Adicción a sustancias, problemática creciente en México y el mundo

Doscientos noventa y dos millones de personas consumen drogas, de acuerdo con el "Informe Mundial sobre las Drogas 2024" de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), lo que representa un aumento del 20% en tan solo una década. El cannabis sigue siendo la droga más consumida en el mundo, con 228 millones de consumidores; seguida de los opioides (60 millones), las anfetaminas (30 millones), la cocaína (23 millones) y el éxtasis (20 millones). [1]
Este informe también revela que, de los 64 millones de personas en el mundo que sufren adicción a estas drogas, solo 1 de cada 11 recibe tratamiento. Esta proporción varía significativamente según el género: mientras que 1 de cada 7 hombres accede a tratamiento, solo 1 de cada 18 mujeres lo recibe. Además, por primera vez, el informe aborda el derecho a la salud como un derecho humano universal, independientemente de la situación de uso de drogas de una persona o de si se encuentra privada de la libertad.
En lo que respecta a nuestro país, según el Informe sobre la situación de la salud mental y el consumo de sustancias en México, 2024, la prevalencia de consumo de drogas ilegales alguna vez en la vida en la población de 12 a 65 años es del 10.3%, una cifra que se ha mantenido estable en los últimos años. No obstante, la edad de inicio en el consumo está disminuyendo de manera preocupante: mientras que en 2002 era de 20.7 años, en 2016 bajó a 17.8 [2] y el Informe del Sistema de Vigilancia Epidemiológica 2023 reporta un promedio de 15.4 años entre las personas que solicitaron tratamiento en centros de atención públicos o privados [3].
El alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida en México. De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (ENCODAT) 2016-2017, la edad promedio de inicio de consumo de alcohol se ubica entre los 12 y los 14 años. En esos años, casi dos millones de personas eran consideradas consumidores problemáticos y, de estos, solo el 2% accedía a tratamiento profesional, debido principalmente al desconocimiento del alcoholismo como enfermedad y a la falta de información sobre modelos profesionales de atención. [4] Desafortunadamente, mientras más temprano se inicia el consumo de sustancias, mayor es la probabilidad de desarrollar una adicción y más severas suelen ser las consecuencias para la salud física, mental y social de las personas. [5]
El tabaco es la droga de inicio más frecuente, especialmente entre adolescentes: 19.5% de los adultos y 4.6% de los adolescentes son fumadores. En cuanto a la demanda de tratamiento, la metanfetamina o cristal se ha convertido en el principal motivo de consulta: en 2023, casi 6 de cada 10 personas (59.8%) que buscaron ayuda profesional lo hicieron por esta sustancia, muy por encima del alcohol (19.6%) o la marihuana (7.6%).4 Estas cifras reflejan el aumento en el consumo de drogas sintéticas y sus graves efectos, aunque no implican una disminución del alcoholismo o la adicción a otras sustancias.
Las adicciones son un fenómeno complejo que va más allá del consumo individual de sustancias. Afectan la salud, la economía y la cohesión social de la población en general. El consumo de alcohol, tabaco y drogas ilegales es responsable de una de cada ocho muertes prevenibles en el país. Las sobredosis por metanfetaminas, fentanilo y combinaciones de drogas han multiplicado por cuatro la mortalidad por envenenamiento en la última década. Según el Instituto Nacional de Salud Pública, en 2020 el consumo de alcohol y tabaco costó alrededor del 1.3% del PIB, debido a gastos médicos, pérdida de productividad, ausentismo y daños a terceros. Además, entre 40% y 60% de los homicidios y lesiones intencionales se cometen bajo los efectos del alcohol u otras drogas. Las adicciones también generan una sobrecarga en el sistema sanitario: gran parte de los casos de intoxicación, traumatismos por accidentes y enfermedades hepáticas relacionadas con el alcohol son atendidos por el sector salud, y el 40% de las camas psiquiátricas públicas están ocupadas por personas con trastornos por uso de sustancias.
Ante estos datos, resulta evidente que la adicción al alcohol y otras drogas –o trastorno por uso de sustancias, como se le conoce clínicamente– constituye un problema de salud pública cuyas consecuencias trascienden el ámbito individual, afectando a las familias, comunidades y a la sociedad en su conjunto. El enfoque más eficaz no es el punitivo, sino aquel que reconoce que la adicción es una enfermedad crónica pero tratable, con signos y síntomas específicos, al igual que la hipertensión o la diabetes. Esta condición requiere una atención profesional efectiva, basada en evidencia científica y accesible para todas las personas que la padecen, a fin de que puedan recuperar su bienestar y contribuir positivamente a la sociedad. Para lograrlo, será fundamental contar con datos actualizados, como los que esperamos obtener en la próxima ENCODAT 2025.
Finalmente, a medida que el consumo de drogas aumenta, especialmente entre jóvenes y personas en situación de vulnerabilidad, es urgente abordar las adicciones también como un problema de justicia social. Un estudio de la UNAM señala que los sectores más pobres enfrentan mayor exposición a ambientes de violencia, exclusión y falta de oportunidades, factores que incrementan el riesgo de consumo de sustancias. [6]
En México, la estrategia de seguridad ha privilegiado la criminalización del consumo por encima de su tratamiento. El Informe Mundial sobre Drogas 2023 de Naciones Unidas indica que más del 60% de las personas detenidas por delitos relacionados con drogas lo fueron por posesión para consumo personal. Un enfoque basado en derechos humanos implica combatir la desigualdad social, el estigma y la discriminación. Las políticas públicas deben alejarse de la criminalización y orientarse hacia la sanación, el acompañamiento y la reconstrucción del tejido social, siempre sustentadas en la investigación.
En este sentido, es fundamental que el Estado, las instituciones privadas, la academia y las organizaciones de la sociedad civil trabajen en conjunto para enfrentar esta problemática compleja y brindar una atención eficaz, equitativa y verdaderamente transformadora frente al problema de las adicciones.