Lo que Reynosa se juega en Washington

Reynosa produce, pero no decide. Exporta, pero su futuro se juega lejos de sus fábricas, en las mesas de Washington. Como toda la frontera, su destino depende de negociaciones ajenas. Este jueves, los gobiernos de México y Estados Unidos discutirán aranceles, migración y seguridad en la Casa Blanca. Son temas de Estado, pero en la práctica, se traducen en empleos, inversiones y crecimiento... o en recortes, cierres y crisis.
Detrás del primer acercamiento entre los equipos de Claudia Sheinbaum y Donald Trump hay algo más que diplomacia, está en juego la estabilidad de 134 mil trabajadores y de una ciudad que vive al ritmo del comercio bilateral.
Cuando la presidenta mexicana envíe a Marcelo Ebrard y Omar García Harfuch a Washington, los titulares de economía y seguridad hablarán de entendimiento entre naciones, pero en Reynosa la preocupación será otra, si se mantendrán los empleos, si las fábricas seguirán exportando, si las reglas de juego no cambiarán de un día para otro.
No es solo una ciudad fronteriza. Es el corazón industrial de Tamaulipas. Reynosa alberga 158 plantas manufactureras, genera el 43% del empleo maquilador del estado y mueve mercancías por más de 16 mil millones de dólares al año, de los cuales el 96.5% tiene como destino Estados Unidos, según el INEGI y la Secretaría de Economía. Su economía no depende solamente de México, sino de un tratado comercial que Washington pretende modificar, endurecer o reinterpretar a su antojo
El Puente Internacional Reynosa–Pharr es la arteria principal del comercio binacional. Solo en 2022, 27,700 millones de dólares en exportaciones mexicanas cruzaron por ahí. Datos oficiales de Estados Unidos indican que en diciembre de 2024, 56,425 camiones se dirigieron al norte, un incremento del 5.59% respecto al mismo mes del año anterior. Y para dimensionar lo que está en juego, basta con un dato: en 2024, este puente generó 1.4 millones de dólares en ingresos por peajes de camiones.
El sector automotriz es una pieza clave en este dilema. En 2023, Reynosa exportó 2,606 millones de dólares en partes y accesorios de vehículos, de los cuales el 97.8% tuvieron como destino Estados Unidos. Su competitividad depende del libre comercio. Pero también de los costos de producción.
Ahí radica el riesgo. Un ajuste en los aranceles bajo el T-MEC no sería un problema técnico, podría desencadenar una crisis laboral. Cualquier incremento en los costos de exportación encarecería la producción y reduciría la rentabilidad de las maquiladoras, lo que impactaría directamente en el empleo. Empresas como Corning, Panasonic y LG, que hoy sostienen muchos empleos en la ciudad, dependen de la agilidad comercial con Estados Unidos. Si Washington aprieta, Reynosa resiente.
Pero el problema va más allá de los aranceles. La migración en Reynosa no es un fenómeno temporal, es una constante. Miles de migrantes atraviesan la frontera, pero muchos se quedan. Una política migratoria más dura no solo generará mayor presión social en la frontera, sino que también afectará la disponibilidad de mano de obra en la industria maquiladora, donde la rotación de personal ya es alta.
Si producir es vital, hacerlo con seguridad es esencial. Este punto es un factor clave para la competitividad industrial. Por eso, la presencia de García Harfuch en la Casa Blanca no es simbólica, es una prueba de que economía y seguridad son inseparables.
No, no se esperan acuerdos inmediatos en esta reunión. Pero Reynosa debe entender que, aunque no tenga un asiento en la mesa, está en el centro del juego. Un mal acuerdo podría significar cierres de fábricas y pérdida de empleos. Una negociación favorable, en cambio, asegurará crecimiento y nuevos empleos.
Por eso, para Reynosa, lo que se discuta en la Casa Blanca no es diplomacia, es el futuro.