Columnas - Eric Valdez Gómez

Herencia y Origen

  • Por: ERIC VALDEZ GÓMEZ
  • 23 MAYO 2025
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Herencia y Origen

México es tierra de historia, talento y raíces profundas. Cada rincón del país tiene algo qué contar, algo qué compartir y algo qué preservar. Su diversidad cultural y productiva no sólo nos da identidad, también nos da per-

tenencia. Y cuando eso se reconoce y se protege, nace algo más que orgullo: nace estrategia.

Por primera vez en México, se llevó a cabo un seminario dedicado a promover el valor de las Denominaciones de Origen y las Indicaciones Geográficas como herramientas de identidad, desarrollo y competitividad. Y fue Tamaulipas el primer estado del país en organizarlo, a través de la Secretaría de Economía, en coordinación con el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial y la Unión Europea. Un paso importante que coloca a nuestra entidad como referente nacional en el impulso de sus productos, su gente... y su origen.

Tamaulipas no sólo es frontera: es origen. Tras más de dos décadas sin nuevas denominaciones, este seminario marca el inicio de un proceso para reconocer productos que nos definen: la cuera tamaulipeca, emblema cultural; el mezcal de San Carlos, la miel y la naranja del centro del estado. Todos ellos dan testimonio de lo que ocurre cuando la tradición se cruza con el compromiso. Aquí, el esfuerzo tiene nombre, el talento tiene rostro y el valor se siembra... desde el origen.

Este tipo de encuentros, más que actos protocolarios, siembran conciencia: reconocen lo que vale y lo protegen desde su raíz. Y justamente por eso, inspiran a pensar en otros ámbitos donde el origen también debería importar.

Porque al igual que una denominación de origen, la representación política debería estar respaldada por el trabajo real, el contacto con la gente y una trayectoria que resista auditoría ética. No basta con portar un emblema o usar un discurso. Como en el campo, lo auténtico no se finge: se cultiva. Y eso vale más que cualquier slogan.

El poder, cuando tiene raíz, se convierte en herramienta de transformación. Cuando no la tiene, solo es escaparate. Por eso, quienes hoy aspiran a representar, deberían preguntarse: ¿desde dónde hablo? ¿Qué historia me respalda? ¿Qué causa me acredita?

Así como la denominación de origen exige estándares, la vocación pública también. Implica disciplina, convicción y cercanía real. Implica caminar el territorio, no solo recorrerlo en redes. Escuchar antes de responder. Servir antes de exigir. Gobernar con propósito, no por posesión.

El seminario dejó una lección clara: proteger el valor de lo auténtico no es nostalgia, es visión de futuro. Y en tiempos donde la simulación es tentación constante, la verdadera diferencia está en quienes se atreven a ser genuinos.

Porque la política necesita más perfiles con denominación de origen: aquellos que no llegaron a improvisar, sino a honrar la historia que los formó. Aquellos que entienden que representar no es hablar por el pueblo, sino hablar desde él.

Como dijo Leonardo da Vinci:

"Donde el alma no trabaja con las manos, no hay arte."

Y la política, si quiere volver a conectar, debe regresar al alma... y al origen.

El auto es consultor en Comunicación Política


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