Columnas - Dra. Yirla Paola García López

“Depresión y ansiedad: las enfermedades silenciosas de este siglo”

  • Por: DRA. YIRLA PAOLA GARCÍA LÓPEZ
  • 03 SEPTIEMBRE 2025
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“Depresión y ansiedad: las enfermedades silenciosas de este siglo”

En el siglo XXI hablamos constantemente de los avances tecnológicos, de la rapidez con la que viaja la información, del crecimiento de las ciudades y de los cambios que se dan en nuestro estilo de vida. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a reflexionar en lo que todo esto significa para nuestra salud mental. Hoy, dos de las enfermedades más frecuentes y, al mismo tiempo, más incomprendidas son la depresión y la ansiedad. Ambas representan un verdadero desafío para los sistemas de salud en el mundo y, lamentablemente, también para familias y comunidades como las de Reynosa.

Son una realidad más común de lo que parece. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 280 millones de personas en el mundo viven con depresión y más de 300 millones con trastornos de ansiedad. En México, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición ha revelado que los síntomas depresivos y ansiosos han ido en aumento, especialmente después de la pandemia de COVID-19. Lejos de ser un problema exclusivo de adultos, estas condiciones también afectan a adolescentes e incluso a niños. El estrés escolar, la presión social, la falta de espacios recreativos y el uso excesivo de redes sociales han acelerado su aparición a edades cada vez más tempranas.

¿Qué es la depresión? 

La depresión no es simple tristeza ni falta de voluntad. Es un trastorno del estado de ánimo que provoca sentimientos persistentes de vacío, desesperanza y pérdida de interés en actividades que antes resultaban placenteras. Puede acompañarse de síntomas físicos como fatiga, alteraciones del sueño, cambios en el apetito, dificultad para concentrarse e incluso dolores crónicos sin causa aparente.

¿Qué es la ansiedad? 

La ansiedad, por su parte, es una respuesta natural del organismo frente al peligro. Sin embargo, cuando se vuelve desproporcionada, constante y sin motivo real, se convierte en un trastorno de ansiedad. Los pacientes pueden presentar palpitaciones, sudoración, sensación de ahogo, pensamientos catastróficos y un estado de alerta que les impide llevar una vida normal. En Reynosa, donde muchas familias enfrentan jornadas laborales largas, preocupaciones económicas y un entorno urbano acelerado, la ansiedad y la depresión han encontrado terreno fértil para crecer silenciosamente.

Dentro de los efectos colaterales en la salud, lo más preocupante es que tanto la depresión como la ansiedad no se limitan a la mente. Sus consecuencias abarcan prácticamente todo el organismo:

• Sistema cardiovascular: el estrés crónico y la ansiedad elevan la presión arterial, favoreciendo la aparición de hipertensión y aumentando el riesgo de infartos.

• Sistema inmunológico: la depresión reduce las defensas del cuerpo, lo que incrementa la susceptibilidad a infecciones.

• Sueño: la falta de descanso reparador provoca fatiga constante, menor productividad y mayor riesgo de accidentes.

• Metabolismo: pueden alterar el apetito y el peso, ya sea generando obesidad o pérdida excesiva de masa corporal.

• Relaciones sociales: quienes padecen estos trastornos muchas veces se aíslan, generando conflictos familiares y laborales.

Es decir, no se trata de “sentirse mal emocionalmente”, sino de un problema integral que impacta en todas las dimensiones de la vida.

¿Qué podemos hacer?

 La clave está en reconocer que la salud mental es parte de la salud integral. Así como cuidamos la presión arterial o el azúcar en sangre, debemos atender las emociones y el bienestar psicológico. Algunas recomendaciones útiles incluyen:

• Buscar apoyo profesional temprano: psicólogos y médicos psiquiatras están preparados para ayudar.

• Fomentar rutinas de sueño saludables y respetar horarios de descanso.

• Realizar actividad física regular, pues el ejercicio libera endorfinas que mejoran el estado de ánimo.

• Mantener una alimentación balanceada y reducir el consumo de alcohol o estimulantes.

• Promover espacios de diálogo en familia, donde se pueda hablar abiertamente de emociones sin estigmas.

Reflexión final: 

La depresión y la ansiedad son las enfermedades silenciosas de este siglo, y aunque no siempre son visibles, sus consecuencias son profundas. Vivimos en tiempos donde se exige productividad constante, éxito inmediato y resiliencia sin pausa. Sin embargo, olvidar nuestra salud mental puede ser el costo más alto que paguemos. La verdadera fortaleza no está en ignorar el dolor emocional, sino en reconocerlo y buscar ayuda. Normalizar la conversación sobre salud mental es un paso imprescindible para construir comunidades más sanas, solidarias y resilientes. En Reynosa, donde la vida cotidiana muchas veces está marcada por la prisa, el trabajo y las preocupaciones, detenernos a cuidar nuestra mente es tan importante como cuidar nuestro corazón o nuestros pulmones. 

Recordemos: no hay salud sin salud mental. Y el primer acto de valentía es hablar de ello.


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