Teorías de guerra y paz en 2022: el riesgo del pesimismo
El pesimismo es peligroso dice Daniel Drezner en Foreign Affairs. El argumento es que cuando la percepción que prevalece es que se la situación va a empeorar, los estados tienden a tomar pasos para garantizar sus intereses de seguridad, lo que les hace chocar y aumenta la probabilidad de activar espirales violentas entre ellos. En cambio, cuando hay optimismo, los estados tienden a confiar más en medidas de largo plazo y en instituciones internacionales. Esto, en realidad, nos remonta al tema del miedo. La investigación ha demostrado que el miedo nos vuelve intolerantes, a veces personas desconfiadas y agresivas. La pregunta sería si es posible usar esa misma lógica para pensar en respuestas alternativas.
Empecemos por intentar explicar el sentimiento al que nos referimos. Podríamos irnos a los clásicos en la filosofía o las grandes teorías de las Relaciones Internacionales. Lo que pasa es que la mayor parte de lo que motivaba las teorías más pesimistas en esa disciplina se consideraba de alguna forma superado; correcta o incorrecta, esa era la sensación. La Guerra Fría había terminado. Las confrontaciones entre los estados se habían reducido considerablemente. Había por supuesto muchos otros riesgos a la seguridad de los países, pero éstos procedían de otro tipo de amenazas, no de Estados-Nación. El potencial de destrucción que estuvo en juego durante las dos guerras mundiales o durante la Guerra Fría parecía haber sido desactivado, y había dado pie a otro tipo de confrontaciones más focalizadas.
Pero el 24 de febrero todo cambió porque independientemente de sus consecuencias materiales, la invasión rusa a Ucrania ha activado un pesimismo generalizado entre quienes observan el comportamiento de los estados y quienes toman decisiones a partir de esas observaciones. Desde esta perspectiva se trata de un mundo en el que el riesgo es constante, en el que solo los estados que están poderosamente armados podrán asegurar el no ser atacados por otros. Para esta visión, el asumir que Rusia se iba a doblegar por las repercusiones económicas era inocente. Más aún, en ese entorno de riesgo constante, confiar la defensa o la seguridad propias al derecho o a las instituciones internacionales, puede resultar incluso más peligroso.
Ahora bien, el conocer esa lógica de pensamiento en lugar de juzgar lo que provoca miedo, debería detonar un pensamiento paralelo, justamente considerando el pesimismo prevaleciente. Pensemos en el diagnóstico: el sistema de arreglos e instituciones internacionales como nunca, exhibe su insuficiencia para prevenir y detener un conflicto armado de las dimensiones del actual. Tanto los países miembros como la estructura misma de la ONU parecen ineficaces para tornar esa institución en un espacio para procesar el conflicto, detener las hostilidades y negociar escenarios alternativos.
Sin embargo, el sistema de arreglos e instituciones internacionales puede ser tan débil o tan fuerte como sus estados miembros lo decidan. Partiendo justamente de ese miedo y pesimismo, pero usando su fuerza a favor, para construir un sistema multilateral mucho más eficaz, se necesita rediseñar las reglas, las normas que regulan la conducta entre los estados, los incentivos para obedecerlas y fortalecerlas, las instituciones para hacerlas cumplir, las consecuencias para cuando eso no se haga y los mecanismos para procesar el conflicto cuando éste ocurra. Adicionalmente, la paz no se limita a la ausencia de violencia. Es decir, no se trata solo de resolver los conflictos, sino de generar condiciones para una interacción más positiva entre los estados que si no neutralice, por lo menos reduzca las probabilidades de conflictos armados.
(Analista internacional)
Twitter: @maurimm