Las conferencias mañaneras
Daniel Moreno, director de Animal Político, escribe un artículo en Reforma (20/01/19) donde plantea que las conferencias matutinas del presidente López Obrador "no responden a una estrategia en favor de la transparencia". Para él, aunque son muy efectivas para la comunicación y la propaganda, no implican un ejercicio de rendición de cuentas.
Acudí a cinco periodistas de los cerca de 80 que han acudido regularmente a estas conferencias. Al menos cuatro de ellos han expresado satisfacción con este esfuerzo y una diferencia considerable con respecto a los gobiernos anteriores. Una de las voces consultadas señaló que las conferencias constituyen "un ejercicio de apertura, cercanía, información y transparencia para el medio periodístico".
Las conferencias de López Obrador constituyen un ejercicio sin precedentes en México y probablemente en el mundo. Un ex corresponsal en Sudamérica destacó, por ejemplo, que no hay un solo presidente en América Latina que de conferencias de prensa con semejante regularidad.
Prácticamente todos los asistentes han podido formular preguntas. En 50 días de gestión, algunos reporteros han formulado en promedio de tres a cuatro preguntas por semana, sin que exista evidencia alguna de que el presidente evite responder a cuestionamientos de un medio en particular, mucho menos que se haya vetado la presencia de alguno, como ha ocurrido con Donald Trump.
En poco tiempo, las conferencias de prensa de López Obrador se han consolidado como una estrategia de deliberación pública que permite sacar la discusión de los temas públicos del espectro exclusivamente institucional para que estos puedan ser debatidos con argumentos políticos y de cara a la ciudadanía.
Naturalmente, las conferencias de AMLO tienen una lógica política. Sin duda le sirven al presidente para posicionar su agenda, incluso para comunicarse sin intermediarios con una parte importante de la población.
Sin embargo, las conferencias no son monólogos chavistas al estilo "aló presidente". Lejos de ello, se trata de un diálogo democrático. A un ejercicio de presentación de aproximadamente 20 minutos, le siguen 40 minutos de preguntas (a veces más) donde los reporteros pueden cuestionar con libertad.
Según Moreno, para que exista una auténtica rendición de cuentas "se requiere que este gobierno responda con datos verificables, rigurosos, con transparencia metodológica". Desde luego que las conferencias mañaneras no son suficientes para asegurar la transparencia, claro que también se necesitan datos duros.
Para eso existe, en gran medida, una legislación de acceso a la información pública. La política de comunicación del gobierno no ha cancelado ninguno de los mecanismos de rendición de cuentas existentes ni ha impedido a nadie obtener información a través de los mismos.
Las conferencias de prensa ofrecen una oportunidad para obtener información y contrastarla de un modo que hasta ahora solo se había llevado a cabo de forma marginal.
Está en manos de los propios periodistas aprovechar esa oportunidad. Para ello, pueden prepararse mejor para preguntar, mejorar la calidad de sus preguntas, evitar la redundancia y –obviamente– sacudirse el polvo para ir más allá que una simple conferencia de prensa.
Daniel Moreno es uno de los periodistas mexicanos más prestigiosos y con mayor credibilidad, alguien que se ha ganado a pulso su respetabilidad gracias a su labor frente a un medio independiente. Precisamente por ello, preocupa que no alcance a valorar las implicaciones que tiene para el oficio el que un presidente dedique una hora diaria (o más) a responder preguntas como lo ha venido haciendo.
Quizás en el fondo de esta concepción yace una idea equivocada, señalada recientemente por Hugo Garcíamarín, de que el principal compromiso del periodismo es incomodar al poder. En realidad, el compromiso más importante de un periodista es con la verdad.
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