Inteligencias y presupuestos

Bernie Sanders se alarma porque la inteligencia artificial les quita trabajo a obreros y operarios norteamericanos. Mario Draghi afirma que las próximas superpotencias saldrán (o se consolidarán) de aquellos países y empresas que extraigan todo el jugo posible a dicha inteligencia.
Detrás de ella, como bien se ha dicho, hay inteligencia humana en grandes cantidades trabajando a toda marcha en una carrera cuyo ritmo marcan empresas de punta y gobiernos obsesionados con no atrasarse.
Cualquier análisis profundo podría decirle al muy apreciado senador independiente por Vermont que los cambios ya son una maquinaria, una avalancha, y que corresponderá a los gobiernos locales, estatales y nacionales preparar a su población para realidades, como suele decirse, "en constante transformación". Igualmente, ante las previsibles ganancias faraónicas de quienes triunfen en la carrera (serán muchos y habrá competencia), urgirán políticas de impuestos justos y de empleabilidad productiva, sin las cuales entonces sí habrá problemas más o menos previsibles.
Después de todo, llevamos más de cien años (quizá doscientos) con mutaciones cada vez más vertiginosas. Las generaciones senior recordarán los bancos en los años sesenta: tenían policías a la entrada y en el interior. Ahora tienen vidrios de cristal ultra reforzado y acceso con códigos a las zonas restringidas, entre ellas las bóvedas o cajas fuertes.
John Lennon hubiera cumplido ayer 85 años. Su asesinato cambió para siempre la manera como millones de personas entran en casa: ofrecen la menor cantidad posible de exposición a posibles asaltantes o a eventuales admiradores-acaso-manipulados-hasta-el-punto-de-obsesionarse-con-n-rimen.
Ni los policías en los bancos podían impedir muchos asaltos ni el portero del Dakota percibió la peligrosidad del asesino de Lennon, pese a que el criminal–acaso–manipulado se estuvo horas esperando al cantante y pese a que ya lo había visto y saludado. (Yoko Ono miró despectivamente al criminal cuando lo vio de nuevo al bajarse de la limusina y le dijo: "¿Usted otra vez?" ¿Y si hubiera sido amable? Por lo demás, les comparto a mis lectores un caso en que indudablemente hubo un asesino solitario: Caín mató a Abel sin ayuda ni manipulación.)
La elegancia de los palacios en la Parma de Stendhal y el Moscú de Tolstoi se exhibía sin luz eléctrica. Los lujosos candelabros eran incendios potenciales. Fabricio y Clelia, protagonistas de La cartuja de Parma, se enamoraron entre velas, no por románticos, sino porque ni ellos ni Stendhal ni Balzac ni Miguel de Cervantes ni William Shakespeare conocieron jamás un foco, una bombilla eléctrica: la humanidad ha avanzado de manera discontinua y paradójica. Leonardo concibió colosales máquinas de guerra, aeroplanos, alas, pero no alcanzó a ver otra luz salvo el sol, la luna y las luciérnagas. (Tales de Mileto ya había hecho observaciones a partir del ámbar, que en griego es ´electrón´.)
Durante milenios se edificaron palacios, pero la precariedad de los caminos provocó que la futura reina Victoria estuviera a punto de morir en el vientre de su madre cuando sus progenitores se trasladaron de Alemania a Inglaterra para que la niña naciera donde debía: el carruaje estuvo a punto de volcarse, de ser asaltado, de perderse en noches sin luz. Casi de aquel viaje tan peligroso parece haber nacido la idea de inventar los ferrocarriles, que pronto inundaron Inglaterra, Europa, el mundo. Eran decenios en que Europa mandaba a los cuatro vientos ideas innovadoras.
El poeta Rodrigo Garza Arreola habla de saltos exponenciales de la humanidad a partir de cada problema resuelto: el fuego de Prometeo, el perdón de Jesús, el foco de Tomás Alva Edison, la corriente alterna de Tesla. Con un salto exponencial la especie humana crece en número y posibilidades. Se emplean las técnicas y tecnologías derivadas del salto tanto para obtener próximos avances como para contener una expansión humana que aparentemente amenaza con desbordarse.
En "Velocidad y política", cuya lectura debo a Andrés Ordóñez, Paul Virilio estudia los riesgos inherentes a cada adelanto tecnológico. Hoy se alzan voces ante la inteligencia artificial. Todo vuelve una y otra vez al corazón de las personas: ¿qué decidimos hacer con cada objeto en nuestra mesa? ¿Legitimamos una dictadura con nuestras acciones? El avión es inocente de la bomba atómica. La radio no es culpable de la voz de Hitler. La inteligencia artificial se lava las manos. Desplazamos a veces las responsabilidades a terceros, por ser tan pesadas: Pedro Páramo culpa de ausencia a su esposa Dolores tras haberla orillado a huir, cansada del maltrato.
La Universidad Nacional Autónoma de México cuenta con la asignatura de Inteligencia Artificial en alrededor de siete carreras. La Facultad de Química (si mal no recuerdo) ofrece un paquete de asignaturas con esta denominación, Inteligencia Artificial. Desconozco si dichas carreras comparten ideas, docentes, avances, materiales didácticos, experiencias, y si transmiten sus reflexiones a áreas de la Universidad en que se medita sobre la inteligencia.
En todo caso, la Universidad y en general las instituciones de educación superior y de investigación están llamadas a ser punta de lanza por lo menos nacional y tal vez latinoamericana en un tema, las inteligencias, que abarcan todas las áreas del conocimiento y del trabajo y la productividad y el consumo: medicina, impartición de justicia, transporte, educación...
Un reportaje pone los coches con piloto automático como ejemplo de inteligencia artificial en funciones. Y comenta que Europa se rezaga (un magnífico texto de Miguel Pineda resume las causas del rezago europeo, el cual incluye un alto nivel de vida y muy buen teatro) y que General Motors claudica en su empeño para producir taxis con robot al volante: resulta muy cara la inversión.
Sigamos preparando a la gente. Los actuales choferes pasarán de aprender a cambiar velocidades y meter el clutch a ser técnicos en computación de automóviles con piloto automático para resolver cualquier problema en el camino.
¿Nos dan miedo los autos sin conductor humano? Los cielos ya están llenos de pilotos automáticos, y nos subimos a los aviones con más confianza y credulidad que la que necesitaríamos para creer en todos los dioses del Olimpo.
Por donde quiera que se mire, la educación será clave para la riqueza económica y social de hoy y de mañana.
Recortar presupuestos en educación es recortar países y mutilar futuros.