociedad deseosa de pasear los fines de semana sin aspavientos ni temores urbanos provocados por la voracidad recaudatoria gubernamental;
Que no todos somos iguales a los que dan la mala nota;
Que aquí también hay gente buena, trabajadora, honrada, ayudadora, con fe, con buenos sentimientos, exactamente iguales a los de nuestros abuelos que murieron esperando que fuéramos mejores que ellos;
Que aquí hemos sabido convertir en oportunidades, todas las angustias, las sequías, los huracanes, las inundaciones, la sobrepoblación inesperada desde 1984, y hasta la ocupación extranjera disfrazada de migración masiva.
Que aquí en Reynosa hay siempre puertas abiertas para las familias que quieran mejorar, avanzar y progresar.
Que aquí, la mala fama que se nos han atribuido durante los últimos años, no nos ha convertido a todos en gente mala.
Que Reynosa y los reynosenses, somos una fuente inagotable de entusiasmo emprendedor y de oportunidades de trabajo, de competitividad, de buena calidad en la educación primaria, secundaria, preparatoria y universitaria.
Y ya para terminar, pregunto:
¿Agachamos la cabeza para siempre? o nos ponemos de acuerdo las familias, los maestros, los obreros, las mujeres trabajadoras, los chavos de prepa y de carrera, los jubilados y las cámaras, los clubes, las asociaciones, los comerciantes, los gasolineros, los músicos, los artistas de teatro, los historiadores, los taurinos, los creativos plásticos, las secretarias, los taqueros, los arquitectos, los que juegan beis y fut los fines de semana, los que venden flores, los meseros, los cantautores, los periodistas, los que arreglan compus, los restauranteros, los mecánicos, los plomeros, los que arreglan aires acondicionados, los dueños de medios, los del cable, los carniceros, los farmacéuticos, los abogados, los ingenieros, los doctores, los hotdogueros, las trabajadoras domésticas, los jardineros, los veladores, los guardias de seguridad privada, las enfermeras, los albañiles, los yeseros, los choferes de peseras, los choferes de trailers, los tianguistas, los vendedores ambulantes, los que aún no tienen trabajo, los limpiaparabrisas, o sea, todos los buenos! y en 2024, entre todos, rescatamos las buenas costumbres que nos heredaron nuestros abuelos y le quitamos la mala fama a nuestra ciudad con un gobierno salido de entre nosotros, para que así, Reynosa deje de estar triste.
(Presidente de la fundación Colosio, A.C., filial Reynosa).