Entregan suministros de comida para damnificados
A medida que el sol se alzaba lentamente sobre el horizonte de Texas, precisamente en Kerriville, el equipo de emergencias del Condado de Hidalgo se preparaba para un viaje lleno de propósito.
La Subvención Global para Servicios Comunitarios (CSBG) fue el motor detrás de esta misión.
HIDALGO, Texas.- A medida que el sol se alzaba lentamente sobre el horizonte de Texas, precisamente en Kerriville, el equipo de emergencias del Condado de Hidalgo se preparaba para un viaje lleno de propósito. Las recientes inundaciones habían dejado a muchas comunidades sumidas en la desesperación, y nosotros estábamos decididos a llevar un rayo de esperanza a quienes más lo necesitaban. Con una mezcla de ansiedad y determinación cargamos nuestras furgonetas con suministros esenciales: alimentos no perecederos, artículos de higiene, agua potable y, sobre todo, amor y solidaridad.
La Subvención Global para Servicios Comunitarios (CSBG) fue el motor detrás de esta misión. Sin ella, nuestra capacidad para responder a crisis como esta sería limitada, informó un vocero de dicho condado. Gracias a su apoyo, podemos unir esfuerzos no solo para ofrecer ayuda inmediata, sino también para construir un futuro más resiliente para las comunidades vulnerables de Texas. Como agentes de cambio, más allá de los suministros materiales, llevábamos un mensaje poderoso: no están solos en esta lucha.
Mientras el vehículo avanzaba por las carreteras inundadas, la atmósfera dentro del equipo era palpable. Hablábamos de los desafíos que enfrentaríamos y sobre las historias que escucharíamos.
Nuestros pensamientos también estaban con los hombres y mujeres que trabajan incansablemente junto a nosotros: los mecánicos del Precinto 3, cuyas manos expertas mantendrían nuestras herramientas listas para cualquier eventualidad, y los expertos en Gestión de Emergencias, que coordinarían nuestros esfuerzos en el terreno. Juntos somos más fuertes para ayudar.
Al llegar a la comunidad afectada, el impacto de las inundaciones se hizo evidente. Casas devastadas, calles cubiertas de barro y rostros cansados pero esperanzados nos recibieron.
Distribuimos suministros, pero también escuchamos. Cada historia contada entre lágrimas o sonrisas nos recordaba por qué estábamos allí. Los lazos que formamos con estas familias no solo fortalecieron nuestro compromiso, sino que también nos renovaron en nuestra misión.