Elección y traición
La reelección del alcalde de Ciudad Victoria, Tamaulipas, Lalo Gattás, sólo se puede evaluar con el telón de fondo pintado de traiciones y deslealtades. El exgobernador, Eugenio Hernández Flores –quien intentó llegar al senado de la República al amparo del Partido Verde– intentó apuñalar a MORENA llamando a votar por su socio de aventuras empresariales y políticas, Oscar Almaraz Smer a cambio de votos para llegar a la Cámara alta; sólo que a Geño le llegó el karma más pronto que inmediatamente: la Makyiavélica –su compañera de fórmula para el Senado– le asestó un picahielazo letal: mandó en Reynosa a votar por MORENA –para ayudar a su crío–, entregando sólo 14 mil votos a los verdes.
La deslealtad de los Makyiavélicos le costó mucho a Hernández Flores, –a decir de la promesa que le habían hecho al victorense: 100 mil––; le erosionó más de 86 mil sufragios para el exejecutivo estatal, que ya se hacía senador de mayoría; tal y como le habían hecho creer, a la dirigencia nacional del Verde y al candidato Eugenio, el Ingenuo.
La cuchillada de la doctora le llegó al corazón de Tamaulipas.
Se convirtió en una estocada para la resurrección que tanto deseaba un segmento de la clase política tamaulipeca: soñaban con regresar a sus antiguos privilegios.
Almaraz Smer intentó rescatar a su socio Geño. Sus operadores jugaron a dos bandas: en una trabajaron para incrementar la vota-
ción del panismo capitalino, –para su propio bien– y en la otra metieron recursos para inflar la votación de Hernández Flores bajo el guajiro sueño de instalarlo en el Senado.
Ni a Eugenio el ingenuo le salió como lo programó; ni Almaraz, obtuvo lo que deseaba: ganar la alcaldía y tener un amigo del Segundo Piso de la IV T en el Senado de la República.
Oscar se quedó en la raya por el Ayuntamiento; apenas mil 200 votos fue la diferencia entre MORENA y el PAN. A decir de algunos simpatizantes del PAN, comentan que a César García Coronado –uno de los nuevos ricos victorenses que hizo Geño a su paso por la gubernatura y financiero de la campaña del panismo victorense– le faltaron algunos 5 millones de pesos más para superar a Gattás.
Igual dicen de Geño: si le hubiera perdido el amor a algunos 10 millones de pesos tendría a Almaraz en la alcaldía de Ciudad Victoria.
Los más avezados observadores al servicio del Ingenuo, han considerado que la causa findamental del descalabro de Geño se explica por la funesta alianza con la Makyiavélica y la intentona de jugar vencidas con el gobernador en Ciudad Victoria, apostando por Oscar y sus amigos panistas.
Almaraz sin sus promotores –Francisco Garcia Cabeza de Vaca y aliados–, es nada; regresa a la marginalidad política, que no a la austeridad económica: aún no acaba, con los más de 10 mil millones de pesos, que dicen, el Ingenuo le dejó manotear en la Tesorería General del Estado en los días más felices y dorados de la lumpenburgesía engordada por los dineros de los tamaulipecos.
Aquellos lejanos días en que Almaraz atendía un modesto negocio donde vendía hamburguesas y tortas en el 18 y Carrera, no volverán; ahora se codea con los socios del Casino Victorense y la élite panista sin preocupaciones. El Ingenuo, también está más allá de los agobios económicos que en los años 90 se concretaron en la quiebra de sus pequeñas empresas constructoras. Tuvo que llegar el gobernador Manuel Cavazos Lerma, quien le ayudó a superar las angustias financieras. Lo salvó su presencia y su ojo de color: MCL, tenía la firme creencia –derivada de una creencia esotérica– que los hombres bellos eran la reencarnación de personajes que en el pasado fueron virtuosos. En ese tenor, también le tocó la lotería del economista matamorense a Gerardo Higareda Adam en Reynosa y a Fernando Azcárraga, en Tampico. (Entre los más afortunados).
Eugenio, el Ingenuo, al parecer, se le acabó el corrido.
La traición sigue siendo uno de los infaltables ingredientes orgánicos de la clase política tamaulipeca.
Ojo: el día que aparezca una recompensa por su paradero en los carteles del Departamento del Tesoro de USA o de la DEA, el dedo señalador será, sin duda, el de Ricardo Gamundi o el de Oscar Almaraz; el de Mario Ruiz Pachuca o el de César García.
Sin duda, la historia da para un serie...