Deben pedir perdón
A la caída de la tarde te preparas una copa, pones la música que te gusta, la que te recuerda los momentos más felices, y si desde el fondo de la memoria llegan las lágrimas, te dices, no pasa nada, ya verás, todo irá bien, todo va a ser como antes.
Suena Chet Baker, canta Ray Charles. La pena es azul. Eso es el blues. Puede que alguna lágrima baje a diluirse con la ginebra que te moja los labios, una fusión que te lleva a lejanos besos con sabor a vainilla.
Pese a todo no hay porqué estar triste. Ha llegado el verano y cuando vuelvas al mar nada habrá cambiado, ese mar sabe tu nombre, ya verás, todo va a ser como antes y aunque ya no puedas bañarte en las aguas azules, otros lo harán por ti y desde cubierta podrás contemplar con el mismo placer sus cuerpos explosivos saltando desde la borda.
Si esta noche de San Juan te tumbas en la playa debes saber que la arena que sirve de lecho a tu cuerpo contiene en cada grano el universo entero; cierra los ojos si quieres ver por dentro todo el cielo estrellado.
Cuando oigas muy cerca risas orgiásticas alrededor de una hoguera piensa que esa alegría, que nadie sabe de dónde viene, es realmente el trébol de cuatro hojas que ibas buscando desde niño.
La brisa cargada de sal llegará de muy lejos, resbalará sobre tu piel gastada por el tiempo para traerte el recuerdo de todos los que se fueron.
La noche de San Juan es la más breve del año. Pronto verás que la línea del horizonte se inflama, que el mar toma una tonalidad de plata para volverse lentamente del color de un vino homérico.
Enseguida con la majestad consabida saldrá el sol. No te equivoques. Ese es el sol que sale para todo el mundo. Se trata de una bomba de hidrógeno.
El tuyo, ese sol que está hecho a tu medida es el mismo del de Pitágoras cuya luz te hará ver la armonía de todas las cosas, pero solo saldrá si lo mereces y lo llamas para llevarlo siempre en el cerebro bajo el sombrero de paja. Suena Chet Baker.
Ya verás, todo irá bien, todo será como antes.