¿Crisis existencial por culpa de la pandemia?
Vivimos una de las peores
crisis emocionales en la historia
P odemos comenzar con el tema de los matrimonios, el índice de divorcios, en promedio, es 7 de cada diez, se divorcian, viven un infierno, una guerra de vanidades, culpas, reclamos, humillaciones, insultos, faltas de respeto, se arraiga la codedependencia como enfermedad, ligada a ella, la neurosis extrema que trae como invitada al festín, por su fuera poco, a la depresión, sin olvidar la actuación de la ira, ligado a la autoestima baja, reflejando una palpable crisis emocional de las parejas, que más bien, son disparejas y no parejas como es de suponerse, ahora, el camino más fácil, ante la incompatibilidad de caracteres, es la separación, el rompimiento, el divorcio total, que ese sí es para toda la vida, el matrimonio no lo es.
Ante el rompimiento hay
nula o poca tolerancia
Llamados matrimonios exprés, úsese y tírese, light, son árboles que nacen torcidos, lo que mal empieza mal acaba y el periodo de duración es de tres a cinco años. El gran problema es cuando estos matrimonios se diluyen, dejan a mar abierto a los hijos, criaturas inocentes que ni vela en el entierro tienen, pero sí reciben la daga de esta pésima relación afectándolos de por vida en sus emociones, repitiendo, en muchos casos, los patrones de conductas que aprendieron de sus padres, fomentándose en la sociedad la cultura del divorcio, es decir, sabemos más cosas sobre conflictos de pareja, que lo que es la esencia del matrimonio.