El verdadero líder tamaulipeco
Nunca, y menos en la era neoliberal – desde Miguel de la Madrid, hasta Enrique Peña Nieto, pasando por los panistas, Vicente Fox y Felipe Calderón– los programas sociales del Gobierno fe-
deral habían beneficiado a tantos y tantos mexicanos. Más de 25 millones de mexicanos reciben con regularidad apoyos materiales para recuperar niveles de vida decorosos, que les habían escamoteado por los programas federales, estatales y municipales excluyentes y de abierta intención clientelar.
Los programas sociales, como lo dijo la candidata Xóchitl Gálvez, son innecesarios para los desvalidos, toda vez que –se infiere de su pensamiento– promueven la holgazanería y el paternalismo.
Habría que evaluar qué tanto pesó en los resultados electorales esa brutal visión neliberal. Lo que es en Tamaulipas, se infiere, impactó –negativamente– en las campañas de los candidatos panistas, sobre todo en el sur del estado y en la frontera tamaulipeca.
Aseguró la senadora Gálvez, en plena campaña electoral, que desde la presidencia de la República iba a desaparecer las ayudas implementadas por AMLO y su gobierno. Más: se comprometió a cerrar la refinería de Ciudad Madero.
En la frontera lanzó otra advertencia que sonó a maldición: iba a desterrar de la zona fronteriza la industria maquiladora.
Esa idea, entre otras circunstancias, hizo sonar bofo a la candidata a la alcaldía panista, Letty Salazar.
Creo que en el resultado de Nuevo Laredo, esos disparates de Xóchitl arrastraron al fondo a la candidata Yalheel Abdala, que como hace tres años se quedó a un pelito de rana de ganar la alcaldía.
En MORENA, todo fue coser y cantar.
No requirió candidatos competitivos –que los tuvo, en algunos casos–; y menos necesitó, una estructura partidista para la movilización y para el impulso de las campañas.
No.
Nada de eso requirió, para dejar chiflando en la loma al PRIAN y sus amigos.
¿Para qué la presencia de dirigentes partidistas o candidatos potentes, si los guindas traían pata de conejo: los programas sociales de la Federación?
Eso fue.
El líder, –los programas sociales– fue la tarea: concretar el Plan C de la IV T.
Novedoso fenómeno político y de masas. Dice Pichón Riviere –educador argentino–, que en trabajos de equipo, una de las dinámicas más eficaces es esfumar a los líderes para dar el papel preminente a la tarea; es decir, desaparecer el núcleo dirigente –evitando tensiones grupales– para colectivamente hacer realidad el proyecto comunitario.
Creo, eso fue lo que ocurrió en Tamaulipas el 2 de junio.
La óptica y la praxis de AMLO, anularon a toda urdimbre partidista y sus liderazgos –unos realmente enfermos y tóxicos– para abrir con la llave de los programas sociales la fe de los ciudadanos en el estado benefactor, alimentando su repudio contra el despiadado Estado neoliberal que por décadas los expolió.
El "No somos iguales" de López Obrador se amacizó desde las comunidades más vulnerables hasta la veleidosa clase media y media alta, que se volcaron masiva y favorablemente por la propuesta del tabasqueño: la continuidad para seguir cambiando.
De otra forma: los candidatos, el partido y las campañas pasaron a segundo término; lo fundamental fue la concreción del anhelado Plan C.
Y como pocas veces se equivoca el Presidente, así ocurrió.
El Segundo Piso de la IV T será la obra emblemática del lopezobradorismo, no el Tren Maya ni el aeropuerto Felipe Ángeles ni el Tren Transoceánico.
El Peje resultó un bravo gavilán, para un indefenso grupo de polluelos que se le opusieron.