Columnas - Marta Peirano

Cómo eliminar el estatus de refugiado

  • Por: MARTA PEIRANO
  • 30 JULIO 2025
  • COMPARTIR
Cómo eliminar el estatus de refugiado

Fridtjof Nansen se llevó el Nobel de la Paz por crear el primer pasaporte para refugiados, un encargo de la Liga de las Naciones para sobrevivir a la resaca de la Primera Guerra Mundial. El colapso de los grandes imperios -ruso, otomano y austro-húngaro- había dejado millones de apátridas en situación crítica. El pasaporte Nansen no les garantizaba asilo o ciudadanía pero les permitía cruzar fronteras y pedir permisos de residencia y empleo en otro país. Casi medio millón de personas recibieron pasaportes Nansen.

Los primeros beneficiados fueron los rusos blancos, monárquicos, militares zaristas, intelectuales y aristócratas que lucharon contra los bolcheviques. Se reasentaron en países como Francia y Alemania, dejando una importante huella cultural. Uno puede ver Ninotschka sin conocer este detalle, pero se pierde los guiños de Lubitsch a estos supervivientes del viejo mundo. Después ayudó a miles de campesinos armenios y cristianos asirios a huir de la limpieza étnica y religiosa. Fue una innovación legal importante, que reconocía la identidad del refugiado que, sin estar respaldado por un Estado, quedaba protegido por la Liga. En 1943, en las cenizas de la siguiente guerra, se funda la Administración de las Naciones Unidas para el Auxilio y la Rehabilitación (UNRRA).

Su papel es "planificar, coordinar y administrar medidas para el socorro de las víctimas de la guerra en cualquier zona bajo el control de cualquiera de las Naciones Unidas", incluyendo alimentos, combustible, ropa, refugio, atención médica y repatriación. Técnicamente, la UNRRA solo está preparada para ayudar a los desplazados a volver sus países de origen. En Europa son más de 65 millones. Pero muchos no quieren volver. Los alemanes y eslavos no quieren volver a sus casas ocupadas por la Unión Soviética. Y los supervivientes judíos, por lo que sea, no quieren volver a Polonia, Alemania, Hungría o Rumania.

Para ellos se crea en 1946 la Oficina Internacional del Refugiado. Para ellos se propone el plan de partición de Palestina en dos Estados: uno judío y otro árabe, con Jerusalén como ciudad internacional. Han pasado casi 80 años y EE UU, principal impulsor de las protecciones y su principal beneficiario, el Estado de Israel, tratan de acabar con la "condición de refugiado" como categoría política, eliminando los obstáculos en su proyecto de expropiación territorial y reemplazo de la población.

"La destrucción de los campos de refugiados de Jenín, Nur Shams y Tulkarem, en Cisjordania, que continúa a la sombra del genocidio en Gaza, tiene como objetivo destruir no solo a los refugiados palestinos, sino también la condición de refugiado como categoría política que sustenta el derecho al retorno", escribe recientemente el arquitecto judío Eyal Weizman. Son conclusiones del último informe de Forensic Architecture, el grupo de investigación que fundó en Goldsmith en 2010, donde investiga y documenta violaciones de derechos humanos, crímenes de guerra y violencia estatal.

Trump no sólo ha suspendido la admisión de refugiados en EE UU. Ha pervertido los términos acogiendo a 59 sudafricanos blancos víctimas de un "genocidio blanco" sin pruebas ni proceso, legitimando la detención, deportación y encarcelamiento en El Salvador de Kilmar Abrego García, la víctima más emblemática de la nueva máquina de deportar personas de su segunda Administración. Europa, mientras tanto, está implantando la vigilancia biométrica como nuevo pasaporte para millones de migrantes y solicitantes de asilo. Pronto se enfrentarán a un sistema de evaluación de riesgo opaco y automatizado, perfecto para maquillar sesgos y justificar la devolución.


Continúa leyendo otros autores

  • ¡Me robaron!
    Catón

    POR: Catón. 30 / Julio / 2025 EN: Columnas

    ¡Me robaron!

    El señor Pifano había bebido competentemente, lo cual no le impidió gozar la compañía de una obsequiosa damisela. Terminado el consabido trance el casquivano caballero se vistió presuroso y tomó el camino a casa. Su mujer lo recibió con actitud beligerante. Hosca, en un silencio que presagiaba tempestad, lo vio desvestirse para meterse en la cama a dormir la borrachera. "¡Oye! -le preguntó hecha una furia-. ¿Y tu ropa interior?". ¡Al tarambana se le había olvidado ponérsela! Un súbito relámpago, no obstante, le iluminó la mente. "¡Santo cielo! -exclamó con fingida consternación-. ¡Me robaron!". En mi casa de niño había libros. Eso explica lo que ahora soy. El hogar en que nací era de condición humilde. No diré que pobre -sería exagerar-, pero mi padre, modesto empleado de oficina, ganaba apenas lo suficiente para la manutención de su familia. Hoy me pregunto cómo harían mis progenitores para comprar un libro cada mes. Entre los más apreciados por mi papá estaba uno de cacería en África: "Cien días de

  • La gran mentira: creer que un Estado "libre" lo puede todo...
    J. Eleazar Ávila Pérez

    POR: J. Eleazar Ávila Pérez. 30 / Julio / 2025 EN:

    La gran mentira: creer que un Estado "libre" lo puede todo...

    La vida que nos tocó como testigos del planeta tiene muchas charolas, como en los buffet de comida; cada quien toma lo que le apetece y lo que le alcanza a pagar. Así de siempre, por eso es que la diversidad merece respeto, igual que las opiniones de cada una de las más de 8 mil personas de este planeta Tierra. Que todas no tengan el mismo valor para el bien-estar de la sociedad donde se gravita, ese es un debate diferente. Porque en el buffet de la vida hay quienes arrebatan, pero hay otros que lo conquistan, y algunos más, lo que les gusta, lo obtienen con el esfuerzo de la palabra y, por lo mismo, la política y el poder nos parecen el deporte entretenido, pero casi siempre, cruento y muchas veces amoral. Sirva de introducción porque la continuación de las guerras mundiales son, en buena medida, militares, pero sobre todo en el territorio de la economía, donde hay términos que cada vez son más obsoletos y, al menos, abstractos. Por ejemplo, cuando hablamos de un país, siempre nos referiremos en la base

  • Ni caos, ni grandeza
    Víctor Lapuente

    POR: Víctor Lapuente. 30 / Julio / 2025 EN: Columnas

    Ni caos, ni grandeza

    El problema no es estar mal, sino estar peor. Es la sensación que recorre Europa occidental. De Berlín a Finisterre y de Manchester a Atenas nos costaría encontrar personas que piensen que los servicios públicos de su país son mejores hoy que hace 15 años. En cada nación, la decadencia de lo público se pinta de un color distinto. En Reino Unido son los socavones en las carreteras y los deteriorados equipamientos públicos y bibliotecas. En los países nórdicos, los barrios donde campan a sus anchas las bandas criminales. Y, en muchos lugares, las crecientes colas en la sanidad. En España, cada comunidad autónoma carga su propia cruz, pero hay una compartida sensación de desencanto. Según Metroscopia, tres de cada cuatro personas consideran que, en general, las cosas en España no están funcionando de manera adecuada. Esta opinión está condicionada por la ideología, de manera que los críticos con el devenir del país son los votantes de Vox (el 99%) y del PP (96%), pero son mayoría también entre los nacionalista