Frontera, con saldo a favor

Las cifras suelen tener una cualidad silenciosa: no hacen mucho ruido, y algunas de ellas no aparecen en discursos; pero cuando se analizan con detenimiento, revelan más de lo que parece.
El reciente informe de la Agencia Nacional de Aduanas de México sobre el primer trimestre de 2025 muestra algo que Tamaulipas debe leer con atención, porque en medio de tensiones comerciales, presiones externas y amenazas que vienen desde Estados Unidos, hay algo que la frontera mexicana está haciendo bien; en especial, Tamaulipas.
Nuevo Laredo, Matamoros y Reynosa no sólo son puntos clave del comercio exterior, son también líderes nacionales. En el primer trimestre de 2025, estas tres aduanas tamaulipecas se colocaron entre las cinco con mayor recaudación en todo México, y juntas concentraron más del 60 por ciento del movimiento aduanal en la frontera norte.
Durante el periodo de enero a marzo se registraron más de cinco millones de operaciones de comercio exterior en México. Aunque esto representa una ligera caída respecto al mismo lapso de 2024, con una baja del 2.1 por ciento, lo que más importa no es sólo la cantidad, sino dónde ocurre lo crucial. Y ahí Tamaulipas vuelve a colocarse en el centro del comercio nacional.
La aduana de Nuevo Laredo se mantuvo como la número uno del país, con más de 1.2 millones de operaciones; una cifra que por sí sola representa el 36 por ciento del total nacional. Aun con una ligera baja del 1.6 por ciento respecto al año pasado, Nuevo Laredo sigue sosteniendo, con fuerza y eficiencia, una parte clave de la economía mexicana. Y no lo hace sola. Reynosa y Matamoros también están entre las diez aduanas con más operaciones.
Pero si el volumen es importante, la recaudación lo es aún más. En un contexto donde los ingresos públicos enfrentan presiones, el papel de las aduanas como generadoras de recursos se vuelve fundamental. Y ahí, de nuevo, Tamaulipas da la nota alta: la aduana de Nuevo Laredo recaudó 56 mil 820 millones de pesos en el primer trimestre del año; esto no sólo la coloca como la número uno del país, con una participación del 48 por ciento en la recaudación nacional, sino que lo hizo creciendo un 24.8 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior.
Matamoros y Reynosa no se quedan atrás: ambas aparecen en el top cinco nacional. Matamoros con casi 8 mil millones de pesos, un crecimiento del 26.6 por ciento; Reynosa con más de 7 mil millones, creciendo al 8.3 por ciento. Estos no son datos menores, son cifras que revelan una capacidad que, muchas veces, se da por sentada; hablan de procesos, de vigilancia, de eficiencia administrativa. En otras palabras, hablan de una frontera que no sólo lidera el dinamismo de la economía tamaulipeca, sino que cumple con su deber fiscal.
Y, sin embargo, estas cifras también contrastan con otros relatos, los que se construyen desde fuera. Donald Trump, desde su campaña, ha insistido en endurecer el trato hacia México, ha amenazado con nuevos aranceles, ha despreciado la utilidad del T-MEC, incluso ha propuesto enviar tropas a territorio mexicano para combatir el crimen organizado. En ese discurso de confrontación, la frontera aparece siempre como un espacio problemático, como un lugar donde se origina el caos.
Pero el informe de la Agencia Nacional de Aduanas dice otra cosa: Muestra una frontera que sostiene el comercio bilateral más importante del continente, una frontera que recauda casi la mitad del ingreso aduanal del país, una frontera que, lejos de ser un lastre, es un activo, un motor, un espacio que debería defenderse con políticas públicas, no con muros.
El reto, claro, no termina ahí, porque estas cifras también revelan desigualdades internas. Nuevo Laredo, Matamoros y Reynosa concentran los beneficios, pero también los riesgos. Son territorios con actividad intensa, pero también con alta presión logística, con infraestructura que requiere modernización constante y con comunidades que no siempre se benefician de ese dinamismo; por eso, hablar de comercio exterior también implica hablar de desarrollo local, de cómo hacer que los ingresos que se generan en estas entidades se traduzcan en bienestar para quienes viven ahí.
Es momento de repensar a la frontera no como un espacio de vigilancia, sino como un territorio estratégico, como una plataforma para el desarrollo económico de México, como un punto donde el Estado debe invertir, no sólo vigilar. Porque el talento aduanal ya está ahí, la vocación productiva también, lo que hace falta es una visión más ambiciosa, que entienda que cada pipa, cada contenedor, cada tráiler que cruza por Tamaulipas lleva consigo una posibilidad de transformación. Y que esa posibilidad no debe perderse.
Mientras en otras partes del país el debate gira en torno a la recaudación tributaria o la necesidad de atraer inversión extranjera, Tamaulipas ya está ahí siendo útil, eficiente, determinante. Y eso merece atención, merece seguimiento y, sobre todo, merece respaldo. No es casualidad que las principales aduanas del país estén aquí. Es resultado de años de consolidación institucional, de logística aprendida, de una relación constante con el comercio internacional.
En tiempos donde los discursos nacionalistas amenazan con cerrarse al mundo, donde la guerra de tarifas resurge como amenaza global, Tamaulipas demuestra que la apertura no sólo es viable, sino rentable; que el comercio no es una debilidad, sino una fuente de estabilidad, y que una frontera bien gestionada puede ser más fuerte que cualquier tratado firmado a regañadientes.
Por eso, cuando se mire a la frontera, cuando se hable de ella, no debe hacerse sólo desde la narrativa del miedo, también hay que hacerlo desde la evidencia. Y la evidencia es clara: Tamaulipas sostiene, recauda y mueve. Y lo hace mejor que nadie.
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