Primero los prejuicios
El gobierno de López Obrador ha traicionado la agenda de izquierda en muchos temas: militarización, medio ambiente, género, apoyo a las víctimas de la violencia, transparencia y rendición de cuentas, la construcción de un sistema de justicia penal autónomo y que realmente busque reducir la impunidad, entre otros. Uno en el que es evidente la continuidad con el pasado —e incluso retroceso— es la política de drogas.
Hace apenas unas semanas se presentaron durante la mañanera nuevos materiales de la "Campaña contra las adicciones". En uno de los videos se muestran personas en situación de calle (por cierto de la ciudad de Filadelfia en EU), para enseñar los estragos que puede causar el consumo de fentanilo. Otro video contrasta carros, vestidos y oficinas lujosas con la vida de muerte y pobreza que —según la campaña— trae el uso de drogas y el narcotráfico.
"El énfasis de la política del gobierno es la protección, a los niños, a los adolescentes, los jóvenes", dijo Jesús Ramírez en la presentación. "Sobre la base de promover los factores de la protección, uno de ellos es la información... Va a llegar a las escuelas para que los jóvenes sepan los efectos de las sustancias químicas que hacen mucho daño a la salud, particularmente al cerebro y al cuerpo humano".
La campaña insiste en el paradigma prohibicionista de administraciones anteriores. Sus mensajes obsoletos recuerdan a las campañas de Ronald Reagan, el presidente conservador de Estados Unidos (1981-1989) que buscaban acabar con el uso y abuso de sustancias ilícitas a través de la estigmatización de usuarios y el miedo. "Este es tu cerebro", decía un anuncio famoso de los 80, mientras el protagonista muestra un huevo al espectador. Luego señala al sartén con aceite: "Estas son las drogas". Rompe el huevo y lo echa al sartén a freír. "Este es tu cerebro en drogas", concluye.
Cuarenta años después, cientos de estudios han mostrado que las campañas que buscan generar miedo y estigma en adolescentes para evitar el consumo de sustancias son ineficaces. Una revisión de más de 1000 estudios, por ejemplo, concluye que estas tácticas fracasan en su intento por prevenir el uso de substancias porque los adolescentes —correctamente— perciben que se trata de información exagerada. Algunos estudios incluso muestran que estás técnicas pueden promover el consumo, ya que los adolescentes tienden a llevar a cabo conductas que perciben como riesgosas. Además, suelen desoír información que les parece reiterativa y/o exagerada. Finalmente, los mensajes que estigmatizan pueden hacer que la persona se identifique con ciertos rasgos del estigma, favoreciendo las condiciones de consumo que se buscan evitar.
Más allá del flagrante engaño que implica que un partido se diga de izquierda mientras insiste en la política prohibicionista más rancia y deja su aplicación a los militares, enfada ver el desperdicio de recursos públicos para reciclar campañas desinformadas. No es creíble que no existan personas en Conadic o Presidencia con la capacidad de estudiar la abundante evidencia en materia de prevención. La verdad es que la política de drogas actual antepone los prejuicios del presidente e ignora la ciencia y la experiencia. Termina así otro sexenio, con una política de drogas moralista, estigmatizante, militarista, reaccionaria y que prioriza todo menos la salud. (Profesora-investigadora del CIDE)
Twitter: @cataperezcorrea