"Grasas en sangre: lo que tu cuerpo intenta decirte"

En México, las enfermedades metabólicas como la hipertensión, la obesidad y las dislipidemias se han convertido en una de las principales causas de consulta médica y de mortalidad. Dentro de este grupo, el colesterol y los triglicéridos suelen ocupar los primeros lugares de preocupación... y de confusión.
Ambos son grasas presentes en la sangre necesarias para la vida, pero cuando sus niveles se elevan, pueden transformarse en enemigos silenciosos que deterioran lentamente el sistema cardiovascular.
¿Qué son y para qué sirven?
El colesterol es una sustancia cerosa que forma parte de las membranas celulares y participa en la producción de hormonas, vitamina D y ácidos biliares que ayudan a digerir las grasas. Sin él, el cuerpo no podría funcionar correctamente. Existen dos tipos principales; Colesterol LDL, conocido como "malo", que puede acumularse en las arterias y formar placas que dificultan el flujo sanguíneo y el Colesterol HDL, o "bueno", que ayuda a transportar el exceso de colesterol al hígado para eliminarlo del organismo. Por otro lado, los triglicéridos son la forma más común de grasa en el cuerpo y su función principal es proveer energía. Se producen a partir del exceso de calorías que consumimos, especialmente de azúcares, harinas refinadas y alcohol. Cuando no se utilizan, se almacenan en el tejido adiposo.
¿Por qué se elevan?
El aumento de triglicéridos y colesterol suele tener causas similares: alimentación alta en grasas saturadas, azúcares y alcohol, sedentarismo, sobrepeso u obesidad, factores genéticos y hormonales, estrés crónico o falta de sueño. Sin embargo, hay una diferencia importante: mientras el colesterol depende en buena parte de la producción del hígado, los triglicéridos están estrechamente ligados a la cantidad de energía que ingerimos y no gastamos. Es decir, aunque alguien coma poco colesterol, si consume muchos carbohidratos simples o alcohol, sus triglicéridos pueden elevarse de forma significativa.
¿Por qué es tan común en México?
Las estadísticas muestran que más del 60% de los adultos mexicanos presentan niveles elevados de colesterol o triglicéridos. Nuestra dieta tradicional, cada vez más influenciada por el consumo de alimentos ultraprocesados, refrescos y harinas, junto con el bajo nivel de actividad física, ha creado el escenario perfecto para el desarrollo del síndrome metabólico, un conjunto de factores que aumentan el riesgo de infarto, diabetes y enfermedad cerebrovascular. En ciudades como Reynosa, donde el ritmo de vida acelerado, el estrés laboral y los hábitos alimenticios desequilibrados son parte del día a día, estos padecimientos se han vuelto tan frecuentes que muchas veces los normalizamos.
¿Cómo detectarlos y prevenir complicaciones?
El problema con los triglicéridos y el colesterol es que no causan síntomas evidentes. Su detección depende de un análisis de sangre rutinario. Por eso, se recomienda realizar un perfil de lípidos al menos una vez al año a partir de los 30 años, o antes si existen antecedentes familiares o factores de riesgo. Las medidas más efectivas para controlarlos son simples, pero requieren constancia: Reducir azúcares y harinas refinadas, evitar grasas saturadas y frituras, aumentar el consumo de frutas, verduras y granos integrales, caminar o realizar actividad física al menos 30 minutos diarios, evitar el consumo excesivo de alcohol y tabaco, mantener un peso saludable y dormir adecuadamente.
En casos más severos o con predisposición genética, el médico puede indicar tratamiento farmacológico para prevenir daños a largo plazo.
En una mirada integral, cuidar los niveles de colesterol y triglicéridos no es solo una cuestión estética o de "dieta"; es una decisión de salud integral que impacta directamente en el corazón, el cerebro, el hígado y la calidad de vida. La prevención es la herramienta más poderosa que tenemos. Pequeños cambios en la alimentación y el estilo de vida pueden significar años de salud plena.
Reflexión final:
Vivimos en una era donde el exceso se ha vuelto costumbre: exceso de comida, de estrés, de pantallas, de prisa. Pero el cuerpo, con su sabiduría natural, siempre busca equilibrio. Escuchar sus señales, hacer pausas y cuidar lo que comemos es también un acto de amor propio. El colesterol y los triglicéridos no son enemigos, sino mensajeros silenciosos que nos recuerdan la importancia de cuidar el corazón, no solo como órgano, sino como símbolo de vida. Envejecer con salud no depende de la suerte, sino de las decisiones que tomamos cada día.
