Beatles, Stones y mucho más: el mejor cartel del rock británico para un festival de dos horas
Las dos bandas solo coincidieron en tres conciertos de ´New Musical Express´. En el más memorable, hace justo 60 años, se unieron a Kinks, Animals, Dusty Springfield, Donovan y Van Morrison
The Beatles, en el concierto de New Musical Express en la Empire Pool de Wembley (Londres) el 11 de abril de 1965.Trinity Mirror / Mirrorpix / Alamy Stock Photo (Alamy Stock Photo)
Aunque su supuesta enemistad solo era una estrategia de marketing, y colaboraron más de una vez dentro y fuera del estudio, The Beatles y The Rolling Stones no solían coincidir sobre los escenarios en los años, solo tres, en que podían hacerlo. Los de Liverpool saltaron a la fama en 1962, abandonaron el directo en el verano de 1966 para centrarse en los discos y se separaron en 1969. Los Stones se dieron a conocer a finales de 1963, nunca dejaron de pisar las tablas (salvo un lapso de siete años en los ochenta) y siguen llenando estadios hoy.
Pero hubo tres festivales, solo esos, en los que Beatles y Stones figuraban en el mismo cartel, junto a otras estrellas de la mejor hornada musical que ha dado el Reino Unido, lo que en EE UU se llamó la invasión británica. Eran los Poll Winners de la revista New Musical Express (NME, aún resiste), también presentados como Big Beat. Reunían a unas 10.000 personas en el pabellón Empire Pool (hoy Wembley Arena) de Londres, y eran televisados en la ABC, una de las asociadas en ITV. Allí estuvieron los Beatles ya en 1963, y coincidieron con los Stones tres veces, en 1964, 1965 y 1966. Quedan testimonios fílmicos, completos los dos primeros y el tercero muy mutilado, disponibles en YouTube.
El metraje completo de cada uno de los dos primeros conciertos dura dos horas, unos 90 minutos de actuaciones más la entrega de premios de la revista. Unas bandas interpretaban uno o dos temas, las de más nombre entre tres y cuatro; solo los Beatles hacían cinco. Las grabaciones no tienen la calidad visual ni sonora a la que estamos acostumbrados hoy. Se filmó para televisión, y no en película de cine, y sin los medios para la música en directo que se desarrollaron poco después. Un punto desagradable es la presentación de Jimmy Savile, quien era el más popular DJ de entonces y, según supimos después, un depredador sexual. Con todo, es un viaje irresistible al Swinging London, que transformó la industria de la música y mucho más. Y la imperfección del sonido verifica que tocaban en riguroso directo. Ver los tres del tirón permite apreciar cuánto evolucionaba cada una de las bandas de un año a otro. Los tiempos estaban cambiando a un ritmo frenético.
El de 1964, un 26 de abril, tuvo un cartel que ha envejecido peor que los otros, con muchas bandas locales que interpretaban clásicos del rock and roll americano o que trataban de subirse al carro de la beatlemanía. No acababa de asentarse todavía el modelo de grupos que, como los Beatles, construyen su propio repertorio. Los Stones acababan de editar su primer disco, casi todo de versiones de blues, y salieron muy al principio, aunque los grandes gritos de la audiencia revelan que su aparición era muy esperada. Siguieron bandas menos recordadas hoy pero con cierto éxito en su día: Gerry and the Pacemakers, The Searchers, The Merseybeats, The Hollies..., y solo una mujer: Kathy Kirby. Cerraron los Beatles, que no tenían rival todavía, con cinco temas, dos versiones y tres originales. Tenían a todo el país a sus pies. (Aquí la lista de canciones del festival y aquí en YouTube el concierto íntegro).
El más memorable es el de 1965, y de ese se cumplen hoy 60 años. Se celebró a las dos de la tarde del 11 de abril. Repiten muchos del año anterior pero hay novedades muy notables. Sorprende la apertura por los Moody Blues, grupo que alcanzó cierto nombre en el rock sinfónico de la década siguiente pero entonces, lo decía su nombre, ejercían el blues. No fueron los únicos: el género nacido en el Delta del Misisipi y electrificado en Chicago fue muy popular en aquella Inglaterra, tras las giras a partir de 1962 de algunas estrellas afroamericanas (Muddy Waters, Howlin´ Wolf, John Lee Hooker) cuando estos artistas no eran tan apreciados en su propio país. Los jóvenes músicos locales acudían a verlos como alumnos muy atentos. Esa influencia es grande en los Animals de Eric Burdon, que hicieron una actuación sobresaliente, la más energética de todas. Con permiso de Them, el grupo de un Van Morrison que tenía 19 años, empezaba a darse a conocer (con Gloria, pero no la cantó) y ya resultaba muy convincente.
Y desde luego sudaban blues los Stones, que abrieron con una versión de Everybody Needs Somebody to Love. Estaban a punto de lanzar el single de Satisfaction, que no sonó, pero ya habían encadenado algunos números uno propios como The Last Time, con la que cierran. En otro registro, Donovan fue lo más dylaniano que se escuchó aquella tarde. Pocos nombres femeninos, pero dos interesantes: la diva del soul Dusty Springfield (la "mayor cantante británica, tan buena como Aretha Franklin", según Elton John) y Cilla Back, una cantante liverpuliana lanzada por el manager de los Beatles, Brian Epstein, y para la que compusieron algunos temas Lennon y McCartney.
Los Beatles que actúan aquí ya son más maduros que los del año anterior. Están dando rienda suelta a su creatividad, se percibe una mayor ambición en sus temas (Ticket to Ride, I Feel Fine), aunque para cerrar su actuación vuelven a la versión de un clásico: Long Tall Sally, el mismo que un año antes. Ellos tenían mucho oficio, tras sus años en Hamburgo y The Cavern, pero no asumían grandes riesgos en directo, al contrario que en sus álbumes, en los que empezaban a experimentar con audacia. Venían de giras agotadoras, tenían recién publicado Help!, se habían empapado de influencias de Dylan. Estaban en uno de sus más claros puntos de inflexión.
