Adiós al CIDE
La semana pasada fue mi última trabajando en el Centro de Investigación y Docencia Económicas, CIDE. Mi decisión de dejar el CIDE sigue a una serie de contrataciones ilegales que el doctor José Antonio Romero Tellaeche ha hecho en lo que fue mi División -la División de Estudios Multidisciplinarios- y el nombramiento de una directora, también violando las normas de la institución. Uso este espacio para dejar un registro público más de lo que se le ha hecho y continúa haciendo a la institución.
El que Romero Tellaeche viole las normas de la institución que dirige ya no es noticia. Todo su paso por la dirección del CIDE ha estado marcado por la ilegalidad, falta de ética y de rigor académico. Romero Tellaeche llegó al CIDE luego de un proceso de nombramiento irregular -que posiblemente implicó la comisión de delitos-. Desde entonces, ha sido cuestionado por gran parte -la abrumadora mayoría, me atrevo a decir- de la comunidad académica. Su imposición llevó al cierre de las instalaciones por parte de estudiantes, a varias marchas organizadas por la comunidad del CIDE, al cierre simbólico de sus oficinas, a la organización de una revocación de mandato entre la comunidad, etc. Romero fue acusado de plagio académico por varios profesores. La Comisión de Ética de la institución lo encontró culpable pero no logró mayoría para sancionarlo debido a que durante el proceso el acusado amedrentó sistemáticamente a los miembros del Órgano. Lo sé, porqué yo formaba parte de la Comisión. Además, ha sido señalado de irregularidades en el manejo de cuentas bancarias del Centro, por la Auditoría Superior de la Federación. Para quién quiera conocer más a fondo el rosario de atropellos de Romero al CIDE, puede encontrar en la plataforma X la cuenta: ¿Ya renunció el Espurio?
A Romero Tellaeche le encanta usar términos como "Neoliberal" y "Conservador" para señalar aquello que le parece crítico de la cuarta transformación. En su paso por el CIDE, ha hecho un esfuerzo por callar a la academia crítica. Dinamitó la maestría en periodismo y el programa de Política de Drogas del CIDE, ambos reconocidos a nivel mundial por su calidad e impacto. Ambos eran espacios de investigación críticos al gobierno (existían antes de este gobierno, y siempre se permitió la crítica e investigación desde esos espacios). Desmembró a la Sede Centro, situada en Aguascalientes: más de la mitad de los profesores se han ido a otras universidades (la mayoría privadas), se cerraron programas docentes prestigiosos y exitosos y, a pesar de ello, el actual Director de la sede -nombrado por Tellaeche- firma los comunicados en apoyo a los posicionamientos de la directora de Conacyt, aunque estos sean en contra de los intereses de estudiantes y profesores de la institución. Romero Tellaeche también ha intentado desmantelar los procesos colegiados del Centro, para poder convertirlo en una institución más jerárquica y centralizada.
Es curioso que Romero Tellaeche sea el representante de un gobierno que dice tener en su centro el valor de la honestidad. Nada más alejando de la rectitud y la decencia que la gestión de este personaje. Cómo si las plazas del gobierno federal fueran parte de su patrimonio personal y prerrogativa, nombra a personas ignorando los procesos establecidos en la normas internas y sin que estas personas cumplan siquiera con los requisitos mínimos de las leyes que lo obligan. Una y otra vez, Romero Tellaeche viola los estatutos y con ello las normas de la administración pública federal. Si algo representa quien se ostenta como director es la derrota moral del actual gobierno, seguido de cerca por su pobreza intelectual.
El CIDE fue mi casa por 13 años (incluso más, pues antes de terminar la licenciatura y estudiar el postgrado fui asistente de investigación ahí). A Aguascalientes nos mudamos convencidos de la posibilidad de construir una institución de primer nivel fuera de la Ciudad de México. Y lo logramos, aunque hoy eso que construimos sea destruido por una administración que busca reemplazar el sistema colegiado por uno de amiguismos y opacidad.
Me voy del CIDE triste, pero también llena de aprendizajes, experiencias satisfactorias y amistades. Tuve ahí la oportunidad de participar en proyectos interesantísimos y formar equipo con personas brillantes. Pude conocer y aprender de colegas que admiro y quiero; dar clases y dirigir tesis de estudiantes excepcionales. Me voy asombrada ante la fuerza y valor que tienen muchas de ellas/ellos -académicos, administrativos y estudiantes-. Han sido y siguen siendo una fuente de inspiración. Para todas y todos ellos, no tengo más que agradecimiento. Estoy segura que nos volveremos a encontrar en el camino.