El sabor más exquisito

Desempolvé hace días unos discos con canciones poco conocidas de José Luis Perales. Una de las canciones habla de lo que considero lo más injusto, pero que, desafortunadamente, viven muchas mujeres. Dice lo siguiente:
Más joven que tú
"Un día más te despiertas sola, igual que ayer, igual que antes de ayer, igual que hace tantas mañanas desde que se fue. Y al mirarte en el espejo te preguntas por qué, y la respuesta llega fría como un cuchillo, directa como un dardo al corazón: ´es más joven que tú´.
Y te cruzan por la mente mil imágenes vividas a su lado, cuando todo era distinto, cuando estaba enamorado y le tenías con tus besos atrapado. Y se llena tu mirada de una lánguida tristeza, recordando que hiciste tuyo su sueño, ayudándole a subir cada peldaño desde tu plano discreto de mujer.
Un día más para enfrentarte sola y ser mujer en un mundo que te resulta extraño porque todo tu mundo estaba en él, y te sientes un viajero que ha perdido su tren, y preguntas a nadie ´¿por qué se fue con ella?´ y la respuesta no tarda en llegar: ´es más joven que tú´.
Y a pesar de las heridas le imaginas a tu lado cada noche, como cuando te quería, cuando tu cuerpo era joven todavía, cuando el beso enamorado. Y se llena tu mirada de una lánguida tristeza, recordando que hiciste tuyo su sueño, ayudándole a subir cada peldaño desde tu plano discreto de mujer."
Y en otro disco, pareciera que Perales quiso dirigir también unas palabras a ese hombre que se fue, a esos hombres que se van.
Se equivocan
"Para saber de amor – alguien ha dicho – hay que cambiar de lecho cada noche, cambiar de beso y de perfume porque cada mujer guarda un secreto y hay que cambiar de cama cada día para saberlo todo del amor.
Se equivocan. El amor no es volar de boca en boca, él no precisa de lugares ocultos ni hoteles de autopista, ni escaleras sin luz ni un mar de copas.
Se equivocan. El amor es la luz que llega un día, él sin buscarlo aparece de pronto y te cambia la vida y en el arte de amar nos hace sabios.
Para saber de amor – alguien ha dicho – hay que probar mil frutas diferentes, que cada cuerpo es como un libro en el que descubrir cada misterio, que degustarlo todo es necesario para saberlo todo del amor.
Se equivocan. El amor no es probar cada manzana, él no precisa aventura más loca que su loca aventura y concibe un sabor más exquisito."
Qué palabras tan profundas y qué gran enseñanza nos dejan. Quisiera abundar un poco más en ellas para tratar de dejar más claro lo que creo que Perales quiso decir.
Lejos de lo que tal vez algunos pudieran pensar, por lo que escribo o por lo que hablo en mis conferencias, no fui el marido perfecto. Cometí errores, algunos de los cuales provocaron lágrimas de tristeza en mi esposa, cosa de lo cual me arrepiento profundamente. Pero un error que NO cometí, fue el olvidarme de la lealtad que le debía a quien se había jugado todo por mí y estuvo a mi lado en los años difíciles, ayudándome a subir cada peldaño. Un error que no cometí fue el de pagar su cariño y su apoyo con una traición y con la humillación enorme que debe significar para una mujer el ser abandonada por alguien más joven.
El día que nos casamos, cuando ya la fiesta había terminado y casi todos se habían retirado, sentí el impulso de pedirle a un primo que tomara una foto de nuestras manos unidas. El día que mi esposa partió, minutos antes de que eso ocurriera, volví a sentir el impulso de tomar una foto de nuestras manos unidas. De la mano comenzamos, de la mano terminamos. Y aún hoy, puedo decir que sigo caminando de su mano. Así que creo entender a Perales cuando dice que el verdadero amor concibe un sabor más exquisito. Un sabor más exquisito que el de los furtivos besos de una mujer que no es la mía. Un sabor más exquisito que el de un cuerpo más joven que el de la mujer a la que un día juré amar para siempre.
El sabor más exquisito es el de saber que, a pesar de los altibajos, libramos juntos las batallas y continuamos juntos hasta el final, encontrando paz en el amor apacible y sereno de los años dorados. ¿Es difícil lograrlo? Sí. Pero créanme, vale la pena luchar por ello. Y sí, el éxito en el matrimonio consiste en enamorarse varias veces, muchas veces, pero siempre de la misma persona. Si lo logras, esa será la más loca y hermosa aventura y no necesitarás andar buscando nada en otra cama. Eso es, en verdad, ser sabio en el amor. Lo otro, es simple calentura.
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