Vitalidad poética
Celebración de la vida y obra de Jim Dodge a los 80 años
Jim Dodge, 80 años, poeta de lo marginal y natural. Su poesía, vital y desapegada, celebra la vida y la naturaleza.
Arraigado en su espacio vital, en su tierra, el novelista y poeta Jim Dodge (Santa Rosa, California, 1945) ha llegado a los 80 años.
Aunque algo tarde, fue el pasado 1 de enero, me uno a celebrarlo leyendo algo de su poesía: "Rain on the River" (Grove Press 2002), mismo que fue traducido como "Lluvia sobre el río" y que abarca una selección de textos que van de 1970 a 2001.
Desde una vitalidad que se nutre de lo marginal y el desapego, la poesía de Dodge mira hacia la naturaleza y se reconoce en ella, bajo esa luz donde imperceptiblemente crecen las plantas y el desorden vital de su fronda:
LENTO APRENDIZAJE
Han pasado cincuenta años, en gran parte para darlos
al olvido, pero ahora, aunque apenas en destellos
puedo sentir crecer las plantas y mirarlas en la luz
que las impulsa.
Al entrar en el sueño, me reconforta saberme
en la pequeña oración que me dicen sus nombres:
zarzamora, aliso, shallon, consuelda.
Con apenas tres novelas y el fluir de su poesía, queda claro que ese lento y sereno aprendizaje no es una metáfora, sino un hacer pausado y visible: "Fup" (1983), "Not Fade Away" (1987) y. finalmente "Stone Junction" (1990). En "Lluvia sobre el río" (Editorial Salto de Página 2017) sus versos contienen la esencia de sus otros libros, un concentrado de especulación filosófica y una visión del mundo tan apasionada como dolorosa en el transitar amoroso por la vida:
SOLICITUD DE TRABAJO
Quiero tenderme en una ladera abierta
y sentir cómo todo
se aviva bajo la luz.
No quiero pensar, juzgar, decidir.
El invierno ha sido duro.
El padre de Vicky murió en noviembre.
Un mes después, hallé
a mi hermano muerto
en su cabaña de Klamath.
Luego, un mes de lluvia,
inundaciones, corrimientos de tierra.
y abajo, en el jardín quemado por la escarcha,
los cuervos se acomodan sobre los espantapájaros.
Quiero rendirme en una ladera de hierba
y dejar que todo se eleve por encima del calor.
Darme enteramente a florecer.
Enterrar la cara en las multitudinarias amapolas;
volver la cara al cielo.
Si debo trabajar, que la tarea
concuerde con mi fuerza decadente
y encuentre mi verdadera ambición:
sentir que las raíces cavan hondo
mientras imagino
colores nuevos para una flor.
En todas estas páginas queda un sentimiento de orfandad, prevalece la intuición, la búsqueda de un qué o para qué, una libertad que al final se rinde a las verdades sencillas. Paradójicamente, Dodge se exige la disciplina de observar al mundo (contemplarlo) sin hacer más nada que permanecer tumbado en sus pensamientosy tender así un puente entre la realidad, los recuerdos, el paisaje, su soledad:
Exige la más estricta disciplina
tomárselo (seriamente) con calma
y conservar
aún el mínimo latido de ambición
necesario para seguir consciente.
En eso he trabajado toda la mañana
tirado en un sillón
(solo) en la cabaña de Bob
y solo en compañía de los perros
sigo junto a la ventana mirando la lluvia
caer sobre el estanque
estoy embargado por la comprensión
de que nunca entenderé
el origen y el destino del universo,
el sentido o el propósito de la vida,
ninguna de las respuestas
a las grandes preguntas del ser,
y probablemente
ese (des)conocimiento
al final me hace feliz.
Otro punto a destacar: en el poemario prevalece también el recurso aforístico, versos que juegan con el sentido y sin sentido de la vida, líneas que sin pretensiones ni resentimientos, encuentran en el 'no sé' una última resistencia, un consuelo:
SOBRE EL EQUILIBRIO
A los quince,
la imaginación
atormenta;
a los cincuenta,
consuela.
Otra metamorfosis
que nada cambia.
DESCOMPOSICIÓN
No lo sé
y no sé
lo que hacer al respecto.
Señalo sólo el punto
donde perdí el latido del juicio
y me deslicé
entre las voluptuosas, desgarradoras complejidades
que se (des)componen en un aliento sencillo.
Finalizo entonces esta nota con algunos destellos de humor que hacen brillar la esperanza en la oscuridad de las largas noches. Una esperanza que no apunta a la trascendencia sino a dejar pasar (lo que tiene que pasar) sin tomárselo como algo propio. Para Dodge la muerte (a estas alturas de la historia de la humanidad) lo olvida todo, también nuestros nombres y las formas en cómo procede. Seguro, el poeta celebró sus 80 años de vida regresando a este poema:
LA MUERTE Y EL MORIR
No importa un carajo
cuándo, dónde
o cómo
mueras.
Lo importante es
que no te lo tomes como algo personal.