Sufragio Efectivo, No Reelección
Con los resultados de las últimas elecciones en México, donde el partido en el poder, además de tener a la primera mujer electa como Presidenta de la República, obtuvo mayoría en las cámaras, se presenta una oportunidad única para consolidar la tan mencionada Cuarta Transformación. A través de diversas reformas a la constitución propuestas por AMLO, este último mes de su mandato podrá coincidir con los nuevos legisladores federales, quienes el primero de septiembre rendirán las protestas correspondientes.
Se prevé que en la siguiente administración encabezada por Claudia Sheinbaum, la presidenta electa, tendrá la posibilidad de llevar a cabo el plan C y otras reformas profundas, que incluyen eliminar la reelección de diputados, senadores y alcaldes, gracias a la mayoría apabullante que su partido ha logrado. Es en esta última reforma en la que quisiera profundizar un poco.
El lema “Sufragio efectivo, no reelección” es uno de los más emblemáticos en la historia política de México. Nació en la lucha contra la dictadura de Porfirio Díaz, quien se perpetuó en el poder, según dicen, mediante elecciones fraudulentas.
Este lema fue adoptado por Francisco I. Madero durante su campaña electoral de 1910 y en el Plan de San Luis, que convocó al levantamiento de armas para terminar con la dictadura de Díaz, para establecer elecciones libres y democráticas, marcando así el inicio de la Revolución Mexicana.
Con la creación del Partido Nacional Antirreeleccionista, Madero encabezó en 1910 una lucha sangrienta que, a pesar del caos, hizo que el lema “Sufragio efectivo, no reelección” se convirtiera en uno de los principios fundamentales de la nueva Constitución promulgada en 1917. Esta constitución establece que el presidente de la República solo podría servir un mandato de seis años sin posibilidad de reelección inmediata, intentando así evitar la perpetuación en el poder y fomentar la democracia.
A pesar del espíritu antirreeleccionista de la Constitución de 1917, en 2014 se aprobó una reforma política que permite la reelección de legisladores federales y locales, así como de presidentes municipales. Esta reforma fue impulsada por el entonces presidente Enrique Peña Nieto, que argumentaba que buscaba fortalecer la rendición de cuentas y la profesionalización del servicio público.
Claudia Sheinbaum, presidenta electa de México, ha dejado clara su postura en contra de la reelección presidencial, alineándose con la tradición maderista, lo que por alguna razón hasta el momento AMLO no buscó cambiar aunque se dice maderista. Sheinbaum ha señalado que su administración buscará consolidar las bases de un gobierno democrático, transparente y comprometido con la justicia social.
En palabras de Francisco I. Madero, “La democracia no es estática; es una constante lucha por asegurar que la voluntad del pueblo se respete y se mantenga viva en cada elección”. La consigna de Madero sigue vigente, recordándonos que la democracia se construye día a día, y que cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de defenderla y fortalecerla.
Para aquellos equipos de alcaldes que presumen de pasar a la historia por haber logrado la reelección en un municipio, es importante reflexionar sobre lo que realmente significa dejar una huella perdurable.
Más allá de la hazaña de ser reelectos, lo que verdaderamente define su legado es cómo se conducen y gobiernan. La verdadera trascendencia no radica en la reelección per se, sino en gobernar con integridad, justicia y un compromiso genuino con el bienestar de la comunidad.
Sólo aquellos que gobiernan con principios y valores sólidos lograrán ser recordados no sólo por el hecho de ser reelectos, sino por haber marcado una diferencia positiva y duradera en la historia de su municipio.
* Consultor en Comunicación Política (Compol). Experiencia en Campañas Políticas en México y Extranjero. Enfoque en Comunicación, Medios y Marketing Digital.
Twitter: @ericvaldeztv