El gran escape del joven de hoy; jóvenes en fuga
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Esta es una severa crisis emocional que no es de ahora, ni reflejos de los amargos estragos de la pandemia, el cáncer emocional tiene años trasmitiéndose de una generación a otra, de abuelos a padres , de padres a hijos y de hijos a hijos; genéticamente, los niños nacen vulnerables, altamente sensibles a caer en las garras de las emociones torcidas, propensos a las tendencias alcohólicas, el uso de fármacos, el consumo de estupefacientes, nacen y se hacen dependientes, que también es una enfermedad emocional. Esta vida de adicto a sustancias y malos hábitos se arraiga en los hogares disfuncionales, donde estos niños, ahora de adultos, traen la genética hereditaria de la neurosis, la compulsión, ansiedad, la depresión y pésimos malos hábitos y costumbres tóxicas que heredan, trasmiten y arraigan a sus hijos; en ese sentido, niños y jóvenes en fuga de hoy tienen cómplices: las manos que mecen las cunas y empinan a sus hijos al infernal mundo de las emociones torcidas, confirmando que el adicto nace y se hace en casa. Una adicción es una compulsión que no puedes evitar, es involuntaria; la activa la ansiedad, que es la madre de las adicciones, muchas de ellas son incurables, progresivas, mortales, contagiosas. Hay adicciones aparentemente “sanas”, como al trabajo, higiene, los trastornos alimenticios o los pensamientos psicóticos, patológicos, por demás obsesivos; adicciones como al chisme, a levantar falsos hablando mal y a espaldas de alguien, adictos a postergar, al fentanillo, heroína, cristal, nicotina, alcohol y muchas más que están a la vuelta de la esquina; la marihuana es un escalón de la muerte.