Se ríe de los prejuicios
Ana Martín: "Yo no nací para pedir permiso, sino para ser feliz"
Ana Martín una mujer libre como el viento.
A sus 78 años, Ana Martín no vive del recuerdo, no pide permiso, ni da explicaciones. Habla con una voz serena pero firme; ha aprendido a decir lo que piensa sin levantar la voz, con elegancia.
En un mundo que castiga la libertad femenina ella siempre se ha plantado sin dudar. A contracorriente: rebelde, elegante, seductora. Suele reírse de los prejuicios que ha esquivado de cerca. Confiesa, sin reparos, su decisión eterna de amar con intensidad y vivir sin arrepentimientos.
En oraciones es difícil separar a la actriz de la persona real, y esto ocurre porque en Ana Martín ambas se funden con naturalidad. Nació en los camerinos y carpas, hija de Jesús Martínez "Palillo", un comediante con conciencia política que enfrentó la censura con humor. Creció entre bambalinas, rodeada de aplausos, impulsada por una abuela que le enseñó que los sueños también se heredan.
Apadrinada —nada más— por Toña La Negra, Pedro Infante y Agustín Lara; con más de seis décadas de trayectoria, Ana Martín ha dejado huella en el cine, el teatro y la televisión. Se consolidó en la pantalla desde los 60, en clásicos como "Muchacha de barrio" y "El pecado de Oyuki", el parteaguas de su carrera. Su presencia siguió siendo esencial en telenovelas más recientes como "Rubí", "Destilando amor" y "Soy tu dueña". Continúa vigente en "A.mar", producida por Nacho Sada.
Su faceta no solo se extiende a los medios tradicionales: tiene 1.6 millones de seguidores en Instagram, muchos de los cuales, confiesa, son jóvenes aún la incluyen en sus fantasías: "¿Qué tiene eso de malo?", dice ella en tono alegre.
-Es una mujer rebelde...
--Totalmente. Desde muy joven entendí que no estaba hecha para seguir reglas que no me hacían sentido. Nunca me ha gustado que me digan cómo debo ser, cómo debo vestirme o cómo debo comportarme. Siempre he sentido una necesidad muy fuerte de ser libre, de vivir a mi manera. Me aburre la gente que quiere encajar solo por agradar. Yo prefiero ser auténtica, aunque eso incomode.
-¿Y de dónde viene esa fuerza tan marcada por tu independencia?
INDEPENDIENTE
--Viene de mi educación, pero también de las cosas que viví. Desde muy chica trabajé, me enfrenté al machismo, a los prejuicios, a las expectativas que la sociedad tiene sobre una mujer. Y me di cuenta de que, si quería vivir en paz, tenía que tomar mis propias decisiones sin esperar aprobación.
-¿Pensó en boda e hijos?
--Nunca. No lo necesitaba. Mi mamá quería que me casara y tuviera hijos, pero desde muy joven supe que ese camino no era el mío. Nunca quise comprometerme en algo que me hiciera sentir atada. He sido muy feliz a mi manera.