Sorprende que esta vez los Beatles no cerraran el festival; tampoco los Stones, que actuaron en la primera mitad porque no querían aparecer, como si fueran teloneros, justo antes que los Fab Four. Se decidió, no sabemos si de forma salomónica, que la última actuación fuera la de The Kinks, banda que parece haber dejado menos huella que las dos anteriores pero entonces se codeaba con ellas, y que tuvo una carrera larga hasta 1996. Su sonido crudo, cortante y rabioso fue muy influyente sobre corrientes posteriores como el punk y la new wave. Les penalizó en su repercusión global que sus letras miraban muy de cerca a la sociedad británica y, sobre todo, que fueron vetados por el sindicato de músicos en EE UU durante cuatro años a partir de este 1965 (una historia muy larga que se cuenta aquí). En este concierto interpretaron dos exitazos: You Really Got Me y Tired Of Waiting For You.
Un año después, la década prodigiosa seguía acelerada. Se incorpora al cartel otro nombre que merecía escribirse con mayúsculas: The Who, otros que miraban de tú a tú a Stones y Beatles, conocidos además por su portentoso directo. Pero la cuestión de los derechos había cambiado en aquella industria. Ni Beatles, ni Stones ni Who permitieron que se televisaran sus actuaciones. Tampoco queda rastro de los números de dos grandísimas voces: Roy Orbison (con quien los Beatles salieron tres años antes como teloneros y acabaron encabezando el cartel) y la de Tom Jones. Eso devalúa mucho la grabación disponible.
La del 1 de mayo de 1966 fue, además, la última actuación de los Beatles en suelo británico (sin contar el concierto por sorpresa en la azotea de Let It Be en 1969). Nadie lo sospechaba: les quedaba una última gira en EE UU pero ellos estaban exhaustos y planeaban centrar toda su energía en sus discos. Se ha escrito que este fue un concierto perezoso (abrieron otra vez con I Feel Fine, siguieron con tres temas de Rubber Soul y cerraron con I´m Down). Ya no disfrutaban del directo como antes. Lo que estaban haciendo en el estudio (ese verano sacarían Revolver, una obra revolucionaria que abría el camino de la psicodelia) ya no era replicable en un escenario. Se ha dicho también que entonces sí que estaban picados con los Stones (y que John quería actuar justo a continuación pero no lo logró). Los de Jagger y Richards también habían avanzado en su ambición, también habían triunfado en EE UU y esa misma semana lanzaban un gran álbum, el primero en el que componen todas las canciones: Aftermath. Y The Who habían irrumpido a finales del año anterior como un cohete con My Generation, un himno para aquella juventud.
Así que esta grabación de 1966 solo dura una hora y no están los nombres más importantes. Sí están los Yardbirds, otra conjunción de fanáticos del blues por el que pasaron los mejores guitarristas de su tiempo: ya se había ido Eric Clapton pero están Jeff Beck a las seis cuerdas y Jimmy Page al bajo, quien luego tomaría el relevo en la guitarra antes de fundar Led Zeppelin. Los Yardbird terminaron en 1968, y su cantante Keith Relf murió en 1976. Aun así reaparecieron en 1992, sin nombres tan ilustres y con el batería Jim McCarty como única continuidad, y siguen dando giras.
Otros nombres recordables del concierto de 1966 son los de The Small Faces (antes de ser simplemente Faces, es decir, sin Rod Stewart ni Ronnie Wood), The Spencer Davis Group o Alan Price (tremenda versión de I Put a Spell on You). Algunos tenían su tercera vez consecutiva: Cliff Richard con los Shadows, Dusty Springfield, Sound Incorporated o The Searchers. NME lo proclamó en sus páginas el mejor concierto de la historia, qué iban a decir. Por los nombres pudo serlo, pero no podemos acreditarlo hoy. (Aquí la lista de actuaciones, tan incompleta como el vídeo).
Los premios de NME siguieron entregándose hasta 2022, pero ensombrecidos por la competencia de los Brit Awards, creados en 1977 y anuales desde 1982. El formato de estos tres conciertos sesenteros reseñados era el propio de su tiempo. Hasta entonces el pop-rock en directo se había movido en parámetros modestos: recintos de aforos medios con sucesivas actuaciones breves o muy breves de distintas bandas. El primer concierto en un gran estadio fue el de los Beatles en el Shea Stadium de Nueva York el 15 de agosto en 1965, y no quedaron satisfechos con el sonido ni con la experiencia (al final, John toca el piano con los codos y ríe como si todo le diera igual, porque nadie le estaba escuchando). Los Stones serían desde el final de esa década los reyes indiscutibles congregando a multitudes.
Muy poco después de los tres gloriosos Pool Winners llegaría el tiempo de los festivales de masas, que contaban cientos de miles de asistentes. Abrió fuego un momento mítico del verano del amor, el de 1967 en Monterrey. Siguieron Woodstock (1969), Atlanta (1970) y tres en la isla británica de Wight (1968, 69 y 70). Ni Beatles ni Stones, cuidadosos de lo único de sus marcas, participaron en esos acontecimientos; sí lo hicieron los Who, y hasta Dylan se apuntó a la isla de Wight (y eso que vivía en Woodstock). Los cabezas de cartel ya eran nuevas figuras como Jimi Hendrix o Janis Joplin. En los años hippies se fijó el modelo de festival que perdura. El viaje realizado en muy pocos años por el rock anglo cambiaría la cultura y el ocio para siempre.