Dictadura, en curso
Es mejor advertirlo ahora y no lamentarlo mañana: la decisión de incorporar la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional es un paso más (si no es que un salto) hacia la implantación de una dictadura en México.
Y lo es en dos grandes sentidos ya que, por una parte, despoja de su carácter civil a la institución creada al inicio de este sexenio, para hacerla un "órgano castrense", para asumir funciones de policía, y, por la otra, porque estas reformas legales contravienen abierta y flagrantemente lo dispuesto en la Carta Magna, en sus artículos 19 y 21. Es un golpe de Estado contra la Constitución y es no solo inconstitucional, sino anticonstitucional.
Esta decisión presidencial instrumentada por Morena y sus lacayos, significa un eslabón más en el ejercicio autocrático y autoritario del poder, rayando en la locura sin límites, para justificar su fracaso en el combate a la inseguridad y querer ocultar su complicidad y alianza con la delincuencia organizada para ganar elecciones.
Es un escalón más en la ruta de la descomposición del Estado mexicano que, con este gobierno fracasado, es ya un Estado fallido.
O más tajantemente dicho: Es la consolidación de un gobierno dictatorial que amenaza con continuar su proyecto de la mano de los militares, al costo que sea.
No exagero. No son tiempos de ser "políticamente correctos" para no decir las cosas con claridad: Es muy grave lo que se está decidiendo y hay que evitar que continúe esta "marcha de la locura".
El problema de fondo no es si los militares deben o no participar en funciones de policía para enfrentar el poderío de la delincuencia (cosa en la que estamos de acuerdo), sino que, cuando lo hagan, sea bajo mandos civiles, con objetivos precisos, tiempo y territorio de actuación claramente establecidos, con la obligación de rendirle cuentas al Congreso.
Tampoco si queremos que ya hoy regresen los militares a los cuarteles y que los gobernadores se hagan cargo de la seguridad en sus estados. No.
El asunto real es que el gobierno falló en su estrategia y, ahora, con una Guardia Nacional de 115 mil elementos (80% de ellos de origen militar), hay más violencia, inseguridad, crímenes y feminicidios que hace 4 años.
La solución a este agudo problema no es la militarización, sino cambiar de estrategia.
Por esas razones, el PRD y la oposición votamos en contra de esas reformas, aprobadas por Morena al vapor. Ahora hay que esperar a que el Senado discuta la minuta que le envíe la Cámara de Diputados. ¿Actuará la mayoría que hoy tiene Ricardo Monreal en el Grupo Parlamentario de Morena para que, con el Bloque de Contención (opositor), derroten este ominoso proceso?
Por lo pronto, la tarea de la oposición es la de consolidarse y evitar fracturas rumbo al 2023 y 2024, como la que podría darse si el PRI decide acompañar la iniciativa de una de sus diputadas para prorrogar (a 2028), el plazo que tiene la Guardia Nacional (2024) para consolidarse como institución civil.
Sin cambio de estrategia, con atropellos a la Constitución, como lo está haciendo López Obrador, sería darle los instrumentos para que siga destruyendo al país. Sería como darle las armas con las que mañana nos fusile a todos los opositores.
No debe descartarse que, si en 2024 Morena (o sea AMLO) pierde las elecciones presidenciales, acuse a los opositores y al INE de hacerle fraude y no quiera entregar el poder. ¿Acudirá a los militares para reprimir a la población?
¿Acaso es lo que anhela el aprendiz de dictador? ¿Caerían las fuerzas armadas en esa criminal tentación?
Son preguntas difíciles de responder, pero vale la pena plantearlas como prevención y advertencia de la desembocadura que podría tener esta acelerada descomposición que padece el país. (Presidente Nacional del PRD).