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Crimen de policía fue por venganza: La tragedia de Iván Morales

El exagente, testigo en el juicio de ´El Menchito´, fue asesinado exactamente 10 años después de sobrevivir al derrumbe de un helicóptero en un fallido operativo de captura contra el líder del CJNG, accidente que le deformó el rostro
  • Por: El País
  • 04 / Mayo / 2025 - 11:29 a.m.
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Crimen de policía fue por venganza: La tragedia de Iván Morales

Ciudad de México.- La élite de la política mexicana en hilera, con el entonces presidente Enrique Peña Nieto en el medio, aplaudía entre gestos solemnes mientras un policía con el uniforme de gala y la cara deformada por el fuego avanzaba hacia ellos. Al llegar ante Peña Nieto, el agente se detuvo, estrechó la mano del dirigente y recibió de él una conmemoración. Aquel día de diciembre de 2015, el exsuboficial de la extinta Policía Federal Iván Morales Corrales fue homenajeado con honores: meses antes, el 1 de mayo, cayó del cielo en un helicóptero envuelto en llamas durante un fallido intento de captura al líder del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), Nemesio Rubén Oseguera Cervantes, "El Mencho".

"Y volteo y todo el personal empezaba a aplaudir, eso fue muy emotivo para mí. Y demostrar también que a pesar de todo y de todas las circunstancias, yo seguía allí de pie", recordaría el policía tiempo después en una entrevista con Univision. Con el cuerpo abrasado, en territorio del CJNG y rodeado por sicarios, Morales Corrales sobrevivió a duras penas. Mereció los honores que el Estado les da a sus héroes más selectos. Y aquel día México conoció su cara: la herida abierta de la fallida lucha contra el crimen. "Yo quise que vieran mi rostro. No era porque me tuvieran lástima. Al contrario, sé que había tenido un accidente, un atentado en contra de nosotros, y solamente ver, demostrar que sí hay cicatrices que duelen, que te dejan, pero puedes seguir adelante a pesar de todo eso".

El 1 de mayo de 2025, exactamente una década después del ataque, Morales Corrales fue acribillado en un fraccionamiento del municipio de Temixco, en el Estado de Morelos. No llevaba seguridad, ni siquiera una camioneta blindada. Los sicarios interceptaron su pick up negra y descerrajaron una decena de balazos contra ella. Tanto el expolicía como su acompañante, su mujer, fallecieron en el momento. Los asesinos huyeron en moto en dirección a Cuernavaca y por el momento no han sido detenidos. El mensaje de fondo: ni los héroes de la patria homenajeados por el presidente, aquellos que han arriesgado su vida en la guerra contra el narco y han vuelto para contarlo, están a salvo de los brazos del crimen organizado.

El Estado mexicano no pudo proteger a Morales Corrales ninguno de los dos 1 de mayo que marcaron su vida y su muerte. El primero, el de 2015, el expolicía salió del puerto Manzanillo, en Colima. Nadie le dijo que iba a formar parte de un destacamento de élite enviado para detener al Mencho: temían que hubiera filtraciones antes de tiempo. Él solo sabía que iba a participar en una misión especial. Abordó un helicóptero del Ejército mexicano y pusieron rumbo a Jalisco. A la altura de Villa Purificación, identificaron el convoy en el que viajaba el líder del CJNG, pero antes de que pudieran neutralizarlo, los sicarios abrieron fuego con artillería pesada contra ellos. "Lo único que me acuerdo es que los impactos [...] cómo se escuchaban los sonidos, cómo pegaban en la lámina, cómo veías que pasaban más las balas de calibre 50 porque son las que atravesaban el casco del helicóptero", recordaba el agente.

Las primeras bajas tuvieron lugar en el aire. En algún momento, los hombres del CJNG dispararon contra ellos con un lanzagranadas. El proyectil se estrelló en el rotor y el helicóptero comenzó a caer. "Me agarré de donde pude y sentí el impacto". A pesar de la colisión, el piloto logró maniobrar el helicóptero hasta aterrizarlo. "Si hubiéramos caído en caída libre hubiera explotado", decía Morales Corrales en la entrevista con Univision. "Yo sí pensé que iba a fallecer ahí y por todo el armamento, todo lo que está pasando afuera, o sea sí se escuchaba bastante fuerte".

El policía sobrevivió a la caída, pero la única salida del helicóptero estaba en llamas. "En ese momento mi esposa estaba embarazada, de mi primer hijo, y ese fue el motivo más importante o las fuerzas que me dieron para poder salir: mi familia, mi hijo, conocer a mi hijo, ver a mi esposa, que estuviera bien. Todo el tiempo estuve pensando en eso". Así que se lanzó contra el fuego para escapar. Su cuerpo se prendió. "Me empecé a quemar muy rápido". Como pudo, se quitó la ropa y el equipamiento militar. "Traía un chaleco [antibalas] y fue lo que me salvó, toda la parte del pecho y la espalda no está quemada por el chaleco que llevaba, pero sí me lo tuve que quitar porque se estaba incendiando".

Rodó por el suelo para sofocar las llamas que consumían su cuerpo. A su alrededor todavía sentía los gritos de los sicarios y las balas. Movido por la adrenalina, huyó del lugar, saltó una cerca y se refugió tras una roca hasta que, tiempo después, el Ejército irrumpió en el lugar y lo encontró con el 70% de la piel quemada. Nueve de sus compañeros murieron en el ataque, que se convirtió en una de las grandes vergüenzas del Gobierno de Peña Nieto, muy cuestionado ya de por sí tras la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa un año antes. Un par de meses después, Joaquín El Chapo Guzmán se escapó de la cárcel de máxima seguridad del Altiplano por un túnel de un kilómetro y medio y evidenció una vez más la incapacidad del Estado de lidiar contra el crimen organizado.

Después de aquello, Morales Corrales dejó el cuerpo, que fue liquidado años después por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Lo perseguían las pesadillas y el estrés postraumático. El fuego le había deformado la cara para siempre, pero él encontraba consuelo en su hijo recién nacido y su pareja. "Creo que una de las cosas que a mí me ayuda mucho en cuestiones de psicología, que yo pude evitar que yo me fuera a los extremos, en deprimirme, en pensar en otra cosa, [fue] el hecho de que estuvo mi esposa ahí, el hecho de que yo pensé más que en mí, pensaba más bien en mi hijo, en conocerlo. Igual sabía que en su momento me iba a preguntar ¿Qué te pasó? ¿Por qué estás así? Pero fue eso lo que me ayudó".

Aunque dejó la policía, no abandonó del todo la lucha contra el crimen organizado. El septiembre del año pasado participó como testigo en el juicio contra el hijo del Mencho, Rubén Oseguera González. El Menchito, como se le conoce, fue sentenciado a cadena perpetua. Las preguntas sobre si la participación de Morales Corrales en el proceso tuvieron que ver con su asesinato vuelan por México alimentadas por la impunidad de su crimen y la política de venganza que acostumbra a practicar El Mencho. Nadie ha reclamado el asesinato del agente, pero la fecha, exactamente 10 años después del intento de captura al líder del CJNG, hacen que pocos duden de a quién pertenece la mano que se esconde tras el atentado.

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