Columnas - Carlos Tovar

Plaga en el horizonte

  • Por: CARLOS TOVAR
  • 28 MAYO 2025
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Plaga en el horizonte

Desde hace décadas, Tamaulipas ha sostenido su relevancia ganadera gracias a un delicado equilibrio entre calidad, estatus sanitario y cumplimiento normativo. Esa combinación ha permitido que el estado sea el quinto exportador de ganado, con un 16 por ciento de las 960 mil cabezas que cruzaron la frontera hacia Estados Unidos, uno de los mercados más exigentes del mundo. Pero hoy, ese equilibrio enfrenta una amenaza. No se trata de un problema interno, sino de un fenómeno que avanza desde el sur del país arrastrando consigo incertidumbre, desconfianza y riesgos para toda la cadena productiva.

El gusano barrenador del ganado, una plaga que puede parecer distante en el mapa, ya ha dejado de ser una preocupación ajena: el brote más cercano se encuentra a 700 kilómetros de distancia, en Las Choapas, Veracruz. 

A simple vista podría parecer lejano, pero la distancia, en este caso, no es garantía de seguridad. La movilidad de la mosca que lo transmite y la fragilidad de los controles en ciertas regiones del país hacen que su avance no pueda descartarse ni minimizarse. Las fronteras administrativas son débiles frente a un parásito que puede desplazarse por aire o sobre el cuerpo de animales infectados.

Tamaulipas sigue siendo, formalmente, una zona libre del gusano barrenador, así lo reconocen las autoridades estatales, federales y también el gobierno de Estados Unidos, pero esa categoría, lejos de ser una medalla, es una responsabilidad. Obliga a mantener medidas estrictas de vigilancia, coordinación con productores y protocolos claros de detección y respuesta. 

El problema no es sólo biológico, es también político y estructural. Para mantener a salvo al norte se necesita mirar con atención lo que ocurre en el sur, porque ahí, en la frontera con Centroamérica, los filtros de control son endebles. El ingreso ilegal de animales, muchas veces sin trazabilidad ni control sanitario, representa una vía de alto riesgo. 

Productores de estados como Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila, entre otros, que han cumplido con los requisitos internacionales, no pueden cargar con las consecuencias de un sistema que falla en otros puntos del país.

Las autoridades sanitarias mexicanas han diseñado una regionalización del territorio nacional para enfrentar el problema. Se han definido tres zonas: una con presencia activa del parásito, otra de amortiguamiento y una libre donde se refuerzan los mecanismos de prevención. Tamaulipas se encuentra en esta última. Se han desplegado acciones de vigilancia epidemiológica, instalación de trampas, inspecciones en unidades productivas y campañas de información con asociaciones ganaderas. Todo eso suma. Pero no es suficiente si al mismo tiempo no se fortalecen los puntos de entrada del ganado en la frontera sur.

El gobierno estatal, a través de la Subsecretaría de Desarrollo Pecuario y Forestal, ha emprendido reuniones informativas en coordinación con la Unión Ganadera Regional de Tamaulipas; producto de esta coordinación se realizaron 49 encuentros. El objetivo es claro: capacitar a los productores para que identifiquen posibles síntomas del parásito y reporten de inmediato cualquier sospecha. La detección temprana es la única herramienta para frenar un brote, pero esa estrategia depende, en gran medida, de la confianza y participación del sector productivo. Y la confianza se construye también con claridad en las reglas del juego.

Mientras tanto, la exportación en pie hacia Estados Unidos permanece suspendida, no porque haya un caso en la entidad, sino por decisión de la secretaria de Agricultura estadounidense ante la detección de la plaga en otras zonas del país. El daño, en este caso, es colateral. Los ganaderos tamaulipecos ven paralizadas sus operaciones por una amenaza que no han generado. Es una prueba más de cómo los riesgos sanitarios en México deben asumirse como un tema nacional, no fragmentado por estados.

Nuevo León, un estado sin presencia confirmada del gusano, ha decidido no esperar. Sus productores de carne bovina, que aportan el 11 por ciento del total nacional, impulsan un plan conjunto con Senasica y autoridades locales para contener cualquier posible ingreso de la plaga. Aunque no han detallado públicamente las medidas, el mensaje es claro; más vale anticiparse que lamentar. Saben que no pueden controlar la llegada de la mosca, pero sí pueden mitigar sus efectos y responder con rapidez ante cualquier brote.

La industria ganadera del norte del país no sólo genera empleo, también es una pieza central del comercio exterior mexicano. Cada certificado sanitario que acompaña a una exportación no es un simple trámite, sino un compromiso con los consumidores, con los socios comerciales, con los estándares que exigen calidad e inocuidad. Y ese compromiso se ve amenazado si las autoridades no aseguran que todas las regiones del país cumplan con los mismos criterios.

El impacto de la plaga no se limita a las pérdidas directas, también mina la credibilidad. Estados Unidos exige garantías, no discursos. Si percibe vacíos en la vigilancia, aplicará bloqueos sin distinguir entre regiones. La suspensión actual es una advertencia. 

El camino para reabrir el comercio pasa por demostrar que México puede contener al parásito sin importar dónde aparezca.

No se trata de crear alarmas innecesarias. Las cifras recientes indican una disminución en los casos activos, lo que sugiere que la estrategia nacional está dando resultados. El secretario de Agricultura, Julio Berdegué, ha reconocido este avance, pero esos datos deben complementarse con acciones preventivas. 

La experiencia obliga a no confiarse. Otras crisis sanitarias han enseñado que las plagas no respetan fronteras ni tiempos políticos. El gusano barrenador no espera a que se redacten protocolos. 

Tamaulipas, junto con Sonora, Chihuahua, Durango y Coahuila, ha asumido con responsabilidad su papel como zona libre, pero esa libertad sólo es sostenible si se mantiene viva la cooperación federal y si se atienden los puntos vulnerables del país. El problema no está aquí, pero sus consecuencias sí. Y aunque nadie desea que la plaga toque territorio tamaulipeco, es justo reconocer que la amenaza ya forma parte del horizonte.

Mail: ct@carlostovar.com

X: @carlostovarmx


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