El costo de la prensa
Jorge Rábago Valdez, Alberto Guajardo Romero, Elizabeth Macías Castro, Mario Chávez, Carlos Domínguez, Héctor González, Antonio de la Cruz, son parte de una lista de periodistas que fueron asesinados en los últimos doce años.
Fueron dos sexenios donde coincidentemente, en que a la prensa se le persiguió, se le hostigó, se le exhibió, se le amenazó, y fue un maltrato que no sólo fue dirigido por los jefes de prensa de los gobernadores en turno y de los mismos Secretarios de Gobierno, fue aprobado por los mismos mandatarios.
Los que están en el poder y sus seguidores, son los que han visto a una prensa incómoda y crítica, que no merece ningún respeto, pero muchas veces, ha sido esa prensa la que ha podido aportar, un granito a las alternancias del poder.
En ellas, los que han mandado, han sido los ciudadanos, son los que han logrado hacer los cambios y son, quienes han tenido espacios en la prensa y que busca todos los días la construcción de la verdad con datos objetivos, reales.
A ningún gobernante, desde el mismo presidente de la República, gobernadores, Alcaldes, legisladores, Magistrados, jueces, les conviene una prensa a modo, no solo se desprestigian y se desacreditan, lo que se diga de la clase política no tiene consistencia, si no proviene de medios de comunicación que tengan credibilidad y quien lo escribe, tenga un valor adicional para sustentar lo que ha escrito por años.
El que una prensa sea crítica al régimen, no lo hace aliada o modo, cuando llega la oposición al poder; la crítica sustentada y responsable, siempre debe permanecer.
Eso fue algo que los gobiernos de Egidio Torre (el peor gobernador que ha tenido Tamaulipas) y de Francisco García Cabeza de Vaca, no pudieron entender y se lanzaron, cuando pudieron, en contra de los comunicadores, reporteros, e incluso utilizando para ello, a periodistas militantes de sus partidos.
Hoy, el mensaje del gobernador Américo Villarreal, da una señal clara y directa de la nueva relación que busca construir con la prensa, no verla como su enemiga, pero tampoco a su servicio, busca, dijo, un periodismo imparcial, objetivo, sin que ofenda y hable con la verdad y si agarra partido, lo haga con la sociedad.
Puede ser un buen inicio, para ejercer el periodismo con más libertad y sin las consecuencias y el miedo que enfrentaron nuestros compañeros asesinados en los sexenios de Egidio y Cabeza de Vaca.