Columnas - Raudel Ávila

Los justificadores del trumpismo

  • Por: RAUDEL ÁVILA
  • 08 MAYO 2025
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Los justificadores del trumpismo

En las últimas semanas no he dejado de leer con atención y ver las entrevistas a todos los intelectuales simpatizantes del trumpismo en la prensa occidental. Es muy revelador de las semejanzas con el populismo mexicano y sus defensores en la prensa. Propongo tres subgrupos de justificadores: a) quienes afirman que todo lo que hace Trump obedece a un plan maestro cuya genialidad desconocemos o no podemos entender los simples mortales, b) quienes afirman que las acciones del gobierno trumpista obedecen a una combinación de planeación e improvisación que debemos perdonar, debido a que le dejaron un desastre los gobiernos anteriores y por tanto se vale improvisar, c) quienes afirman que el sistema está tan podrido que solo a base de ocurrencias e improvisaciones sobre la marcha puede limpiarse el desastre. La planeación es un concepto anticuado para estos personajes, solo un hombre de acción puede definir lo que hay que hacer en ese preciso momento.

En el primer grupo se encuentra gente como el gran historiador militar Victor Davis Hanson, autor de una obra muy respetada en los medios académicos internacionales. Hanson, obsesionado con el estudio de los grandes estrategas de la historia, cree ver en Trump algo similar a sus héroes del pasado. Hanson sube un video prácticamente diario a Youtube (The Daily Signal) para justificar al trumpismo. Las explicaciones ofrecidas por Hanson son tan delirantes que resultan indignas de la importancia de su obra. Todo tiene una racionalidad secreta o que solo unos cuantos enterados pueden conocer y entender. Una versión sofisticada de las teorías de conspiración.

En el segundo grupo hay intelectuales de la talla de sir Niall Ferguson, uno de los más eminentes historiadores liberales de nuestro tiempo y defensor a ultranza (hasta antes del trumpismo) de los valores occidentales. Ferguson reconoce excesos e incluso equivocaciones en el trumpismo, pero en general lo justifica y aplaude pues considera que camina en la dirección correcta. Es el grupo de justificadores más dispuesto a debatir y el menos intransigente, pero quizá por eso mismo, el más peligroso. Su ausencia de fanatismo provee un manto de seriedad para ocurrencias insospechadas. Su miedo al wokismo les lleva a justificar o cerrar los ojos ante cuestiones reprobables. Sin embargo, nos invitan a confiar en la buena fe del presidente norteamericano, con una mirada benevolente hacia sus errores en aras del bien mayor.

Finalmente, un tercer grupo de justificadores asegura que el sistema político norteamericano y el internacional estaban tan podridos que todo tipo de ocurrencia es legítima para empezar a limpiar el basurero. Son quienes quieren destruir todo el sistema nacional e internacional para empezar de cero. Hay mucho de resentimiento social en este grupo. A esta categoría pertenecen gente como J. D. Vance y Patrick J. Deneen, de quien uno de sus libros incluso lleva por título Regime Change. Al final, los tres grupos tienen en común que cuando no hay razones lógicas para defender lo que hace Trump, presumen su respaldo entre las mayorías desposeídas de Estados Unidos. Veo a los intelectuales del obradorismo tratando de justificar la reforma judicial en estos días y caben más o menos en las mismas categorías de los justificadores del trumpismo. Desde luego, cuando se acaban los argumentos, recurren a lo mismo que los trumpistas "las mayorías nos dieron su voto. Esto es lo que quiere el pueblo mexicano". Al escucharlos, me acuerdo de don Daniel Cosío Villegas en su colaboración semanal de Excélsior durante la primera mitad del decenio de 1970. Nunca le importó que las mayorías respaldasen al Presidente Luis Echeverría. Jamás cuestionó a la población de desposeídos que veían con esperanza a Echeverría, pero tampoco cesó nunca de criticar los disparates populistas del Presidente. En su momento, no faltaban los aduladores del poder que le decían "don Daniel, lo que hace el Presidente goza del consentimiento de las mayorías." Hoy, más de cinco décadas más tarde, excepción hecha de algunos extraviados en Morena, nadie se atreve a defender públicamente el gobierno de Echeverría ni sus obras faraónicas o sus ocurrencias populistas. En cambio, a don Daniel Cosío Villegas lo seguimos leyendo y la Historia le dio la razón. Harían bien en considerarlo los justificadores de los disparates populistas.


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