Las religiones, laicidad y política

La capacidad de influir sobre los comportamientos de las personas expresa los límites del poder, a la vez que sintetiza una definición del poder mismo. Esto es muy notable en el caso de las iglesias y sus respectivos especialistas religiosos. Durante mucho tiempo el poder de un sacerdote en una localidad era muy significativo y muchas veces las autoridades municipales estaban interesadas en evitar conflictos, a la vez que tenían en alta estima su respaldo. Esto no benefició a los curas.
Muchos gobernadores interesados en halagar a los obispos no dudaron en dedicar dinero público para obsequiarles costosos vehículos, más otros respaldos económicos, violando la laicidad del estado. Lo cual no resolvió la crisis de popularidad de los políticos, quienes constantemente deben ratificar la confianza de los ciudadanos quienes desconfían de ellos. También los líderes religiosos acudían y acuden a negociar impunidad para los abusos de su personal o de ellos mismos.
La Iglesia Católica mantenía la nostalgia de cuando era iglesia de estado, podía reprimir las disidencias, enviar a la hoguera de la Inquisición a quienes no compartían su fe. En muchas ocasiones los pastores evangélicos fueron encarcelados por distribuir biblias.
Estos respaldos en las cúpulas no se reflejaron en apoyo social, lenta e inexorablemente fueron avanzando las iglesias que no recibían ningún respaldo gubernamental, sus miembros se organizaban para conseguir la donación de terrenos, en sus lugares de trabajo o de estudio trataban de ser ejemplo y modelo de vida, estaban orgullosos de sus templos que eran resultado de su esfuerzo.
En cincuenta años los evangélicos crecieron de un escaso 3% al 22% de la población y los templos registrados se triplicaron entre 1992 y 2024, según la información oficial, asimismo los 46,000 templos católicos que son propiedad de la nación, en 1992, en 2024 sólo estaban abiertos al culto 34,000, incluyendo en estas cifras las capillas de las escuelas de las religiosas.
Es habitual que los sacerdotes atribuyan la disminución drástica de la feligresía al predominio del relativismo moral en la sociedad. ¿Quiénes serían los enemigos de la fe? En esta larga lista se incluyen a los medios de comunicación y el impacto de la cultura protestante que predomina en la construcción de contenidos de esos medios de información de masas. Cabría entonces otra pregunta, ¿por qué crecen las iglesias evangélicas? que se desarrollan precisamente en esos contextos señalados como la fuente del pecado y el abandono de lo religioso.
La cuestión podría tener respuestas más sencillas, pero no son gratas para responder: En que fallaron quienes no han logrado ampliar sus horizontes y en que fueron exitosos y por qué quienes están creciendo, lo mismo podría decirse del ateísmo militante, en términos censales, los ateos y agnósticos en México no rebasan el 1%, pero existe una masa de alrededor del 8% que no se relaciona con ninguna religión y podría resultarle indiferente lo religioso, aunque esto no quiere decir que no poseen sistemas de creencias que en su momento podrían traducirse en una articulación a alguna propuesta religiosa. El desafío para las iglesias está en como evangelizar a quienes dudan y no están convencidos de la importancia de lo religioso.
En este asunto está el desafío de incorporar a las nuevas generaciones a las propuestas religiosas, los jóvenes se preguntan constantemente sobre la legitimidad, consistencia y viabilidad de quienes pretenden ser modelos de comportamiento y orientación para la vida. En esta perspectiva el problema para las iglesias no está en los edificios, sino en la seriedad y consistencia entre "lo que se dice y lo que se hace" y es aquí donde está el problema. ¿Son creíbles los ministros de culto? ¿Las mujeres dedicadas a la vida religiosa, son un modelo de vida? ¿Es creíble una iglesia que tiene a su líder encarcelado en Estados Unidos, tras confesar sus delitos?
La pandemia de Covid-19 obligó a un repliegue en la vida social, que obligó a refugiarnos en la intimidad de nuestros hogares y llevó a que hiciéramos un complejo proceso de reflexión sobre un conjunto de problemas existenciales y la pregunta que surge está referida a la búsqueda de nuevas formas de vida y modos sinceros de referirse a los nuevos desafíos existenciales, para responder a un conjunto de situaciones dramáticas que debimos afrontar. En muchos casos pudimos apreciar en forma cruda y directa la sinceridad, la solidaridad y el altruismo de nuestros semejantes y también la hipocresía, el doble lenguaje y el fracaso de quienes pretendían elevarse a modelos de comportamiento.
Es aquí donde el impacto de la conducta de quienes administran lo religioso está en la mira de la sociedad. Existen iglesias que hicieron caso omiso a los excesos de sus líderes y en vez de asumirlos en forma crítica y autocrática han descalificado a las víctimas, victimizándolas una vez más y no han querido responder a las demandas de la sociedad de transparencia y justicia, a este fracaso podemos agregar la complicidad de las Instituciones del Estado, que no han protegido a los más débiles.